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Pido tiempo, qué se pare el minutero, qué se clave la aguja en el segundo, minuto, hora exacta en la que te quise más, en la cúspide de mis sentimientos, en lo más alto, hasta dónde me encantaría exponencialmente volver, trepar a él, ver de nuevo todo desde allí. Me encantaban, no, me encantan las vistas desde ti. Pagaría miles de millones por que desde la ventana de mi habitación se pudiera ver todo así, por volverte a sentir, un sólo instante.
Me paso todo el día inventando mundos paralelos en el que tú y yo, nosotros, nuestra relación sigue su curso. En uno me invento a ti dándome un beso en la mejilla mientras me escondes entre tus anchos brazos y me susurras lo cuanto que me quieres, haciéndome perder el equilibrio, consiguiendo provocarme un extraño cosquilleo que recorre de arriba a abajo mi columna vertebral. En otro estamos en una parada esperando a mí autobús y yo te escucho como si me estuvieras contando algo extraordinario, algo orgásmico de escuchar a pesar de que sólo me estes recitando lo que entra en tu exámen del miércoles y así cien más.
Que me traten de loca por escucharte en las letras de las canciones, leerte entre línea y línea y sentirte en los cuarenta grados del quinto chupito.
Me aprenderé nuestras fotos milímetro a milímetro, simplemente por el hecho de que me da vergüenza admitirme la gran necesidad que tengo de verlas cada noche; cierro los ojos y recuerdo, recuerdo el momento de cada una de ellas, una cada noche para quedarme dormida en uno de esos días.
Haré los caminos más largos para pasar por cada uno de lo rincones más absurdos por los que pusimos nuestros pies.
Jugaré a ponerle nuestras caras a parejas de por la calle, a imaginarme que podríamos haber sido una de ellas.
Recordaré la vez que prometimos no separarnos para no tener que volver a empezar desde cero.
Reproduciré ocho millones de veces el video donde estallas en una tonta carcajada para grabarla para siempre en mi cabeza y la imagen en mis retinas.
Miraré mis manos, el inmeso hueco que ahora has dejado en ellas, como sin las tuyas fueran un puzzle incompleto, como si se hubiera perdido la última pieza debajo del sofá para quedarse en el olvido.
Abrazaré esa almohada que aún huele a ti, ¿cómo le explico que jamás volverás a apoyarte en ella?
Correré antes de apagar la luz por mi largo pasillo, el que me pregunta si algún día volveras a pasearte por él con esos tremendos boxers.
Serán únicos testigos de aquellas tardes los protagonistas de los pósters que cuelgan de la pared de mi habitación.
Echaré de menos, te echaré de menos, te recordaré, te pensaré, te soñaré, anhelaré, querré, susurraré, imaginaré...tantas acciones te haré violando tu intimidad que daré -doy- algo de miedo.
Ojalá hubiera sabido mantenerte conmigo, a mi lado, pero ya ves que no.
Nos separamos. De verdad que las primeras semanas e incluso me atrevería a decir meses pensé que volverías como el ciego de cada viernes, pensé que estabamos escritos ambos en el futuro del otro, pero ahora sé que el mundo no es lo suficiente redondo para que nuestros caminos se crucen de nuevo.
Yo no forzaré mi destino, ni el tuyo. No soy quién para hacerlo. Desde mi camino te veré, como creces, como te enamoras, como odias, como metes la pata, como alcanzas tus metas...te estaré cuidando y queriendo como el primer día, puedes estar seguro.

Cartas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora