Prólogo

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...

- Megan perdóname - me rogó, mientras dos miseras lágrimas se deslizaban por sus ojos.

- Alex no puedo - susurré ahogada en llanto - tu puedes tener algo mejor, ¿Por qué yo? Eres de otra clase social, otros amigos, otras chicas y no lo cuestiono pero yo no pertenezco allí.

- Megan por el amor a Dios no seas estúpida, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, eres la única con la que quiero estar, ¿¡Cuantas veces te lo tengo que decir?!

Sus palabras ardían, me quemaban la garganta, sentía pesado el estómago.

- No te vayas de mi vida por favor - susurró.

- Solo déjame - dije, quería estar enojada, quería matarlo, quería olvidarlo y sacarlo de mi vida, pero no podría, no podría hacerlo simplemente porque lo amo.

- Agh - gritó - No sé que mierda hacer, no puedo retroceder el tiempo yo, yo... - se estaba enredando con sus propias palabras - ¡Yo no tendría por qué estar rogandote algo, andate a la mierda!

Por un minuto sentí que caí de bruces al suelo pero luego me di cuenta que fueron sus palabras las que me habían golpeado, cómo puede tratarme así después de lo que me hizo, la ira inundo mi torrente sanguíneo y no evité decir lo primero que se me venía a la mente.

- ¡Eso haré Alex, tenlo por seguro, estudiaré y estudiaré, empezaré mi carrera para poder sacar a mi papá del hoyo en el que se encuentra, nos mudaremos y me iré a vivir lejos, para estar a la mierda de ti! - grité

Un silencio sepulcral se hizo presente, un silencio arrepentido, un silencio que decía que nada de lo que dijimos de verdad queríamos, un silencio producto del instinto por el que nos dejamos llevar que dió origen a esta dolorosa pelea.

- Adiós Alex - susurré alejándome por la calle.

Él lloraba y yo lloraba, porque nos habíamos enamorado.

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