Epílogo

37 7 0
                                    

Narancia abrió la puerta de su departamento, fallando un par de veces en introducir la llave por culpa de sus manos temblorosas. Efecto de los nervios y la adrenalina residual del viaje en motocicleta.

Había conducido imprudente rápido, ansioso por volver a casa, desesperado por dejar la culpa atrás.

"Guido merece algo mejor", pensaba una y otra vez, recordando la forma tan tranquila en la que le había dicho "Entiendo. Ve con Fugo".

Cuando logró entrar, se sorprendió de no encontrar a Fugo inconsciente el el sillón, sino de pie en la cocina, considerando lo ebrio que lo había dejado. Aunque a decir verdad, ahora se veía mejor. Más él mismo.

—Lavé los platos, —explicó nerviosamente. Narancia soltó un sonido igualmente similar a una carcajada que a un ladrido, porque por supuesto que Fugo había hecho algo así.

—No tenías que.

—Me sentía raro sin hacer nada, —respondió Fugo, mirando sus manos, y ese pequeño gesto hizo que el pecho de Narancia se hinchara de tanto amor y tanta felicidad que casi se sentía incorrecto. "Típico de ti", pensó con cariño.

Se apresuró en eliminar la distancia entre ellos para abrazarlo. Sentía que no merecía la calidez de su cuerpo, ni disfrutar de su aroma, pero en ese momento no era solo un capricho: Narancia necesitaba eso. Lo necesitaba a él.

—Terminé con Guido, — anunció, sintiéndose asqueado por lo libre que decirlo en voz alta lo hacía sentir.

—Lo siento.

—No lo sientas.

Porque, sí, tal vez acababa de cometer el peor error de su vida. Pero quizá por primera vez estaba haciendo las cosas bien.

Ya tendría tiempo para averiguarlo. Ahora, a pesar de que acababa de romperle el corazón a alguien, solo había una cosa en su mente.

—¿Aun quieres besarme, Fugo?

A modo de respuesta, el peliblanco colocó una mano bajo su mentón, haciéndolo elevar el rostro, antes de unir sus labios.

Y mientras se besaban, no quedó lugar en la mente de Narancia para nada más que ese beso.

Ni siquiera para la culpa.


Originalmente, esto formaba parte del tercer capítulo. Y originalmente, quería terminar esta historia de una manera diferente (menos amarga para Giorno y Mista).

Pero creo que este final tiene su propia belleza. Es un final, pero también un comienzo, para todos. Y créanme cuando les digo que esta nueva historia será más dulce para todos los involucrados.

(Aunque no creo poder escribirla, ya que mi TDAH está haciendo de mi vida un infierno, jaja).

Made For Lovin' youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora