5.

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Al día siguiente, Enzo se da cuenta de que si no confronta a Julián para que tengan una conversación clara de una buena vez, los van a rescatar y muchos de los temas que tocaron durante su estadía en la cabaña se desvanecerán para siempre.

Lo difícil es saber exactamente qué debería decirle a Julián. Sería más fácil si no fuera su amigo, para que haya menos que perder. Además, que le haya dicho que siente atracción por los hombres no significa que sienta atracción por Enzo. Sería muy arriesgado saltar a esa conclusión sin ningún fundamento.

De manera inconsciente, comienza a ensayar conversaciones mentales, que suelen empezar con frases tranquilas como "Juli, me gustaría que hablemos" pero suelen escalar demasiado rápido y terminar con algo como "a veces siento que te quiero meter la pija en la garganta hasta que te ahogues".

Otro problema que agrava su situación es que Julián tiene la inquietante costumbre de sacarse la ropa y andar por la casa semi desnudo, lo que hace que Enzo tenga que encerrarse en una habitación y repasar las estrofas del himno en su cabeza hasta lograr aplacar su erección.

Y es como si Julián hubiera desarrollado un sexto sentido para el problema de Enzo. Justo en los momentos en que Enzo siente que necesita estar solo para poner en orden sus pensamientos, Julián aparece de la nada para darle una mano con la comida o para seguir la búsqueda del generador.

Tal vez no es un sexto sentido, sino el innegable hecho de que son solo dos personas en una cabaña enterrada por la nieve.

Casi como oyendo sus pensamientos, Julián aparece de pronto en su habitación mientras Enzo ordena ropa, tarea que había elegido deliberadamente para alejarse de Julián.

—Enzo.

—Juli —no levanta la mirada al hablar. Quiere evitarle a Julián el problema de comérselo con los ojos, una mal hábito que desarrolló recientemente y le está costando dejar.

—Tengo un problema.

Ante eso, Enzo rompe su propia regla y levanta la mirada. Escanea con rapidez el rostro de su amigo, pero no encuentra rastros de tristeza o preocupación. Más bien luce avergonzado.

—¿Qué pasa?

Julián posa la mirada en el piso.

—Desde que estamos acá me está costando...

Se queda en silencio y sigue sin levantar la mirada.

—¿Sí?

—Desde que llegamos acá a la cabaña no pude... me cuesta mucho...

—¿Cagar? —intenta adivinar Enzo.

—¡No! No, no es eso... —responde Julián, levantando la mirada involuntariamente.

Ah, tiene los cachetes colorados.

—Perdón amigo, te quiero ayudar pero para eso me vas a tener que decir lo que te pasa.

—¡Ya sé! —exclama Julián, alterado —. Si me dejas hablar te lo voy a decir...

Se nota que la está pasando mal y a Enzo lo divierte un poco.

Enzo apoya la ropa sobre la cama y se voltea para observar a Julián de frente como diciendo "tenés toda mi atención".

Esto parece tener el efecto opuesto en Julián que parece menos dispuesto que nunca a soltar lo que le pasa. Se rasca la nuca con la mano y junta fuerzas para hablar.

—No hace falta que me lo digas si te hace poner tan...

—No pude acabar ni una vez desde que estamos acá —suelta Julián hablando tan rápido que parece que dijo todo como una sola palabra.

Atrapados | Julián x EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora