La casa parece estar vacía, los canes no tienen intención de romper el silencio ensordecedor que abruma al actor.
Sobre la cama, varias maletas vacías y un montón de prendas de vestir esperan por él para ser organizadas.
Suelta un suspiro observando el teléfono que se encuentra en medio de aquel desorden. Duda un par de segundos antes de ir por él, tomando la decisión de arriesgarse a cometer una posible locura.
Luego de un par de tonos escucha la suave voz capaz de sacarle una sonrisa en todo momento.
–Hola. –contesta tranquilo, pero emocionado.
–Buenos días Andresito. ¿Cómo estás?.
–Bien... –responde dudoso, rápidamente agita la cabeza decidido a contarle el porqué de su llamada. –Hermosa, ¿podemos vernos?.
–¿Ahora? –sorprendida, suelta una risita nerviosa.
–Si, ahora. ¿Puedes venir a mi casa? Necesito verte.
–Andrés, ¿sucede algo? –pregunta esta vez preocupada. El tono cansado del moreno no pasa desaparecido para ella que lo conoce tan bien.
–Solo ven, por favor...
–Claro, te veo en una hora –dice un poco confundida. No entendía la actitud del actor, pero si necesitaba de ella no iba negarse.
–Gracias...
La llamada se termina y Andrés se queda en su lugar. Su vida había cambiado tanto en los últimos meses que aún no se acostumbraba al cambio, aunque estaba convencido de que debía poner fin a tanto tormento.
Tomar una decisión definitiva, ese era el plan.
Observa la hora y comienza a arreglar sus maletas. El viaje estaba programado para el día siguiente luego de dar un par de entrevistas con su coprotagonista en la televisora; no podía retrasarlo más.
Aún metido en sus pensamientos, comienza a doblar las camisas sin ponerle atención al paso del tiempo. En un abrir y cerrar de ojos escucha el timbre. Regresa a la realidad percatándose de que nada había cambiado mucho, aquel montón de ropa permanecía casi intacto sobre la cama.
Rápidamente y luego de escuchar por segunda vez aquel sonido tan particular, deja todo como está y corre a la puerta para recibir a la rubia.
Estando frente a ella no duda a la hora de atraerla a un apretado abrazo. Sus brazos le rodean el torso con fuerza, temiendo no sentirla así de cerca nunca más. De pronto entendió que el tiempo que estuvieron alejados se sintió como una tortura.
El afectuoso contacto se extiende lo suficiente para que ambos disfruten el encuentro, aunque poco después les toca separarse.
Andrés comienza a soltar a la actriz lentamente, y, sin despegarse por completo, acerca el rostro a la mejilla de Aracely con intención de besarla, sin embargo, su subconsciente lo traiciona y termina besando la comisura de su boca.
Al darse cuenta del error, aclara la garganta dando un paso hacia atrás.
–Soy un pésimo anfitrión por no invitarte a pasar. –comenta alivianando la tensión. –Perdón, adelante... –le sonríe.
–Gracias –sonríe entrando a la propiedad. Su mirada curiosa recorre el lugar mientras el moreno cierra la puerta detrás de ella.
–¿Gustas algo de tomar?.
–No, corazón –se gira para verlo. –¿Me dirás qué pasa contigo? –pregunta sin rodeos. Conocía lo suficiente a su compañero para darse cuenta que no estaba atravesando una buena etapa en su vida.
–¿Me acompañas a la habitación? Lo siento, es que debo terminar las maletas y al parecer, hoy es mi día de hacer las cosas mal.
–¿Te vas? –pregunta accediendo a acompañarlo.
–A Mérida, –asiente –aún tenemos grabaciones allá.
–Me preocupé cuando recibí tu llamada –dice dejando sus pertenencias a un lado para acercarse a él cuando entran a la recámara. Andrés ya estaba frente a la cama.
–¿Qué haces? –cuestiona al ver como le quita la ropa de las manos.
–Ayudarte –responde obvia.
–Ni hablar –niega –no te llamé para esto.
–Relájate Andrés, no se me van a caer las manos por ayudarte –sonríe.
El actor baja la cabeza sin decir más, y por un par de minutos se mantienen en silencio doblando las prendas.
–Te extrañaba... –dice rompiendo el silencio, pero sin mirarla –Regresar a Mérida es recordar que estaré alejado de las personas que quiero. No es agradable pasar los fines de semana viendo a tus compañeros convivir con su familia mientras que yo no tengo a nadie... –suelta un suspiro –Sólo quería pasar un rato contigo, –levanta la vista para al fin, verla a los ojos –llevarme algo para recordar en las noches –sonríe apenado.
Aracely sonríe llevando su mano a la mejilla del actor para acariciarlo.
–¿Y tus hijos? Se acerca el día del padre.
–Están con su mamá, no puedo obligarlos a hacer un viaje tan largo sólo por un día –da de hombros –no es justo para ellos... Supongo que así es la vida del actor.
Ella niega acortando la distancia entre ambos. Quería brindarle apoyo, ser la fuerza que, en algún momento, él fue para ella.
–Yo también saldré de la ciudad –comenta calmada mientras se separan –tengo un par de compromisos, pero si está en mis manos, iré a visitarte.
–Ara no, no tienes que hacerlo. Créeme, lo que menos necesito es tu lástima.
–Andrés, estuviste para mí en el peor momento de mi vida. –toma sus manos –¿Crees que me molesta tomar un avión para ir a verte al fin del mundo? –dice haciéndolo reír –te quiero mucho Andy, por ningún motivo pienses que te tengo lástima, eso es lo que menos siento por ti.
–¿Qué sientes por mi? –cuestiona en un tono apenas audible.
Sabía perfectamente los sentimientos de la ojiverde hacia él, eran esos mismos que aceleraban su corazón cada vez que la tenía enfrente. Aún así necesitaba confirmarlo, saber que pese al tiempo y la distancia, no era el único que se sentía así.
Deseaba creer que no estaba amando solo.
–¿Es necesario decirlo? –alza una ceja.
Él sonrie negando antes de apoderarse de sus labios.
La rubia recibe dichosa los labios del actor, sus lenguas se reconocen y comienzan una batalla sin tregua. Es un beso tranquilo que no tarda en volverse volcánico. Sentir nuevamente el encuentro de sus bocas provoca en ambos una repentina sensación de querer más... Andrés la toma por la cintura pegándola un poco más a su cuerpo, posibilitando así que la rubia profundice más el ósculo que los conduce a la locura.
La falta de aire hace que el moreno comience a separarse lentamente, y aunque intentó hablar, fue la actriz quien lo sorprendió con sus próximas palabras:
–Te adoro Palacios, y si me toca recorrer medio país para verte lo haré, porque estoy convencida que tú harías lo mismo por mí.
–No lo dudes ni un segundo. –sonríe acariciándole el labio inferior –Me encantas rubia, y si decides visitarme, haré de tu estadía la mejor experiencia de nuestras vidas.