7. Turbulentos encuentros y sentimientos encontrados

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También presentes en la velada musical de la Señora Manobal: la señora Im y sus tres hijas mayores (Hana, Hyun y Nayeon, ninguna de las cuales vestía con colores que favorecieran sus cutis); el señor Nigel Berbrooke (quien, como es habitual, tenía...

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También presentes en la velada musical de la Señora Manobal: la señora Im y sus tres hijas mayores (Hana, Hyun y Nayeon, ninguna de las cuales vestía con colores que favorecieran sus cutis); el señor Nigel Berbrooke (quien, como es habitual, tenía mucho que contar, aunque nadie salvo Im Hyun parecía interesada); y, por supuesto, la señora Kim y la señorita Jennie Kim. Esta Autora supone que la invitación a las Kim incluía también a la señorita
Kim Tzuyu, pero no se encontraba presente. Lady Manobam parecía de buen humor pese a la ausencia de la joven señorita Kim, pero, ay, su madre no podía disimular su decepción.
Pero, claro está, la tendencia de la Señora Manobal a hacer parejas es ya legendaria y sin duda no puede estar inactiva ahora que su hija ya está casada con la duquesa de Hastings.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
27 de abril de 1814

Lisa sabía que tenía que estar loca.
No podía haber otra explicación. Su intención era asustarla, aterrorizarla, hacerle entender que nunca podría pretender inmiscuirse sus asuntos y salir indemne, y no obstante... La besó.

Su intención había sido intimidarla, y por eso se había acercado cada vez más, hasta que ella, una inocente, no tuviera otro remedio que sentirse acobardada ante su presencia. Ella desconocía lo que era estar tan cerca de una persona como para que el calor de su cuerpo se filtrara a través de sus ropas, tan cerca como para no saber distinguir dónde finalizaba su aliento y dónde empezaba el de ella. No sabría reconocer el primer ardor del deseo, ni sabría entender aquel calor lento que se extendía en espiral desde el núcleo de su ser. Y aquel remolino de calor estaba ahí. Podía verlo. Pero ella, una completa inocente, nunca entendería lo que Lisa veía con tan sólo un vistazo de sus experimentados ojos. Lo único que ella sabía era que Lisa se alzaba sobre ella, más fuerte, más poderosa, y que había cometido un espantoso error al invadir su santuario privado.

Iba a dejarla justo entonces, iba a dejarla preocupada y sin aliento. Pero cuando les separaban menos de tres centímetros, la atracción se hizo más fuerte. El aroma de Jennie era demasiado cautivador, el sonido de su respiración demasiado excitante.

La comezón del deseo que Lisa había pretendido desatar en ella de pronto se encendió en su interior y extendió una cálida garra de necesidad hasta la punta de sus pies. Y el dedo que acababa de pasar por su mejilla ―sólo para torturarla, se dijo― de pronto se convirtió en una mano que la sujetó
por la nuca mientras sus labios la tomaban en una explosión de rabia y deseo.

Ella jadeó contra su boca, y entonces Lisa aprovecho la separación de sus labios para deslizar la lengua entre ellos. Aunque Jennie estaba rígida entre sus brazos, daba la impresión
de que aquello tenía más que ver con la sorpresa que con cualquier otra cosa, por lo que Lisa se apretó un poco más y permitió que una de sus manos se deslizara por detrás y
sujetara la suave curva de su trasero.

Manobal | Jenlisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora