Capítulo III

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Jimin

Mañana estoy libre. Puedo aguantar hasta entonces, ¿no?
Papá me ha vuelto a recordar esta mañana que me portara bien o no me daría mi regalo de graduación, pero aquí estoy sentado una vez más en la clase de la señora Welborne, aburridísimo.

Está de espaldas a la clase mientras enciende el proyector. Lleva diez minutos intentándolo y, a estas alturas, resulta cómico.

Cualquiera de los presentes podría enseñarle cómo hacerlo en medio segundo, pero todos nos hemos desentendido mentalmente. Al menos los que quedamos. Hoy la sala está casi vacía, con los mayores abandonando sus últimos días. Los envidio, pero mi papá me mataría, y sé que la señora Welborne solo busca una excusa para meterme en problemas.

Las luces de la clase están apagadas y ella tiene las persianas bajadas. Mientras me recuesto en la silla, mi mente divaga y no puedo evitar pensar en lo de ayer. El director Jeon me dejó correrme en su escritorio mientras miraba, y fue lo más caliente que he hecho nunca.
Me corrí tan fuerte que me sorprendí, y por la expresión de su cara, él también se sorprendió.

Pensé en la forma en que me miró anoche cuando estaba cenando. Apenas podía quedarme quieto en mi asiento y mi papá no paraba de preguntarme si estaba bien. Incluso ahora me retuerzo al pensar en mi frotándome mientras el director Jeon se tocaba la polla.

Intentó esconderla bajo el escritorio, pero vi cómo se le movía el hombro. Le encantaba, y eso me mojaba cada vez más. Lo suficiente como para restregarme por todo su escritorio hasta que me corri tan fuerte que casi se me doblan las rodillas. Por suerte, fue suficiente para saciarme el resto del día, pero esa noche solo me hizo querer más.
Ahora mismo, estoy tan excitado pensando en lo bien que me sentí que balanceo las caderas en mi asiento.

—Jimin. —La señora Welborne sisea y abro los ojos para verla de pie junto a mí.

El vídeo se está reproduciendo en la pizarra, y los alumnos que quedan están viendo lo que sea que ella haya puesto. Está oscuro aquí detrás, así que es imposible que viera lo que estoy haciendo, a menos que se haya escabullido a propósito al fondo del aula para espiarme.

—Pensé que después de ayer podrías controlarte, pero no tienes autocontrol. Levántate.

Sale de la sala y no tengo más remedio que seguirla. Cuando llega al despacho del director Jeon, apenas llama antes de abrir la puerta de golpe y soltar su enojo.

—Es una auténtica pesadilla y no voy a tolerar su
comportamiento ni un momento más. —vocifera.

—Buenas tardes, señora Welborne. —le dice amablemente el director Jeon mientras dejaba el libro que tenía en la mano sobre su escritorio y se levanta. —Veo que ha vuelto a haber un incidente con Jimin. —Antes de que la señora Welborne pueda responder, él ya la está tranquilizando. —Ya sabes cómo pueden ser los mayores al final de su tiempo con nosotros. Por qué no vuelves a clase y disfrutas del resto de la tarde mientras yo me encargo de esto.

—Si. —Toma aire y asiente. Sería estupendo, gracias. —Se acicala un poco y veo que le dedica una sonrisa coqueta. —Siempre apoyas tanto a los profesores de aquí.

—Es parte del trabajo. —Le da una palmada en el hombro y la acompaña hasta la puerta. —¿Por qué no evitamos cualquier agitación del último día haciendo que Jimin venga directamente a mi despacho durante tu clase? Estoy seguro de que eso aliviaría cualquier estrés no deseado, y como es el último día, puedo hacer que escriba líneas.

—Creo que sería perfecto. —La Sra. Welborne sonríe mientras la empuja suavemente fuera de su despacho.

—Me aseguraré de que se haga. —le dice el director Jeon
mientras cierra la puerta y echa el pestillo tras ella.

Hay un largo rato de silencio antes de que él se dé la vuelta y cruce los brazos sobre el pecho. Es como si esperara a que yo hablara primero y, a medida que se prolonga el silencio, cedo.

—Lo siento. —Intento sonar arrepentido, aunque siento que el dolor entre mis piernas aumenta.

—Quiero que seas sincero conmigo, Jimin —Se acerca y ahora me mira con expresión severa y la mandíbula apretada. —¿Te has metido en problemas a propósito para tener que venir otra vez a mi despacho?

Me muerdo el labio inferior mientras mis dedos juegan nerviosamente con el borde de mi falda. Me la he subido mucho de camino aquí.

—¿Quizá? —Respondo en forma de pregunta, y él niega. 

—Sabía que pasaría esto. —Sus ojos se dirigen a donde están mis dedos y levanta la barbilla.

—Levántala.

—Pero... —Me interrumpe con un movimiento de cabeza.
Lentamente me levanto la parte delantera de la falda y, cuando me mira, inhala bruscamente. No llevo bragas y sé que mi polla está empapada. Llevo dolorido desde que llegué al instituto porque esperaba que pasara esto.

—¿Has estado así todo el día? —Su voz es mucho más grave y no ha dejado de mirar mi miembro depilado.

—Si. —respondo con sinceridad.

Suspira mientras da un paso atrás y luego camina alrededor de su escritorio.

—Te queda un día, Jimin. Por favor, intenta controlarte.

Abre un cajón y saca algo de él. Te he comprado algo que te ayudará a controlarte.

Me quedo con la boca abierta cuando me enseña un delgado consolador rosa con una ventosa en el extremo. Lo observo mientras lo coloca en la esquina de su escritorio en el que me monté la última vez y lo asegura a la madera lisa.

—Espero que te quede bien y no te apriete demasiado. Ven y deslizate sobre él y mira cómo se siente.

Castigado por el director Kookmin +18 O.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora