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Ahí estaba él; era un día nuevo para Minho. Otro día exactamente igual que el anterior, y probablemente uno casi igual que el siguiente. Estaba cansado de su rutina del día a día. Pensaba en cambiarla, pero creía que alguien como el simplemente tenía que apechugar y seguir adelante.
Después de terminar de meter en su mochila una botella de agua y las pelotas con las que trabajaría después, salió de su casa dispuesto a ir a lo que para él era su trabajo. Su trabajo, malabarista. Qué curioso, ¿No? Se ganaba la vida con la miseria que le pagaban haciendo esto. Tenía que sobrevivir de todos modos, y los malabares le recordaba a él...
¿Qué si él era feliz? Bueno, ese era otro asunto.
Al llegar al sitio donde trabajaría hoy, dejo su mochila en el semáforo más cercano, y cuando este último se puso en verde para los peatones, se dispuso a atacar. Salió disparado hacia los coches y demás, y su espectáculo dió inicio.
A ver, que en realidad Minho no era el mejor malabarista del universo, pero lo intentaba.
Recibía más elogios y recompensas por su espectáculo gracias a su físico que a otra cosa, porque a ser sinceros, Minho era pésimo en cuanto a malabares se refería.
Algunas personas empezaron a abrir las ventanillas de sus coches, y a sacar monedas de pequeñas cantidades para dárselas a aquel chico. Él, sonriente, agarraba el dinero para guardarselo a continuación en el pequeño bolsillo de su desgastado pantalón.
Minho caminaba a otro coche, cuando una moneda se le cayó al suelo. En este momento, un hombre salió de su coche para acercarle al moreno su moneda.
-¡Disculpa! - exclamó aquel hombre cuyo nombre desconocía Minho, mientras se agachaba para agarrar un objeto del suelo, para a continuación extenderle su mano derecha al joven. - Se te ha caído esta moneda.
-¡Muchas gracias!- dijo el más joven cuando agarró el dinero en la mano de aquel apuesto hombre, mientras le sonreía al contrario
Minho se fue corriendo hacia la acera, ya que el semáforo iba a cambiar a verde en breve.
El hombre desconocido entró de nuevo en su coche. Cuando lo hizo, su acompañante se dispuso a hablar, pero al parecer, se lo pensó dos veces ya que pensó que no era de su incumbencia lo que se disponía a decir.
Mientras, el conductor no paraba de pensar en el chico que había visto hace tan solo unos segundos. Le había parecido bastante guapo, pero sentía algo diferente; algo extraño dentro de él. Fue entonces cuando sintió un bocinazo por parte del coche que estaba detrás suyo; el semáforo había cambiado a verde.
Jisung pisó el acelerador rápidamente, dispuesto a olvidar los sentimientos que el chico había despertado en él.
Cuando Han Jisung llegó la oficina de su empresa, se sentó, dejando escapar un suspiro de su boca. Acto seguido, tocaron la puerta y el acompañante que estaba en el coche con Han antes, se adentró en la oficina, notando lo visiblemente cansado que se encontraba su jefe.
-Señor, ¿Se encuentra bien?- preguntó el de ojos rasgados, preocupado por su jefe
-Estoy bien, Jeongin. No te preocupes, solo estoy cansado.- Dijo este, mientras acariciaba su cabello.- Bueno, ¿Para que has venido, pasa algo?
-Oh, si señor. Le quería preguntar si podía firmar estos documentos y revisar estos otros. -Manifestó el joven secretario, mientras tendía una torre enorme sobre el escritorio de el mayor.
Jisung hizo una cara de horror junto con un poco de sorpresa; creía que había acabado con el papeleo antes, pero estaba muy equivocado.
Mientras, Jeongin soltó una risa; no muy exagerada, pero si lo suficiente alta como para que el mayor notara esta. Al mas joven le encantaba ver las caras que hacia su superior. Lo consideraba una persona muy divertida, pero seria con las cosas importantes. Definitivamente lo amaba mucho.
-Bueno, yo creo que mejor me voy ya. No te quiero molestar mucho, hyung.
-¿Cuantas veces te lo tengo que repetir? No eres molesto, Jeongin. Sin embargo, voy a estar algo ocupado, así que igualmente no creo que pueda hablar mucho contigo. -Aclaró el mayor, formando un puchero con su boca.
-No se preocupe, hyung. Si quiere, cuando termine con los papeles salga a buscarme, y podemos ir a tomar un café.- Propuso Jeongin, quien sabia que su jefe no se iba a negar, ya que amaba esta bebida.
-Uff, me encantaría - A Jisung le brillaban los ojos al imaginar una taza de café en ese momento.
-Definitivamente, usted no tiene remedio. - Formuló el joven secretario, antes de salir por la puerta.
Han se estremeció al sentir el silencio aplastante de esa oficina. El se consideraba un fiel amante del silencio, pero por alguna razón se sintió así cuando el de más baja edad salió de la habitación.
De repente, se le vino a la cabeza la imagen de el chico que había visto hacia unas horas, Jisung sentía como si lo conociera de algo, ya que se le hacia muy familiar. Sacudió su cabeza, ya que sintió que estaba mal que pensara en el como alguien atractivo, y que seria mejor que se pusiera ya a ver los papeles que le había traido su secretario minutos antes, ya que no les había echado ni una ojeada.
"Oh, vamos. Concéntrate, Sung"- Se dijo a si mismo aquel joven, antes de empezar a agarrar papeles de aquella torre que a los ojos de Jisung, parecía infinita.
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-891 palabras !!
•Hoiaa hermosas personitas<3 ¿Cómo estáis? ¿Os ha ido bn esta semana? Tengo muchas ganas de que lleguen las vacaciones😭😭Buenoo, ¿Que opináis del capítulo? ¿Pensáis que se podría mejorar algo? No dudéis en contarme lo q penséis, me ayudaría mucho saber cómo veis está historia.
• Muchas gracias por leer, intentaré actualizar lo antes que pueda💓💕
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Freaks.
Teen FictionMinho, un malabarista que trabaja por las calles de Alicante, se topa con un chico bastante apuesto llamado jisung, que según minho, es un acosador. ¿Que traerá a la vida de minho jisung? ¿Su relación irá a más, o se desvanecerá con el paso del tie...