París 1915:
En una habitación de hospital iluminada por la suave luz de la luna, que se filtraba a través de la ventana, juguetes esparcidos y dibujos en las paredes contaban la historia de un niño que una vez llenó aquel espacio con risas y juegos. Sin embargo, ahora todo parecía encontrarse en silencio, excepto por la respiración entrecortada de un pequeño cuerpo en la cama.
Arrastrándome entre las sombras de los pasillos, me acerqué a la habitación donde aquel infante, no mayor de ocho años, se encontraba al final de su vida. La causa, aún desconocida. Aunque recuerdo haber escuchado a varios doctores decir que era algún tipo de cáncer, todavía no podían afirmarlo con certeza, ya que no habían podido identificar cuál era.
—Vaya, las cosas de las que uno se entera siendo el ángel de la muerte —dije en voz baja mientras volaba encima de aquellas personas—. Aunque, siendo honestos, no importaba realmente si hablaba fuerte o bajo; no es como si ellos pudieran verme o escucharme. Para la mayoría de los humanos, los seres como yo éramos invisibles, y no es como si alguna vez, durante todos estos milenios, mi existencia hubiera importado.
Al momento de entrar a su habitación, pude notar que a su alrededor había figuras de animales y peluches, los cuales parecían vigilarlo, como si trataran de protegerlo de cualquier mal. Recuerdo también que varios doctores, incluyendo a los padres de aquel niño, tenían esperanzas de que él pudiera sobrevivir; más yo sabía que esta era su última noche.
Me senté junto a él y acaricié su cabeza, transformando mi apariencia en la de aquella persona que más amó en su vida.
—Mi pequeño ángel, es hora de irnos —susurré con dulzura, mientras acariciaba su mano—.
—¿Mami? ¿Eres tú? —preguntó con una voz que era apenas un susurro—. El niño abrió los ojos, y por un instante, una sonrisa iluminó su rostro. Vio a su madre, o al menos, a quien creía que era su madre.
—Sí, mi amor. —respondí, tomando su mano con suavidad—. —Es hora de ir a un lugar donde no haya dolor, donde puedas correr y jugar libremente; donde siempre es primavera y puedes tener todas las aventuras que quieras.
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Karma: Una historia de dos condenados.
Fiksi Sejarah"Si piensas que vivir es difícil, imagina vivir con la muerte." Mateo era un chico normal de apenas 14 años, iba a la escuela como todos los demás, jamás pensó que su vida daría un giro inesperado solo por leer unos cómics en una página +18. Ahora a...