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—Guapa, debo decirte algo.
Enid se acercó al sofá con una expresión de confusión en su rostro.
—Claro, dime.
Una prueba de embarazo fue depositada en su mano, y al observar si resultado, brincó del sillón al suelo comenzando a rodar en él como si fuera una niña recibiendo una paleta de caramelo.
Luego se levantó para abalanzarse sobre su esposa, quien abrió los ojos en grande al ver el cuerpo casi aplastándola de golpe, se retorció bajo la figura de la mayor, buscando liberarse del fuerte abrazo.
—¡No sabes cuanto te amo! ¡Eres la mejor! —le tomó las mejillas para besarla cortamente.
—¡Ya, que me aplastas! —se quejó Wednesday, al ser nuevamente apresada por los brazos de la ojiazul.
Como pudo, se deslizó hasta quedar sentada en el suelo, siendo imitada por Enid, esta miró la cámara como si fuera algo asombroso.
—¿Estás grabando? Ni siquiera recordaba que todavía existía esa cámara, haber —se acercó, quedando su rostro demasiado visible para la grabación en curso.
—La encontré por allí, siempre guardas cosas y te olvidas donde las dejaste —comentó la pelinegra.
—¡Hola bebé! Soy mamá, y prometo que te voy a querer muchísimo como a mi perfecto rostro, no puedo esperar a tenerte en mis brazos para que sepas lo feliz que estoy de saber que seas mi hija, te compraré mucha ropa con el dinero que gane en el trabajo, y te conseguiré todos los que quieras comerte, aún si tu mami se pone de gruñona como chihuahua por dártel- ¡NO, WEDNESDAY, CON LA CHANCLA NO!
El sonido de algo estrellarse contra su nuca hizo que chillar por el repentino maltrato, y se volteó a verla indignada.
—¡Oye! No hagas eso, estoy hablándole a nuestra hija —reclamó, señalando la cámara.
—Pues entonces deja de decir cosas absurdas, me la vas a malcriar.
—Oh, vamos, como si tampoco hubieras pensado en hacerlo, cálmate, pulga —se defendió con un gesto de orgullo que se fue al ver como su esposa se levantaba con la chancla en manos. —¡NO WEDNESDAY, PIENSA EN EL BEBÉ!
—¡PULGA TU ABUELA!
—¡A MI ABUELA SANTA NO LA METAS EN ESTO!
Wednesday se lanzó hacia la mayor para empezar a jalarle exageradamente los cabellos, mientras la ojiazul hacía lo mismo con el suyo, entre gritos y manotazos la cámara cortó la grabación por el tiempo programado para hacerlo.
༊
Los ojitos de la menor brillaban y soltó una risa por las imágenes de ambas adultas peleándose. El video terminó y rápidamente miró a su mamá.
—¿Mami Wednie, lele pello? —tocó con su pequeña mano los cabellos de Wednesday.
—No, mi amor, eso ya tiene unos tres años que ocurrió —cargó a la niña, que estaba sentadita en la misma sala que fue testigo de como se desgreñó con Enid.
La llevó hacia la cocina para dejarla en su silla especial, buscando las cosas para prepararle su leche que tomaba a esa hora. Enid entró al lugar aprovechando que su esposa estaba de espaldas y le dio un bombón de chocolate a su hija. La castañita gustosa se lo comía.
—Vuelve a darle chocolate y te dejaré peor los cabellos que la vez pasada, Enid Sinclair —amenazó, cruzando los brazos al enfrentarla.
—Agh, lo que digas Wednesday Sinclair —besó a su esposa antes de tomar un trozo de la fruta picada que estaba a su lado.
—Oye, esa es la comida de tu hija —se pegó un suave manotazo.
—Yo soy quien la trae, puedo comerlas sin problema —le devolvió el manotazo, igual de delicado.
Antes de que Wednesday se sacara la chancleta, tomó a su hija en brazos corriendo al jardín con los perros detrás, como si escaparán de una asesina serial.
La pelinegra sonrió inconscientemente al ver aquello, le agradaba ver que la familia que formaron era totalmente hermosa.
Su celular sonó avisando que una llamada entraba y respondió.
—Casa Sinclair.
—Soy Yoko, quería saber si vas a querer que te lleve el pastel que le pediste a Divina.
—¡Oh! ¿El que dice "Feliz día de San Valentín, tarada de mi corazón"? Con gusto lo recibo mañana temprano.
—Ese mismo, lo llevaré a las nueve. Ten un lindo día, Wedns.
Colgó dispuesta a perseguir a su esposa, siguiéndole el juego, se quitó el delantal dejándolo junto a la nueva prueba de embarazo que estaba sobre el mostrador marcando positivo.
La cual horas después, gracias al nuevo modelo que marcaba supuestamente en números el tiempo que llevaba embarazada, Enid la tomó asustada, pegando el grito al cielo creyendo que era un termómetro, diciendo que su esposa ardía en fiebre y la cargó para ir al hospital.
—No puede ser —pegó su frente a la espalda baja de la mayor, que la arrojó dentro del carro y a su hija en el asiento delantero.
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❛❛Fin, mis amores. Llegó el momento de despedirse de esta historia y comenzar otras... ¡Goodbye!
