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  Por primera vez en mucho tiempo, Lee no se despertó antes que el sol apareciera en el cielo. Estaba cómodo en la cama, roncando con suavidad hasta que un delicioso aroma lo hizo despertarse; se levantó para observar sus alrededores solo para encontrar a su rival preparando el desayuno, tan concentrado en lo que hacía que ni se había percatado de que su invitado estaba despierto.
  — Hola, – musitó el pelinegro, con la voz ronca del sueño que aún tenía. Neji se dio media vuelta y le sonrió, acercándose a él sin dejar de mirar la cocina cada dos por tres. — ¿Qué estás cocinando?
  — Algo de arroz y huevo para el desayuno. Tengo un poco de sopa de miso de ayer, ¿quieres que la caliente para ti? – exclamó Neji, jugando con los bordes de su remera al hablar. Lee quería abrazarlo, pero sabía que podría hacerlo sentir incómodo sin querer, por lo que solo decidió estar a su lado y ayudarlo a cocinar.
  Silencio. Ninguno de los dos habló por un rato, sin saber bien qué decir o cómo, por lo que se hicieron compañía y desayunaron juntos. Lee no quería incomodar a su compañero, quien extendió una de sus manos en su dirección sin decir nada en absoluto, sonriéndole en cuánto entrelazaron sus dedos.
  Luego de comer, el castaño volvió a hablar en voz baja, sin siquiera mirar a su acompañante.
  — Lee, estuve pensando, y… la verdad, no sé bien qué es lo que siento por ti, – dijo, hablando una vez más antes de que su amigo se pusiera triste. — Pero– podemos intentarlo. Te quiero, Lee, no me molestaría ser tu novio. Pero sólo si lo mantenemos en secreto.
  Los ojos del maestro del taijutsu se iluminaron como dos soles, y no pudo contener su emoción.
  — ¡Sí! Neji, ¡muchas gracias! Te quiero tanto… – exclamó, diciendo lo último en susurros en caso de que alguien estuviera escuchando sin permiso. Extendió sus brazos, pidiendo un abrazo a su rival sin decirlo, a lo que Neji aceptó mientras una suave sonrisa decoraba su rostro.
  Sabía que quizá su rival no sería tan pegajoso como él, pero aprovecharía el afecto que le daba y respetaría cuando no quería nada más que agarrarse de las manos. Lee se sentía feliz de poder estar al lado de Neji sin importar qué ocurriera, decidido a demostrar su amor mientras respetaba sus límites.
  Pero debían hacer algo primero; lo suyo quedaría como un secreto, aunque había dos personas en las que sí podían confiar para decirles lo que ocurría entre ellos… es más, sería necesario decirles si querían ir a alguna cita sin problema.
  Era hora de encontrarse con el resto del equipo para empezar su entrenamiento típico antes de una misión, actuando como si nada hubiera ocurrido entre ellos. A sus compañeros les pareció extraño que hayan llegado juntos a su punto de encuentro, pero no dijeron nada al respecto.
  Aunque, bueno, Lee estaba demasiado alegre como para poder esconder sus sentimientos como debería; estaba inquieto, aprovechando cada momento para sonreirle a Neji o incluso pidiéndole de hacer algún desafío como siempre; la diferencia estaba en que el castaño aceptó, riendo y poniendo todo su empeño en entrenar más duro que su novio solo para ganarle.
  Su amiga sospechó algo casi al instante, sólo por ver como ambos chicos mantenían la mirada en el otro o soltaban pequeñas risas entre ellos, como manteniendo un secreto del cual nadie más en el mundo estaba al tanto.
  — ¿Qué les pasa hoy? Están… distraídos, – protestó, notando cómo Neji casi pierde un dedo por esquivar uno de sus kunais,  mientras que Lee ahora tenía cortaduras por el roce de un shuriken.
  Otra mirada fugaz, un gesto casi imperceptible de parte del Hyuga, y el maestro del taijutsu hizo que su amiga fuese al lado de Gai para hablar con los dos al mismo tiempo. Neji jugueteaba con los bordes de su ropa, nervioso por algo aún incierto para sus compañeros.
  — Tengo que decirles algo, pero solo si prometen mantenerlo en secreto, – musitó Lee, y sólo continuó al ser recibido por un silencio sepulcral. — Tengo novio. Pero no es cualquier chico…
  Antes de que él pudiera terminar de hablar, su rival tosió para llamar la atención de los presentes, y completó la oración del otro chico.
  — Soy yo.
  No pasó mucho antes de que sus compañeros de equipo se llenaran de felicidad, sonrientes de oreja a oreja.
  — ¡Sabía que terminarían juntos! – fue lo primero que dijo Tenten, y su mentor sonrió un poco al ver su emoción. — ¡Él también lo sabía! Era muy obvio…
  — ¡Estoy muy feliz por ustedes, mis queridos estudiantes! Me alegra mucho que hayan decidido compartir su juventud con el otro, – añadió Gai, con los ojos llorosos. Lee estaba igual, y se abrazaron como era usual entre los dos.
  Neji se tocó las sienes con los dedos y su amiga bufó, pero no se quejaron en voz alta. El castaño volvió a hablar luego de un rato, cuando su corazón ya no latía tan fuertemente en su pecho por los nervios.
  — Sólo… no deben decirle a nadie. Saben lo que ocurrirá si algún Hyuga se entera de esto, – advirtió, con la mirada clavada en el suelo. — Por eso… quizá podríamos salir más como equipo. Para que no sospechen nada.
  — ¿Pero los de tu Clan no te tratan como mujer? – preguntó Tenten, moviendo la cabeza hacia un costado.
  Pasaron unos segundos antes de que Neji respondiera.
  — Sí, menos Hiashi y su familia. Lo que los ancianos no quieren es que se arruine la reputación del Clan; toda la aldea sabe que soy hombre, y cómo nunca hubo un Hyuga gay… me tratan de hombre cuándo les es conveniente. Es mejor no arriesgarse.
  Nadie se oponía a esa idea; es más, era una buena excusa para pasar más tiempo de calidad con el equipo y fortalecer sus vínculos, así que Gai estaba contento ante la oportunidad de más reuniones con sus queridos estudiantes.
  No mucho iba a cambiar; Neji y Lee se sentarían lado a lado, agarrándose de las manos bajo el mantel mientras charlaban de cualquier tema trivial, sin dejar de prestar atención a sus compañeros. A veces hasta salían a pasear con Kakashi,  quien se invitaba sólo a cualquier lugar al que fuera Gai si era que ambos se encontraban cerca el uno del otro. Eran como citas dobles no oficiales cuando Tenten no estaba presente porque, aunque nadie lo informara sobre el tema, el hombre de cabello plateado era muy perspicaz.
  Todo era tranquilo, y los dos chicos estaban contentos por cómo iban las cosas aunque no habían hecho nada más que agarrarse de la mano. Todo iría a su tiempo.
~
  Unos días después de regresar a la aldea tras una larga misión, Neji lo invitó a pasar la tarde junto a él, diciendo algo sobre un entrenamiento para no perder la práctica. Al principio Lee creyó que de verdad quería hacer ejercicio junto a él, hasta que se dio cuenta que, en realidad, lo estaba guiando hacia una parte del bosque que apenas conocía.
  — ¿A dónde vamos? – preguntó, observando todo a su alrededor con confusión al ver que no reconocía el sitio, aún después de entrenar en el bosque por días y noches sin descanso.
  — Es un secreto, – exclamó el Hyuga con una sonrisa juguetona, continuando con su camino. — Te encantará. Solo debes tener paciencia.
  Confiaba en él. Así que decidió disfrutar del viaje en vez de preguntar sobre el destino, esquivando raíces y rocas en el suelo mientras seguía a su pareja por un rato.
  Hasta que, de pronto, Neji frenó en seco. De un pequeño pergamino sacó un mantel, apoyándolo en el suelo mientras hacía un gesto con la mano para que Lee lo imitase.
  No había nada más que plantas a su alrededor, con el cantar de las aves llenando sus oídos como una dulce melodía. Nadie los molestaría allí, y el maestro de taijutsu podía ver lo relajado que estaba su rival al no haber ruidos impredecibles a su alrededor. No necesitaban decir nada; la compañía del otro era lo único que necesitaban, mientras acortaron la distancia entre ellos con lentitud, hasta terminar abrazados una vez más.
  El castaño se había vuelto más cariñoso con él desde que habían hablado esa noche, aunque aún tenía días en los que no quería que nadie lo toque, ni siquiera su pareja. Por eso mismo, Lee aprovechaba cuándo su novio estaba del humor indicado para recibir afecto, sonriéndole al sentir como se aferraba a él sin decir nada en absoluto.
  — Lee, – musitó el castaño, evitando su mirada al hablar. Al ver que el otro chico lo observaba, el Hyuga continuó hablando. — Me gustaría…
  Movió sus labios sin que ningún sonido saliera de su boca, mientras sus mejillas se tornaban rojas en pocos segundos. Y entonces, Neji hizo algo que su rival nunca hubiera esperado; juntó sus labios por un instante, separándose casi inmediatamente de él y sonriendo de oreja a oreja.
  Lee sentía que su corazón iba a explotar, más al ver lo feliz que su novio estaba, moviendo sus manos rápidamente sin dejar de sonreír. Soltó una suave risa y se acercó a él, acercándose lentamente para dejarlo irse si así quería, para luego volver a besarlo con toda la delicadeza del mundo; sólo con eso estaba contento, y Neji debía de estar en la misma situación pues no volvió a apartarlo de su lado.

Frío - NejileeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora