Capítulo 2

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El bosque era un lugar peligroso, con decenas de hectáreas de árboles imponentes y oscuros secretos. Nunca había sido un lugar seguro y desde hacía algunos años había empeorado. Entre sus ramas y arbustos se escondían horrores familiares, pero también monstruos desconocidos.

Una de las reglas más importantes del pueblo y de los pueblos aledaños, que la seguían desde los niños más pequeños hasta los ancianos en sus camas, era sencilla: nunca salgas al bosque solo. No importaba si no tenías comida, o si eras un mercader, o si necesitabas leña. JAMÁS debías de salir solo.

Siempre que se necesitarán personas en el bosque debían de salir en grupos de al menos 3 personas y seguir las precauciones rutinarias. Mantenerse cerca de los caminos, no alejarse mucho del pueblo y evitar salir de noche. Todos seguían las reglas y las reglas los protegían.

Razones por las cuales, era un problema tan grande que la asociación completa de leñadores se hubiera perdido en el bosque.

"Pero no lo entiendo, son 10 personas. ¿Cómo pudieron haber desaparecido así nada más?" Exclamó Marinette.

Nino sacudió la cabeza.

"Ya llevan una hora de atraso Mari. Y tú cómo es como son sus horarios. Jamás llegan tarde cuando entran al bosque." El chico se encogió de hombros. "Lo más probable es que hayan encontrado problemas."

Marinette reprimió el impulso de echarse a llorar en medio de la plaza principal.

"¿Ni siquiera uno de ellos ha regresado?"

Nino sacudió la cabeza, mirando hacia el sueño.

"¿Y las brigadas de rescate? ¿Ya se ha organizado algo?"

El Moreno frunció el ceño. "Parece que quieren organizar algo, pero van muy lento. Y están hablando de esperar hasta mañana."

"¡Pero nuestros hombres están allá fuera ahora! ¡Si la brigada de rescate sale hasta mañana, puede ser que sea muy tarde!"

"Lo sé, lo sé, pero... Félix no quiere que nadie salga a estas horas." Suspiró el chico. "Ahora lo están discutiendo con él."

Marinette suspiró y peleó contra las ganas de sacudir a Nino de los hombros, pero al final solo miro al suelo. no era culpa de Nino que no pudiera hacer nada. Apenas había entrado a la guardia hace unos meses.

La chica se dio la vuelta y caminó con pasos fuertes hasta llegar al grupo principal de discusión entre los soldados y la gente del pueblo, hasta que pidió divisar a la distintiva cabellera rubia.

"¡Félix! ¿Cómo puedes decir que el equipo saldrá hasta mañana?"

El chico levantó sus ojos verdes hacia ella.

"Ah, Marinette," dijo recorriéndola con la mirada. "No sabía que estabas en la plaza."

Félix, heredero de la industria textil de los Agreste, un par de años mayor que ella. El capitán más joven que la guardia del pueblo hubiera tenido después de que el hombre anterior fuera perdido en el bosque hace dos años. Prepotente y egoísta, pero demasiado rico como para poder ponerle un alto. El pequeño pedacito de infierno personal de Marinette.

"Nino me acaba de decir que la patrulla saldrá hasta mañana. ¡Tú sabes mejor que nadie cuánto vale cada segundo! ¡Los hombres podrían seguir allá fuera!"

El chico se alejó de los otros hombres, que ahora la miraban con curiosidad.

"Tú sabes que el bosque es peligroso, Marinette. No podemos permitirnos bajas en la empresa suicida que sería salir a esas horas."

"¡Pero nuestros hombres están allá afuera! ¡Mi padre está allá afuera! ¡No podemos dejarlos en peligro."

La gente a su alrededor comenzaba a apoyarla.

La leyenda de Chat NoirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora