#30

33 10 0
                                    

La comitiva de policía llegó dos días más tarde con una pareja de escobas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La comitiva de policía llegó dos días más tarde con una pareja de escobas. Se armó cierto revuelo en torno a ellas, pues la mayoría de nosotros nunca habíamos visto una además de las de juguete con las que podíamos volar a tan sólo un metro sobre el suelo cuando éramos niños. Las reales eran un asunto muy costoso y casi en desuso, una reliquia que sólo algunos pocos podían permitirse. La razón por la que se habían dejado de usar era porque requería de mucho poder para hacerlas funcionar, ya que no bastaba con hechizarlas, como a las de juguete. En vez de eso la bruja que la usaba debía estar permanentemente induciendo magia al artefacto y como tan pocas personas podían hacerlo, dejaron de fabricarse.

Las que se habían conseguido eran muy simples en realidad, apenas tenían adornos en sus mangos y estaban hechas de madera en vez de hierro. Era una suerte que fueran tan poco comunes, o habrían pasado desapercibidas junto a algunas de calidad más exquisita. Al sólo ver dos, la madre de Nico había aprovechado para pedirle a su hijo que no fuera, pero él ni siquiera la escuchó; se armó una pelea silenciosa que todos los demás optamos por no mirar. Al final, se decidió que dos de nosotros iríamos en una escoba y el otro jinete iría en la otra. Nico, por una razón que se me escapaba, ni siquiera aceptaba que era un brujo, por lo que estaba descartado para montar solo. Su magia no sería suficiente. Lo más lógico era que él fuera con Ori, pues los poderes de mi hermano eran más fuertes y sería más fácil para él cargar a otra persona que para mí. ¿Tenía otras razones? Quizás. Pero ninguna tan importante como esa, por supuesto. Mi hermano y el cazador me dedicaron miradas muy significativas cuando les comuniqué lo que había decidido; el primero, de puro pánico, y el segundo un poco de lo mismo mezclado con agradecimiento. Sabía que la cabeza de Ori estaba buscando insaciablemente una salida, pero no encontraría nada, pues mi solución era la más lógica, y siendo como lo había pensado, los dos tuvieron que aceptar su destino sin quejarse y sin mirar atrás.

Nos dedicamos a probar las escobas uno por uno; eran ligeras y se suponía que también fáciles de maniobrar, pero las que teníamos no habían sido utilizadas por décadas y como resultado se comportaban de manera terca frente a nuestra magia. De a poco les agarramos el truco, aunque en realidad no estábamos listos en absoluto. Nos preparamos para salir aquella misma mañana, aprovechando las horas del alba en donde rondaban menos criaturas y la luz del sol naciente penetraba algo más en la densa niebla del Bosque Blanco. El plan que seguiríamos era bastante simple y con muchos agujeros, pero ninguno de nosotros era un estratega, ni siquiera el cuerpo de policía y, aunque lo hubiésemos sido, nadie estaba preparado para luchar con algo de la magnitud de Volantis.

Oficialmente, Nico, Ori y yo debíamos apresar a Volantis con ayuda de las mellizas y contenerla hasta que llegasen los refuerzos desde nuestro pueblo con las carretas. Por supuesto, la sola idea de que pudiéramos lograr algo así era absurda, pues la gente corriente tendía a sobreestimar nuestras verdaderas capacidades y les parecía que encender una hoguera o volar sobre una escoba equivalía en poder a mantenerse viva por siglos atando tu magia a una casa que se mantenía en pie prácticamente solo a fuerza de voluntad. Por esa misma razón, teníamos un plan 'extraoficial': rescatar a Miel y Canela y correr en la dirección contraria, sin mirar atrás. Esa, al menos, era mi preferencia y la de Nico, pero Ori tenía algo más en la cabeza. Podía verlo, pero por más que le insinuaba cosas me respondía con evasivas. No sabía mentir, pero para compensarlo, había aprendido a esquivar preguntas como todo un experto. Finalmente decidí increparlo cuando nos dejaron solos para comer antes de la partida. Los policías nos evitaban como la peste y la madre de Nico estaba furiosa con él, así que siempre éramos solo los tres.

La Casa de VolantisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora