El rostro de Laurie está sobre mi ombligo, sigo desnuda, con mis piernas abiertas, y esa sensación de lubricidad entre ellas. Me gusta el silencio que hay en el cuarto, porque no es incómodo. No estoy forzada a decir nada, ni a sonreír, o pretender que soy normal. ¡Soy un caos!, lo he sido desde hace seis años, y... es liberador estar con alguien que comprende lo que he pasado.
Sus dedos se entrelazan con los míos, produciéndome hormigueos en mi abdomen bajo. Los suyos tienen estos pequeños tatuajes, de figurillas extrañas. Su espalda y brazos también fueron marcados con tinta. Le pregunto qué significan, y él me dice que son frases de canciones que le gustan, y diseños alegóricos a aquellas cosas que no odia; como el surf, el rock and roll, la cultura japonesa, y la marihuana.
—Quiero hacerme uno en el cuello.
—¡Ni se te ocurra! —le regaño, entre risas—, vas a terminar pareciendo un pandillero.
Él alza su barbilla, me mira, fijamente.
Se humedece los labios con la lengua. Después, me da un besito, en mi ombligo.
Me estremezco, suspiro.
Pongo mis talones sobre sus hombros, y dejo que haga lo que quiera conmigo.
Estoy ardiendo, siempre ardo cuando me acaricia.
—Laurieeee —clamo, cuando se atreve a estimularme en ese recoveco prohibido. Nadie nunca me había chupado allí, y se siente muy bien. Alzo mis glúteos, para que me pueda lamer aún más profundo.
La bola de fuego se vuelve a formar dentro de mí, estoy por llegar al orgasmo, y para apresurarlo, me toco a mí misma, hasta venirme.
—Oh, Laurie...
Él se aparta, va al baño a lavarse. Al regresar, me da un beso en la boca, que me sabe a menta.
Es tarde, pienso que es prudente que regrese a mi casa. Intento ponerme la ropa, pero Laurie me lo impide, envolviéndome con sus brazos fuertes. Vuelvo a caer en la cama, y me echo a reír.
—No, K... Quédate conmigo —expresa, sus manos están sobre mis senos. Y no me molesta, porque se concibe perfecto, cuál si fuesen sido creadas para ajustarse a mi medida—. Durmamos un rato, y luego, por la mañana, te haré el desayuno.
Cierro mis ojos, cedo al sueño. No tengo pesadillas, realmente descanso.
Al despertar, estiro mis brazos y emito un bostezo. Los ojos me escuecen, y tengo migraña.
Detallo el cuarto, como no lo hice por la noche.
Las paredes son negras, y los muebles blancos. No hay afiches, ni nada de adolescentes. Todo es sofisticado, y muy pulcro. Noto la tabla de surf que está en una esquina, también una guitarra...
¿Laurie habrá compuesto alguna canción?
Me levanto, cojo mi camisa del suelo, y me la pongo.
Entro al baño, hago mis necesidades, y me echo agua por la cara.
Me observo en el espejo.
Estoy toda despeinada, con mis ojos enrojecidos, y mis mejillas muy coloradas.
Paso mis dedos sobre las marcas que mi amante me ha causado. Tengo un cardenal en mi cuello, grande y púrpura.
Me muerdo el labio, y me estremezco, al evocar todo lo ocurrido en la noche... Ha sido la mejor experiencia sexual que he tenido, y me genera algo de culpa. Porque pienso en Ethan, en las promesas de amor que una vez le hice.
Mis manos se ponen temblorosas, y los ojos se me humedecen.
Abro un gabinete, y encuentro lo que necesito.

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Summertime Sadness: Amor de Verano
RomansaCuando el novio de Kristen falleció inesperadamente, su mundo se vino abajo. La culpa de su muerte recayó sobre ella y, tras la graduación de preparatoria, huyó del pueblo. Sin embargo, al perder su empleo y enfrentar problemas financieros, decide v...