Se sentó junto a la ventana a la espera de la llegada de Malfoy. Por muy raro que eso pudiera parecerle… era lo que estaba haciendo.
Todo lo que estaba pasando parecía salido de una película surrealista. Se había quedado despierto en su habitación hasta que tío Vernon se hubo ido a trabajar, no quería otra confrontación.
Cuando bajó, tía Petunia le había dado una manta y ropa limpia para la bebita. Le informó además que iba a comprar más artículos para bebé. Dicho lo cual se había ido llevándose a Dudley.
Cuando Harry fue a cambiar a la beba se dio cuenta de que la manta que le había dado debía de haber sido la suya. Era roja con un estampado de snitches doradas. Olía a suavizante, estaba recién lavada. Ésa debía haber sido la manta en la que lo habían traído envuelto la noche de la muerte de sus padres. Tía Petunia le había dado además un osito celeste, que también debía de ser el que él llevaba puesto esa noche.
Tía Petunia había guardado esas cosas durante años… ¿por qué? ¿Porque era algo que le recordaba a su hermana?
La beba empezó a llorar arrancándolo de sus pensamientos.
Primero la cambió y la enfundó en el osito celeste, le quedaba grande. Luego le preparó una mamadera y se sentó junto a la ventana a darle de comer y a esperar a Malfoy.
No sabía cómo se llamaba ni de dónde había venido, pero era muy probable que toda su familia hubiese sido asesinada. El pensamiento le produjo un gran dolor… mayor aun al verla vestida con su osito celeste.
La miró con ternura. Era una cosita tan linda. Sonrió. Harry no sabía calcular la edad pero le pareció que no era muy chica, debía de tener varios meses. Lo miraba con sus grandes ojos grises mientras tomaba la leche. Sus rasgos eran tan delicados… y parecía tan frágil. Sin dudas necesitaba de alguien con más experiencia que él para cuidarla.
Cuando terminó de tomar la mamadera se la puso sobre el hombro para que eructara, tal como le había indicado tía Petunia. En ese momento levantó la vista y se sobresaltó al ver a Malfoy observándolo desde el otro lado de la ventana. Malfoy llevaba pantalones grises y camisa verde. Harry revoleó los ojos, incluso para incursionar en un barrio muggle se vestía con colores de Slytherin.
Por un segundo se preguntó si no sería más sensato matar a Malfoy que invitarlo a pasar. Y volvió a presentársele la imagen de Malfoy bajando la varita en la torre y volvió a escuchar la voz de Dumbledore ofreciéndole santuario.
Frunció el ceño, no estaba seguro de que pudiera invitar a Malfoy a pasar, la noche anterior le había dicho que no podía cruzar las barreras. De todas maneras salió a recibirlo.
—¿Está bien? —fue lo primero que preguntó Malfoy.
—Parece que está bien. —le respondió.
Malfoy suspiró aliviado y de inmediato volvió a adoptar la máscara de impasibilidad.
—¿No vas a invitarme a pasar, Potter? —preguntó desdeñoso.
Harry lo miró con hostilidad. —¿No tenés miedo de que haya gente dentro aguardando para capturarte?
Malfoy miró hacia la casa con desconfianza. —Es una posibilidad… —susurró con frialdad.
Harry todavía no sabía por qué no le había avisado a nadie de la visita de Malfoy, lo había considerado pero finalmente había rechazado la idea.
—¿Querés que te capturen? —le preguntó alzando una ceja.
—No. —respondió Malfoy de inmediato— Confiaba en que tu curiosidad de Gryffindor prevalecería y que no se lo notificarías a nadie… hasta saber más, al menos.
Bueno… tenía que admitir que había sabido predecir con sagacidad su comportamiento.
—Invitame a pasar y te voy a explicar, Potter.
—Más te vale que sean muy buenas explicaciones, Malfoy.
—Ya veremos… pero no quiero hablar acá afuera.
—¿Cómo hay que hacer para que puedas pasar las barreras?
—¿Es que acaso no sabés nada, Potter?
—Nunca antes tuve que invitar a un mortífago a entrar.
Malfoy bajó por un segundo la vista a su antebrazo cubierto por la manga larga de la camisa. Luego le dijo la fórmula que tenía que pronunciar.
Harry dudó un momento antes de dar el paso definitivo. —¿Cómo sé que no me vas a atacar a mí o a mis parientes una vez que estés adentro?
—Eso es algo que no podés saber con seguridad. —respondió Malfoy directamente.
Harry frunció el ceño… pero igual pronunció la fórmula.
Malfoy lo miró sorprendido, probablemente no había esperado que lo dejara pasar. —Sos demasiado confiado, Potter. —declaró y enfiló hacia el interior.
Harry lo siguió con el ceño aun más fruncido. No confiaba en Malfoy, pero algo estaba pasando… y tenía que saber. Confiaba en sus instintos; y sus instintos le decían que era conveniente que oyera lo que Malfoy tenía que decir.
Esperaba no estar cometiendo un gran error.
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secretos
RomanceEl verano posterior a sexto año un visitante inesperado aparece en Privet Drive. A partir de allí van a ir suscitándose situaciones que deberán permanecer secretas. Sólo hay un estratega que conoce todos los hechos y que se ocupará de mover las piez...