Capitulo 1. La primera carta.

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"Mi amada princesa,

Cada día pierdo la esperanza de que mis cartas lleguen a tus manos, pero me quedan solo unas pocas páginas en este viejo libro y un poco de tinta. La luz de mi vela no es suficiente para ver con claridad lo que escribo y nunca antes había estado en una celda como esta. Es frío aquí y el chillido de las ratas me hace perder el apetito, incluso para la insípida sopa de pescado que de vez en cuando me traen los guardias.

Daría cualquier cosa por estar contigo de nuevo, contemplando los hermosos atardeceres que nos ofrece nuestra querida Verona. Sé que encontrar mi paradero será una tarea imposible, incluso yo mismo desconozco donde me encuentro. Si te sirve de algo, lo último que recuerdo después de que me secuestraron fue sentirme mareado, como si estuviera siendo transportado en una especie de canoa. También recuerdo haber oído el sonido del agua, tal vez de un río.

Date prisa, mi princesa, debes encontrar las pistas que te llevarán a mí. De hecho, deberías hablar con mi buen amigo, el Caballero Alexander Montefeltro, es muy probable que mi siguiente carta llegue a su manos."

Después de que la princesa terminó de leer la carta de su amado, con lágrimas en los ojos, la guardó en un lugar seguro y empezó a empacar todo lo necesario para un viaje sin fin, pues ni siquiera su príncipe sabía dónde se encontraba. A pesar de las emociones abrumadoras, la princesa se mantuvo fuerte y pensó rápidamente en buscar al viejo amigo de la familia, Alexander. 

Era el caballero principal en el gran ejército de la familia Real. De suma confianza, agradable y valiente. Tenía una gran habilidad en el combate, pero debido a sus numerosas tareas y responsabilidades, no podía cuidar del príncipe cada segundo del día. La mayoría de su tiempo lo dedicaba a entrenar y organizar a los jóvenes escuderos que aspiraban a convertirse en admirables y valientes guerreros como él. 

La princesa, desesperada, llegó al campo de entrenamiento lo más rápido que pudo. A pesar de estar sudada y con los pies llenos de barro, no se detuvo ni un segundo para descansar y se tropezó frente a un campo en completo silencio. No había jóvenes apuestos y fuertes sudando  sus uniformes, ni se oían los ruidosos estruendos de las espadas chocando una con otra, había una soledad sepulcral.

 Desconcertada, buscó con sus ojos por todos lados tratando de encontrar alguna señal de aquel buen amigo de su príncipe. Fue entonces cuando vio, a lo lejos, una figura temblorosa y enrollada en una esquina bajo una sombra donde colgaba un saco de paja para golpear. Se oían sollozos de un hombre, pero no cualquier hombre, sino aquel del que nunca había salido queja alguna o lamento de dolor. Era abrumador verlo en ese estado, pero la princesa no estaba mejor que él.

 -Alexander, mi príncipe, ¿dónde está? ¿Qué ha pasado? 

-Princesa, lo lamento tanto, ellos... ellos nos tomaron por sorpresa, habíamos bebido demasiado vino, fue mi culpa. Les he fallado, a él, a ti, al reino.

 La princesa, a pesar de su desesperación, no podía verlo en ese estado, se sentó junto a él y lo abrazó de costado. 

-Trabajaremos juntos para encontrarlo, pase lo que pase -dijo la princesa con un respiro de valentía-. 

Después sacó de su bolsillo la carta que le había enviado el príncipe y la puso frente aél para que la leyera *puede leerla* .El caballero secó sus lágrimas y confundido pensó: 

-No tengo idea por qué el príncipe diría eso, no tengo ninguna carta. 

-Aún -dijo la princesa-.Secando sus lágrimas, Alexander tomó su espada del suelo, se puso de pie, al erguirse, tomó aliento y dijo:

-Tienes razón, princesa, debemos confiar en el príncipe y esperar la siguiente carta.Después de todo, puede cuidarse por sí solo. 

Ella, poniéndose de pie al igual que él, notó en su armadura un extraño cabello lacio y grueso de color blanco, lo que le pareció algo inusual, pues la frondosa melena del caballero era ondulada y marrón. 

-¿Tienes mascotas? -preguntó la princesa mientras observaba el cabello fijamente en la punta de sus dedos-. 

-No desde que tengo memoria.

Le Lettere del Cuore. Cartas al corazónWhere stories live. Discover now