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Jeno nunca ha tenido buena suerte en su vida. Amaba a los gatos, pero era alérgico a ellos; amaba su cabello largo pero debía de cortarlo por los reglamentos de su escuela; amaba ejercitarse pero seguía estando súper inseguro de su cuerpo (¿Por qué debía de tener una cintura tan pequeña pero grandes muslos?); amaba leer cómics, jugar en su pc y quedarse hasta la madrugada despierto, pero en el proceso su miopía solo empeoraba cada vez más; amaba a Na Jaemin pero su timidez le hacía huir del chico en la mínima oportunidad, a pesar de que Jaemin haya intentado hablar con él en repetidas ocasiones.

Así que sí, la buena suerte era extremadamente escasa en su vida. Lo único en lo que destacaba alguien como Jeno era en ser un excelente estudiante y algo así como el chupamedias de los profesores, con sus enormes lentes y sus gigantes suéteres que ocultaban una gran parte de su físico a causa de su inseguridad.

Tenía muy pocos amigos que veía de vez en cuando en los pasillos pero que nunca se detenía a hablar con ellos porque parecían inmersos en un tema que era mucho más importante que Jeno.

Por lo que Jeno se la pasaba solo mayormente, pero igual no era algo trágico para él porque ya estaba acostumbrado, y en cierta forma era una ventaja para él al estar preparándose tan duro para graduarse con honores y tener la oportunidad de ingresar a la universidad que él quería. Se había acostumbrado a la tranquilidad de la biblioteca en los recesos, el ligero frío que sentía de la ventana abierta a pocos pasos de donde se sentaba en la última mesa oculta detrás de tantos estantes, y a la paz que sentía de la soledad.

Sus días pasaban muchas veces así de tranquilos y normales para él.

Pero otras veces, la pésima suerte que poesía en su alma arruinaba muchos de sus días.

Ese día genuinamente parecía que iba a ser genial para él cuando comenzó. En el camino hacia su colegio se encontró con muchos gatitos desde lejos, así que pudo verlos y no sufrir con sus alergias. Cuando llegó a la entrada, Na Jaemin, su mayor enamoramiento de toda la vida y el chico que era dueño de todas sus fantasías, se encontraba recargado en una de las paredes charlando con uno de sus amigos, viéndose totalmente apuesto y sexy sin necesidad de hacer mucho esfuerzo, así que Jeno también tuvo la misma oportunidad que con los gatos: lo pudo ver desde lejos por mucho tiempo hasta que cruzó la puerta de entrada.

Jaemin no lo notó tampoco, lo que alegraba el corazón tan tímido e introvertido de Jeno, ahorrándose de sentir un poco de ansiedad tan temprano en su día.

Mientras caminaba por los pasillos, seguía reviviendo en su mente lo bello que estaba Jaemin ése día: con su saco del colegio olvidado, usando solo su camisa de vestir arremangada en los codos, algunos botones desabrochados con un poco de su pecho descubierto. Su corbata igual estaba un poco desordenada, y todo el look se completaba con la camisa fuera, sus sneakers rojos y su cabello negro revolvido por el viento, dándole un poco la apariencia de chico malo.

Pero Jaemin estaba lejos de ser un chico malo, pues era el presidente del consejo estudiantil y además, era un completo ángel. Sin embargo, de tanto observarlo, Jeno notó que a veces Jaemin dejaba de ser tan cuidadoso con su uniforme cuando se estaba relajando con sus amigos afuera del recinto. Cada vez que Jeno lo veía con su apariencia desarreglada, suspiraba totalmente encantado con sus mejillas sonrojadas.

Jeno se enamoró tan fácil de Jaemin luego de su muy corta primera conversación, cuando Jaemin le sonrió tan enorme y especial, haciendo a Jeno sentir muchas cosas bonitas y derretirse. Literalmente derretido, pues Jeno recuerda con claridad que sus mejillas se sonrojaron fuertemente y cuando comenzó a tartamudear por los nervios tan grandes que le recorrieron el cuerpo, ahí mismo decidió que era peligroso hablar con Na Jaemin por lo enormemente estúpido que se ponía.

¡oh no! ¡estoy atascado y solo tengo puestos mis pequeños bóxers! (nomin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora