Quedarse viendo al reloj marcar cada segundo y minuto hasta transformarse en horas no era una actividad precisamente divertida, y sentía que el reloj estaba roto ya qué cada segundo se sentía como media hora; media hora en la qué su "amigo" no llegaba, media hora en la que probablemente este se iba poniendo más y más ebrio.
Temía por el estado en el que este llegaría, porque al día siguiente estaría de un humor incontrolable, pero el sujeto era un masoquista qué no conforme con destruir su hígado parecía hacer todo lo posible por tener la peor resaca al día siguiente.
Mientras el tiempo pasaba se convencía a si mismo de que habían pasado muchas más cosas: no había servicio de taxi disponible, no llegaban hasta aquella zona, o tal vez se quedó dormido «sí, eso debe ser» pensó. No es que no haya lidiado con Murdoc en estado de ebriedad antes; lo había hecho solo muchas veces también, el problema es que esa misma tarde antes de qué este se fuera hizo una idiotez, y no conforme con arruinarle un momento al mayor, en lugar de hacerse responsable simplemente huyó y se encerró en su cuarto.
«Que se apiade de mí» pensó entre burla y preocupación por lo que sucedería. Lo que hizo fue una total estupidez, no era la primera vez que lo hacía y se suponía que ya debió haber sido la última, y en lugar de disculparse y prácticamente rogar perdón solo se encerró en su habitación hasta escuchar cuando Murdoc se iba, asotando la puerta y maldiciendo.
Había perdido de vista al reloj, y aún si seguía ansioso por la llegada del verde, decidió que mejor evitaría recibirlo esta vez y se iría a su habitación a dormir, solamente para que al momento de ir a acostarse en su cama escuchara el ruido de las llaves, la puerta abriéndose y lo que suponía era una maceta cayéndose. «Vaya suerte más jodida la mía» intentó reír para no colapsar en frustración. Intentó hacer como que nada pasaba e ir a dormir, «quizá y Murdoc se queda dormido en la sala como de costumbre» pero los ruidos en la cocina decían lo contrario. No quería salir, pero no había nadie más que él y ahora Murdoc en la casa, y prefería que todo se quedara en orden para cuando los demás volvieran.
Intentando hacer el menor ruido posible salió de su habitación, y al llegar a la cocina encontró todos los cajones y muebles abiertos con todas las cosas por fuera, regadas en el piso y a al satanista removiendo uno de los cajones más bajos con desespero. Confundido preguntó simple:
—Murdoc, ¿qué haces?— se acercó lento, para evitar movimientos bruscos en el contrario. Este se levantó, y ahí lo pudo ver más claramente: tenía bastantes golpes en la cara y un rasguño debajo del ojo. —¿Qué te pasó?— preguntó naturalmente preocupado.
—Nada de tu interés— respondió de forma arisca. —Mejor dime dónde está el botiquín, me arde la cara— dijo sin voltear a verlo aún revisando el cajón aunque ya estaba vacío.
—Está en el baño... ¿No quieres que lo traiga por tí?— preguntó tratando de mantenerse en calma.
—Solo traelo, de paso hazme de comer— Ordenó como si fuera el amo y señor de la casa, 2D ni siquiera se inmutó por ese comportamiento e hizo ambas cosas sin darle mucha importancia; «Murdoc es así siempre que esta ebrio de cualquier forma» así que no valía la pena molestarse o preocuparse.
Después de unos minutos llegó con un sándwich qué se veía hecho en la menor cantidad de tiempo posible junto al botiquín. Sin esperar ninguna orden comenzó a sanar las heridas en la cara del otro, sorpresivamente no se quejó, no gruñó o le dio algún manotazo por estar tan cerca de su rostro, solo estaba en silencio, en paz y aunque a 2D le gustaba, no podía parecerle menos extraño ese comportamiento, así que nuevamente y esperando que ahora por su tranquilidad hablara, volvió a preguntar:

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On a drunken night [2Doc]
FanficOn a drunken night you saw me to the bones, on a drunken night I saw your heart. Nervoso, ansioso, y desesperado, así era como se sentía esperando a que su "amigo" llegara de una salida esperando a que las cosas no se descontrolaran demasiado una ve...