Carta .✥.

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El arte de plasmar en hojas mis más profundos pensamientos es algo tan complejo como exhaustivo.

El no saber cómo me siento con plena exactitud me confunde y me llena de sentimientos vagos de ira.

No logro controlar parte de las voces en mi cabeza, la ira crece más. La incertidumbre que recorre mi vida se ha convertido en una fiel arma dispuesta a hacerme sangrar cada vez más.

No pertenezco aquí, o algo en mí me dice que es así.

Es raro el saber casi con certeza que es lo que más deseas, sueño con sucesos que aunque se que son imaginarios, me causa migraña.

El insomnio es mi acompañante en las noches dónde una simple taza de té, no logra calmarme.

Al menos estás notas, el escribir, me tienen un rato entretenido sin pensar en querer huir.

Mi libreta, ya escrita con rayas en sus páginas, dibujos mal trazados, y, palabras con trasfondo suplicantes, se ha vuelto un embriagante vicio.

El estar conmigo mismo es un arma de doble filo, no confío en mis pensamientos o emociones. Me causa mucho dolor el no saber cómo estar en sincronía con todas las partes de mi.

El dolor de cabeza aunque ya es leve, no deja de ser un martirio alojado en partes de mi conciencia.

Examino la portada de mi libreta, sus trazos torpes. Apenas cierro sus páginas mi mente logra tomarme en desventaja logrando atormentarme con un pensamiento que llega a ser un tipo de recuerdo perdido.

La verdad es difícil sabe qué tal real podría ser, no recuerdo el tener estos momentos en mi vida.

Me agarro la cabeza al sentir aquellas notables y punzantes escenas.

Estaba borroso, veía a la nada y no llegaba a distinguir dónde me encontraba, era una especie de sala antigua y a la vez con toques modernos y ostentosos.

Sus luces blancas combinadas con paredes con algún tipo de estilo victoriano antiguo y elegante. Parecía a algún tipo de pintura renacentista aquella habitación.

Colgaban candelabros de cristal y algunos de hierro de los techos. Llegaba a ver Marcos con imágenes de niños y jóvenes que no pasaban de los 20, los ojos vendados y con manchas de sangre me logran aturdir sintiendo ardor en mi pecho.

En mi hombro se poso una mano. De entre ojo logro divisar varios anillos adornando una mano delgada con cicatrices y quemaduras leves.

En solo un susurro lo escucho decir:

"El querer escapar de tu destino es absurdo, eres mío".

Toques apresurados en la puerta logran devolverme a la realidad.

Miro a mi alrededor, en el piso de mi habitación rodeado de sabanas. me pregunto del porque estoy en el suelo, y la respuesta es que; me caí mientras estaba delirando.

El decir que me cansa este tipo de comportamiento es más que innecesario. No tolero estos ataques que mi mente me lanza sin más.

—Axel¿Estás bien? —La voz de Liam es como un chirrido de dientes sobre el metal, simplemente irritante —Escuche un fuerte sonido y no quiero saber que andes de impulsivo y golpees todo lo que encuentres, eh.

La preocupación de mi hermano no llega a ser mi primera opción de responder.

—¿Qué quieres, Liam? Puedes estar tranquilo, se me cayó una caja, puedes ir a molestar a otra parte.

Escucho como suspira y abandona la entrada de mi habitación a pasos rápidos. No le iba a decir que me caí de la cama, iba a entrar a la fuerza a mi habitación.

Silhouettes [en proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora