𝘐𝘯𝘵𝘳𝘰𝘥𝘶𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯

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Los pasos de la hierba mojada siendo pisada constantemente delataban sin duda a aquella pelinegra de ojos azules que corría como si su vida entera dependiese de ello, necesitaba alejarse lo más pronto posible de ahí y encontrar un lugar seguro en donde nadie pudiese encontrarla, no deseaba volver a ese espantoso lugar a ser vendida como un objeto para servir a los demás, no cuando antes solía tener una hermosa vida tranquila lejos de allí. Pronto los gritos de los hombres que estaban detrás de ella hicieron que sus ojos se abrieran más de lo normal por el horror de ser encontrada, cosa que eventualmente sucedió al llegar a un camino en donde fue interceptada y derribada gracias a una fuerte cachetada.

-Tú, maldita escoria.- Escupió con desprecio su actual "dueño" quien le había sujetado de la mano para que se pusiera de pie, pero ella no planeaba cooperar.- ¡Muévete! Si no fuera porque te he conseguido un buen precio... Te juro que te mataría.-

-¡Que todos los dioses desaten su ira sobre ti, maldito!.- Grito aquella chica griega mirándolo con desprecio e ira, ganándose otro golpe, pero esta vez en su estómago, el cual le había hecho perder el aire.

-¡Eres una...! -Estaba dispuesto a volver a golpearla, pero el sonido del relinchido de un caballo hizo que fijara su atención frente a él, percatándose de la presencia de varios hombres que se habían detenido justo frente a ellos.

De uno de los caballos defendió un hombre alto de finas ropas y un peculiar cabello rojo que se acercó estés con una cara llena de seriedad.

-¿Se puede saber a caso el porqué golpean a esta pobre mujer?.- Pregunto al estar frente a estos que tenían la cabeza baja.

-Efendi, esta esclava ha intentado huir de su comprador y lo ha insultado.- Contesto uno de los empleados del vendedor de esclavos.- Si no los permite nos llevaremos a la mujer y se la entregaremos a su nuevo comprador.-

Este dirigió la mirada a la pelinegra que se encontraba aún en el suelo sin poder dejar pasar lo atractiva que esta era a pesar de las condiciones en las que se encontraba.

-¿Cuánto es lo que quieres por ella?.- Pregunto sorprendiendo a todos, incluso a la que se encontraba de rodillas, haciendo que subiera rápidamente la vista para observar por primera vez al recién llegado.- Dime tu precio y me encargaré de pagártelo, así te quitaré los problemas de las manos.-

Y dicho esto uno de los hombres que acompañaban al pelirrojo saco una bolsa que parecía estar llena de monedas por lo cual los ojos de estos brillaron al tenerla en manos, dándose cuenta de que era mucho más de lo que habían ofrecido por la chica en un inicio. Al cerrar el trato estos sin más se marcharon dejando a la mujer tirada frente aquel hombre desconocido para ella quien la miro un poco antes de agacharse a su altura para sujetar suavemente su rostro y limpiar la sangre que salía de su labio inferior mientras esta aún yacía estupefacta.

-No te preocupes, ahora estarás en buenas manos.- Dijo antes de volverse a poner de pie.- Llévenla al palacio, quiero que la bañen y la integren al harem.-

Fue solo cuando sintió ser levantada del suelo y subida a un caballo que se dio cuenta de que lo que más temía al final estaba pasando y la opción de escapar ya no era para nada viable, pues si lo hiciera sería fácilmente encontrada por aquel hombre que ya la había comprado. Fue así que aun contra su voluntad acepto su destino mientras sentía toda la esperanza abandonar su cuerpo.

El camino terminó llevándolos a la entrada de lo que parecía ser un gran palacio en el cual descendió y entro por una perta que estaba claramente lejos de lo que sería una entrada majestuosa, siendo llevada a una habitación en donde una mujer de un semblante hostil la reviso completamente antes de llevarla a asearse para otorgarle nuevas prendas e introducirla a una habitación que estaba llena de mujeres que no paraban de mirarla con curiosidad mientras comenzaban a hablar entre ellas en susurros.

-A partir de ahora eres parte del harem de su alteza el príncipe Selim.-Le dijo aquella mujer que la había ayudado a bañarse mientras la llevaba a una de las camas vacías.- Este será ahora tu hogar, aquí nos encargaremos de educarte correctamente para que no tengas ningún problema viviendo aquí.-

Y sin más se retiró dejándola ahí tan confundida y perdida observando su alrededor, pues si bien sabia algo de la lengua turca apenas su cerebro había podido procesar toda la información recibida. Lo único que deseaba en ese momento era encontrar una manera discreta de escapar de aquel lugar, deseando poder regresar a su hogar con su familia.





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𝗘𝗹 𝗔𝗺𝗼𝗿 𝗤𝘂𝗲 𝗥𝗼𝗯𝗲→ ┐𝙎𝙝𝙚𝙙𝙯𝙖𝙙𝙚 𝙎𝙚𝙡𝙞𝙢└Donde viven las historias. Descúbrelo ahora