Día 6 - Silencio. +18

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Últimamente los días de Vegetta estaban ocupados por completo a causa de su hija, no es que no adorará estar con Leo, era la niña de sus ojos pero, el trabajo se le había acumulado poco a poco y no podía negar que fue un alivio cuando Foolish volvió de su viaje y prometió llevarse a la huevita un rato.

Hizo planes para ese día. Madrugo esa mañana para despedir a sus dos amores, que irían a construir a la torre de Foolish. Después de equipar a la pequeña con una armadura, darle un par de besos y perderlos de vista en el amanecer, él Sabio se dio la vuelta para contemplar su torre, estaba dispuesto a hacer grandes avances hoy.

Primero se tomó el tiempo de ordenar sus cofres, ya que incluso eso lo había descuidado. Además, últimamente Foolish estaba por la labor de regalarle juguetes inútiles a la niña, cositas que el sabio tenía que recoger del piso.

Las puso en un cofre en la habitación de Leonarda, con un letrero que advertía

«Cosa tuya que vea en el suelo va a la lava», esperaba que eso motivara a su huevija para recoger sus cosas.

La mañana se fue volando y la tarde amenazaba con terminar, había acabado las tareas principales en su lista, así que estaba un poco más tranquilo. Descansar era una buena opción después de su gran labor ese día pero, él no era un hombre que se jactaba de disfrutar de procrastinar, así que ocupó las luces del atardecer para preparar en sus mochilas todo para hacer una exploración mañana.

En el momento que él ordenaba juiciosamente sus alforjas, escuchó pasos en la parte de abajo, le llamó la atención que la puerta principal no sonará al abrir, era muy ruidosa últimamente. Pensó en quién podría haber entrado con tanta calma, su primera opción fue Leo, pero lo descarto rápidamente porque ella siempre aparecía directamente a su lado y en definitiva no era Foolish porque él siempre hacía ruido, ya fuera con su hermosa risa o con tropiezos, si pudiera él anunciaría su llegada con gritos y fuegos artificiales, le gustaban las entradas escandalosas.

Se hubiera reído de la imagen mental de Foolish entrando con un carnaval detrás, si no fuera porque los elevadores comenzaron a sonar y aún no se había escuchado un solo ruido. Empezó a sospechar, ya que ningún amigo suyo era tan silencioso, sacó la espada y miró hacia la dirección donde debía aparecer el supuesto intruso.

Hubo un silencio dramático, antes de que apareciera ante él su novio, el silencioso Foolish.

Vegetta guardó la espada y se acercó a él.

—Tonto, me asustaste —le dio un par de besos en las mejillas, estaba evidentemente aliviado de que fuera él y no el error 01010101— ¿Y Leo? —Foolish solo sonrió, hizo el gesto de guardar silencio y apuntó hacia abajo—. ¿Está abajo? ¿Por qué el silencio?

El más alto le tomó por la cintura y lo acercó a él.

—Si la niña está en casa esto no pasará —advirtió Vegetta—. La última vez tu calentura casi nos mete en problemas. Bobo.

Foolish se aferró más a él y hundió su rostro en su cuello aspirando el olor, poniendo tímido a Vegetta, le encantaba que se pusiera cariñoso, pero se mantuvo firme al pensar en su hija y en que no permitiría que viera tal cosa, otra vez.

Puso sus manos en el pecho del otro y le apartó intentando que también le soltara, pero sin mucho ímpetu, porque en el fondo amaba sentir sus enormes brazos sobre su cintura y tampoco quería privarse de esa experiencia.

—Si sigues así, no vamos a poder parar —le advirtió Vegetta. Como truco barato el otro le hizo un gesto triste, ablandando el corazón de su novio— ¿Eso es trampa sabes? Manipulador.

Se odiaba por ser tan vulnerable cuando se enamoraba, se doblegaba muy rápido pero ¿Cómo decirle no a esa carita?, suspiró un tanto resignado y le acarició las mejillas con dulzura.

Fooligetta WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora