Silhouettes [en proceso]

Prólogo.

El humo sale casi como un suspiro de mis labios. Tal vez, ahogarme en mi propio veneno me hará pensar de manera medianamente bien.

La brisa invernal azota mi cara. Un escalofrío escala por toda mi espalda dejándome sentir aquel sentimiento de frialdad, junto a él, ausencia.

No sé exactamente en qué punto perdí todo uso de razón, mi entorno se volvió solo un ambiente hostil de cuál solo deseo huir, no puedo respirar.

Sentí que desde aquel momento que nuestras miradas se cruzaron, debía acabar con la mínima chispa de vida que habia en ellos.

Las miradas perdidas y abrumadas de las personas en esta ciudad de humo, no son más que otro triste, pero muy interesante desperdicio.

Es increíble lo que el egoísmo produce a cualquier alma deseosa de poder.

El poder controla a todo lo increíblemente ignorante, si no eres conciente de tu entorno no serás capaz de controlar tu vida.

En pocas palabras; eres inútil.

Entre susurros y pensamientos perdidos, escucho una voz.

Una voz que tiene origen y parte de créditos en esta historia. Le escucho suspirar y entre pequeñas burlas me dice, casi anhelando destruirme:

—Que gusto me causa el volver a verte, y aunque demoraste en descubrirlo, debo admitir que me encontraste —No logro articular palabra alguna. No hay palabras para decir, todo acabo —. Debo admitir que subestime tus modos, pero acá estoy de nuevo contigo, donde todo comenzó.

—¿Qué esperas? Has lo que siempre deseaste, acaba conmigo. —Las colillas de mi cigarro caen tan lento como nosotros, supongo que aquel poema tan trágico dedujo y marco nuestro destino.

"We fall"

El comienzo de todo este desenlace.

Lanzo el acabado de mi cigarrillo al vacío de aquel edificio. Al estar tan arriba casi puedo saborear el frío que en aquel espacio reina adueñándose del momento. Congelando palabras que por siempre se oirán en susurros.

—No puedo destruir algo que ya está desecho —me mira con la agridulce soberbia que caracteriza aquella alma fragmentada —no llegue aunque sea a tocarte, lastima.

—Supongo que no es necesario un toque para volver miserable a cualquiera.

Es incluso hasta hermoso. Lo increíble que resulta un corazón tan herido, con cicatrices, finge ser amable, entre fachadas de buena presentación.

Se finge tan bien, el mentir es algo ya explícito que logra ser algo tan complejo, un arte de maldad.

—Como en un principio, ya esto estaba escrito. Y aunque somos uno, caeremos siendo desconocidos.

... We fall