Cuarto capítulo

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Al día siguiente, todo parecía estar "normal". 

Spreen no dijo nada sobre el suceso, actuó como si nada, por lo que Quackity trató de hacer lo mismo. Pero fingir que no había pasado nada era complicado, sobre todo si tu cerebro te hace recordar aquel momento una y otra vez. 

Lunes por la tarde, estaban todos reunidos en la cafetería para almorzar. 

Spreen y Quackity estaban sentados juntos como siempre, nada sospechoso para nadie. Tres de sus compañeros se levantaron para traer las bandejas de comidas; mientras que, otros dos se levantaron para ir al baño, dejándolos solos por primera vez desde aquel acontecimiento. 

Quackity se sentía incómodo y nervioso, ¿cómo era actuar normal? 

Su nerviosismo no pasó desapercibido por Spreen, quien para calmarlo, posó su mano sobre su hombro, sorprendiéndolo. 

—. ¿Estás bien? Te has comportado extraño y te ves muy sudoroso, ¿te sientes mal? - cuestiona Spreen, acariciándolo para relajarlo. 

Quackity suspiró pesado, sintiéndose patético por ser el único que parecía importarle lo que sucedió. 

—. ¿O aún te acuerdas de aquello? - la pregunta que Spreen le hizo en su oído le provocó escalofríos. 

—. ¿Qué te pasa? - cuestiona, con su ceño fruncido, alejándolo con sus manos. 

—. ¿Qué? ¿Te molestó? - preguntó Spreen, confundido. 

Quackity se sentía extraño, confundido. 

Tenía ganas de decirle que le molestaba que intentara algo con él sólo por curiosidad, que él no se quería sentir usado o ilusionado de esa forma. Pero no podía, porque por encima de la situación, Spreen era su amigo. 

—. Volvimos, chicos - interrumpieron sus compañeros, con las bandejas de comida. 

Quackity suspiró pesado, resignándose. 

Cualquier cosa que le dijera a Spreen probablemente no cambiaría nada. 

Se atormentaba con pensamientos, hasta que sintió una mano bajo la mesa que acariciaba su pierna. 

Al fijarse, se dio cuenta de que Spreen apretaba y masajeaba su muslo. 

Suspiró pesado, enfadado. 

Se levantó de su asiento y se fue para irse a los baños. 

—. ¿Qué le pasa? 

—. No lo sé, se ha estado comportando extraño. 

—. ¿Sabes qué le falta? Una buena cogida.

Spreen suspiró pesado, ignoró las palabras de su círculo y se levantó para ir tras Quackity. 

Caminó entre pasillos hasta llegar a los baños del segundo piso, siendo los más alejados durante la hora de almuerzo. 

Entró y se encontró con Quackity sentado en el suelo, estaba hecho bola, abrazando sus piernas con su rostro enterrado entre ellas. 

Se acercó a paso lento, fijándose en los brillosos ojos azules que se alzaron a verlo. 

—. ¿Qué haces aquí? - preguntó Quackity, limpiándose las lágrimas. 

Spreen no respondió, sólo se sentó a su lado, pero no tan cerca para no incomodarlo más. 

—. ¿En serio te molesta? - pregunta el mayor, con un tono suave. 

Quackity no supo qué responder. 

Podría decir que sólo le molestaba que no fuera serio, que a comparación de él, él sí sentía verdaderos sentimientos e ilusiones, que a él sí le gustaba de verdad, que él no dudaba. 

Pero, era tan difícil. 

—. No me molesta, sólo... se siente extraño - responde.

Spreen lo miró por unos segundos, hasta que soltó un suspiro.

—. Perdón, no sabía que de verdad lo odiabas. Creí que como te gustaban los alfas, y nosotros nos conocíamos de hace mucho tiempo, no iba a ser extraño. Pero, creo que me equivoque - dice el mayor, con una sonrisa entristecida.

—. Es estúpido. ¿Acaso porque te gustan los omegas te dejas de cualquiera? - pregunta, molesto.

Spreen sonrió, viéndolo a los ojos. 

—. Tienes razón, fui un idiota - dice —. Pero siento algo tan extraño, de verdad me gustaría algo contigo. Pero te conozco, y estoy casi seguro que no querrías algo a medias.

Ambos se quedaron viendo, como si el silencio fuera su refugio de los pensamientos tormentosos. 

Spreen quería experimentar, pero como siempre, no quería algo sentimental. 

Quackity quería algo emocional, no quería cosas a medias de un día o una noche, pero no podría decirle que no si se lo propone como se debe. 

—. Siempre eres un idiota, sólo que a veces te pasas del límite - responde Quackity, sonriente. 

Spreen sonrió por verlo, pensando que la sonrisa de Quackity hacía que sus ojos se hicieran media lunas muy hermosas, con esos lunares como estrellas, y ese cabello oculto bajo el manto azul marino de su gorro, como el espacio escondiéndose de la luz. El rostro de Quackity era un universo entero con mil galaxias. 

Spreen no pudo evitar acercarse y rozar su nariz con la contraria, sintiendo como su amigo se tensaba. 

—. Déjame probarte - pide, rozando sus labios. 

Quackity soltó un jadeo ante la impresión, sintiendo su corazón acelerado y sus manos sudorosas. 

Quería negarse, para que no doliera en un futuro. Pero no podía, los ojos rasgados de iris violeta lo veían fijamente, como si se comieran a mordiscos su rostro; tan fieros y salvajes, que los hacía tan dulces y agradables. 

—. ¿Qué quieres hacer? - preguntó.

Spreen sonrió, lamió sus labios y se acercó a su oído. 

—. Quiero llevarte a la cama - susurró.

No podría huir, no estando bajo las garras de un oso salvaje que seguía sus instintos. 

Estaba perdido. 








Without - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora