La última vez que había estado en esa casa había sido 7 años atrás.
Nada había cambiado y, al mismo tiempo, todo era diferente.
Era un cliché narrativo, lo sabía, pero era la única forma en la que podía expresar aquella situación. Siete años convertían a los adolescentes con los que había crecido, amigos y compañeros de clase de ella y su hermano mellizo, en adultos con vidas que nada tenían que ver con quienes habían sido en el pasado.
Ella incluida, por supuesto.
—Me habías dicho que era enorme, pero mierda, no imaginé que tanto.
La voz de Aitana la trajo una vez más al presente.
Aitana, su preciosa constante en esta vida paralela que se desarrollaba frente a ella.
—Estoy segura de que te mostré fotografías. Muchas.
—Si, bueno, no le hicieron justicia. —Se acercó a ella y rodeó su cuello con sus pálidos brazos. —Esta casa es preciosa. Envidio mucho a la mini Eliza que se crió aquí —confesó, y dejó que su boca cayera sobre la suya.
El dulzor del vino que habían tomado antes impregnó su boca. Su lengua acarició la suya, saboreando el licor.
Oh, su chica era tan embriagadoramente adictiva que, si pudiera, la follaría aquí y ahora.
Por supuesto, no podía. No mientras estuvieran en medio de la fiesta de compromiso de su hermano, la cuál era la razón de porqué había vuelto a casa después de tanto tiempo.
Amaba su casa, y a Elie, pero la vida la había llevado a encontrar la felicidad en otro lugar, muy lejos de ahí. Con aquella chica increíble que ahora jadeaba contra sus labios.
—Muéstrame cuál era tú habitación —le susurró, su voz vibrante de excitación.
—¿No es muy temprano para eso? —rió Eliza, acariciando su cintura.
Ella le dedicó una de esas sonrisas que decían que aquello era lo de menos.
Tomando su mano, se alejaron del jardín, dónde comenzaba a anochecer, y volvieron adentro, dónde los invitados charlaban entre sí, felicitando a los futuros novios y deseándoles toda la felicidad del mundo.
Si su madre aún viviera, estaría derramando lágrimas ahora.
Un camarero tendió copas de champán frente a ellas y unos segundos después sonó un tintineo que captó la atención de los presentes.
—Ven. —Eliza guío a Aitana hacia el sillón bajo las escaleras para sentarse juntas mientras Elie empezaba un discurso.
Eliza ya lo había escuchado por videollamada unos días antes, por lo que se concentró en la copa entre sus manos.
De pronto, una sonrisa —la sonrisa de «lo encontré, es mío» —se dibujó en el rostro de su novia.
—¿Y él quién es?
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𝙁𝙪𝙘𝙠 𝙐𝙨, 𝙎𝙚𝙭𝙮 𝙗𝙤𝙮
Romance『 Dos chicas, un desconocido y una noche de fantasías. Escaparse de la fiesta de compromiso de su hermano y follar con su novia en su antigua habitación había sido el plan desde el inicio. Proponerle un trio a su antiguo crush de la secundaria...