☀︎︎Tan pronto como ingreso a aquel harem fue sometida a demasiadas clases tanto de comportamiento como de entrenamiento, ninguna mujer en el harem se atrevía a tan siquiera tocarle un solo cabello, pues ella a pesar de nunca haber entrado a los aposentos del príncipe, era su protegida.
Tan pronto como pudo entender el idioma de los turcos los chismes comenzaron a llegar a sus oídos por parte de una criada de origen albanés que llevaba más tiempo que muchas criadas en aquel lugar, quien se encargaba de ayudar a educar a las futuras odaliscas. Esta mujer de nombre Anisa se había convertido en la mujer más cercana para ella, quien se había encargado en todo momento de protegerla de las garras de Canfeda, quien le servía a la favorita del príncipe, Nurbanu Hatun.
Fue por esta misma que escucho aquel rumor a voces de que la señorita Nurbanu había sido mandada por órdenes especiales de la esposa del sultán y la madre del joven gobernante de la provincia, siendo una protegida de la mujer más poderosa del imperio. Esto era una clara señal de que debía mantener su distancia lo más posible y tratar de no enfadarla, pero a pesar de su gran deseo por evitar cualquier tipo de descontento ella era solo una criada más que estaba a órdenes del príncipe, quien constantemente preguntaba sobre ella.
Así paso el tiempo hasta que una mañana se le asignó el llevarle el desayuno junto a un grupo de criadas para el joven pelirrojo quien la noche anterior, como la mayoría de noches, había estado bebiendo demasiado. En silencio y sin ninguna otra opción acato la orden, llevando con cuidado aquella bandeja de plata con diferentes panes, mieles, jaleas y frutas, esperando pacientemente en la puerta de la habitación hasta que se les diera el permiso necesario de entrar.
Durante su estadía en aquel lugar y gracias su conducta calmada había podido estudiar un poco el lugar donde se encontraba, buscando puntos débiles y sitios por los cuales pudiera escapar, memorizando recorridos, actividades y pequeños escondites. Sacudió su cabeza levemente regresando a su realidad cuando la puerta fue abierta por el guardia, dejándolas entrar a la habitación para acomodar aquella mesa, dejando todos los deliciosos manjares listos para ser probados. Cuando su labor estaba cumplida las jóvenes criadas reverenciaron dispuestas a marcharse, dejando solo a una de ellas para servirle bebida al príncipe, entre las mujeres que estaban dispuestas a retirarse obviamente se encontraba ella, pero antes de poder lograr su cometido la voz del hombre las interrumpió.
-Esperen un momento.-Dijo aquel joven hombre pelirrojo que se encontraba de pie, mirando a las jóvenes eslavas con una mirada seria.- Tú, la mujer del camino, quédate y sírveme.-
Ordeno sorprendiéndola tanto a ella como a la castaña que sostenía la jarra de jugo fresco, quien aún en contra de su deseo le entrego su tarea a ella. Las mujeres restantes abandonaron la sala dejándolos a ambos solos, claramente sintió la mirada del príncipe sobre ella a pesar de mantener su cabeza agachada.
Sin mucha más interacción este se dispuso a sentarse para disfrutar de su desayuno, dejando que la joven criada se acercara a su lado para servirle.
-Aún no sé tu nombre.-Dijo mientras esta llenaba su vaso con cuidado de no derramar nada.- Cuéntame, ¿De dónde vienes tú?-
-Me llamo Aretha de Athanasidis.- Contesto a la pregunta con un tono sutil mientras alejaba la jarra.- Mi hogar solía ser Delos antes de que unos bandidos nos atacaran de camino a la gran ciudad de Atenas.-
Cuando menciono aquello una chispa de añoranza cruzo por sus ojos, el recuerdo de su padre y sus hermanos llego a su mente, recordándole la perdida de su hermano mayor, quien murió a manos de estos. Por otra parte, esto solo despertó la curiosidad del joven príncipe hacia aquella mujer que se encontraba a su lado.
-Así que eres de las tierras en donde los grandes pensadores han emergido.-Murmuro contra su vaso antes de darle un trago.- Sin duda eres una preciosa joya que ha caído en mis manos.-
Al escuchar aquello no pudo ocultar una leve sonrisa que se asomó de sus labios, aquella imagen sin duda era toda una obra de arte ante los ojos del hombre y lo supo desde la primera vez que se cruzó en su camino, ella era un regalo de Allah que no pensaba desaprovechar.
-Ven, siéntate conmigo.- Le invito a tomar asiento en el cojín que estaba frente a él, deseoso de escuchar más sobre su nuevo interés.- Me encantaría escuchar más sobre el lugar del que vienes.-
Fue así que una plática amena surgió entre ambos mientras probaban y saboreaban la comida que estaba a su disposición, las risas pronto llenaron el lugar mientras el joven hombre se deleitaba de las historias de un lugar lejano, dándose cuenta de que aquella hermosa mujer no solamente era atractiva, sino que también poseía un conocimiento extraño de encontrar en una joven doncella.
Fue así que gracias a su compañía disfruto de uno de los mejores desayunos de su vida como príncipe, olvidándose momentáneamente del mundo fuera de las paredes de su habitación y de los problemas que ocurrían en su vida, pero el deber siempre terminaba llamando a su puerta.
-Príncipe Selim, es hora de la reunión con el consejo.- Informo uno de los Agas quién había irrumpido en la habitación, cortando aquel momento de felicidad.
Aunque algo frustrado termino asintiendo y ordenando que los dejaran un momento más a solas, colocándose de pie y siendo seguido por la joven peligra de hermosos ojos azules que una vez más mantenía su mirada baja. Lentamente, se dirigió a uno de sus cajones del cual saco algo antes de regresar frente a esta, llevando su mano con delicadeza al mentón de la mujer y alzando su mirada con ayuda del dedo índice, verde y azul chocaron en una mirada mientras este le dedicaba una cálida y genuina sonrisa.
-Estoy deseando vernos de nuevo.- Murmuro en un tono profundo, llevando sus manos a las de la jovencita para sujetarlas con delicadeza, depositando algo entre estas antes de alejarse y salir de la habitación.
Aretha se encontraba completamente paralizada mientras sentía su corazón latir con fuerza ante aquel acercamiento inesperado, su vista bajo rápidamente a sus manos en las cuales se posaba un sedoso pañuelo morado, que le había entregado el príncipe Selim personalmente. Al notar esto el aire abandono por un momento sus pulmones, dejando que la realidad la golpeara con brutalidad ante lo que esto significaba.
Entraría a la cama del príncipe Selim.
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𝗘𝗹 𝗔𝗺𝗼𝗿 𝗤𝘂𝗲 𝗥𝗼𝗯𝗲→ ┐𝙎𝙝𝙚𝙙𝙯𝙖𝙙𝙚 𝙎𝙚𝙡𝙞𝙢└
Fanfiction"𝘛𝘶 𝘺 𝘺𝘰 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘴𝘦𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘪𝘨𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘵𝘶 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘴 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘢𝘮𝘰𝘳, 𝘺𝘰 𝘤𝘢𝘱𝘵𝘶𝘳𝘦 𝘴𝘶 𝘢𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘱𝘦𝘰𝘳 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰" 𝘌𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘯𝘢...