Si este ya lo leyeron no es necesario que lo hagan de nuevo💖
Kinleigh
—Ay —me quejo poniéndome una mano en el estómago y deteniendo mi paso al sentir una contracción suave, pero incómoda.
—Doctora Moore, ¿necesita ayuda? —niego.
—No, no, ya está pasando.
—Podemos llamar al doctor Bass —sugiere una enfermera, deteniéndose a mi lado.
Niego.
—James está en una operación —murmuro —. Ya está pasando. No han sido constantes y no duran mucho.
Se ven una a la otra.
—¿Qué sucede?
—El doctor Bass nos dijo que cualquier cosa que pasara con usted, le avisáramos.
—Pero no está pasando nada —ruedo lo ojos, exasperada, no con ellas sino con lo sobreprotector o mejor dicho, necio, que se ha vuelto James estas últimas semanas —. Y James está en una operación, no puede venir a verme y dejar al paciente medio abierto en el quirófano cuando solo es una pequeña contracción —se ven la una a la otra una vez más —. Iré a su oficina. ¿Podrían darle estas placas a la doctora Davis y decirle que vaya a buscarme?
—Sí, señora.
Sonrío, agradeciéndoles.
—Y no le digan nada a James.
Paso lo que me resta del turno metida en la oficina de James, Nora llega a buscarme como le pedí y frunce el ceño demasiado al verme, pero con una mirada de pocos amigos le advierto que no me diga nada. Sé que en trabajo de parto no estoy porque las contracciones no son seguidas y no duran ni siquiera treinta segundos, no son intensas y no varían en fuerza tampoco.
Nora y yo evaluamos el caso del niño de diez años, a quien pertenecen las placas, y algo dudosa se va, diciéndome que cualquier cosa mande a llamarla. Sin embargo, termino acomodándome en el sofá, que se me hace demasiado cómodo y suave, más después estar caminando de arriba hacia abajo por el hospital, simplemente haciendo consultas o pasando visitas a mis pacientes y sin siquiera poder entrar a un jodido quirófano porque James no me deja.
***
—Corazón —James me habla desde la sala. Yo estoy en la cocina lavando unas peras que le pedí que me trajera.
—¿Sí?
—¿No tienes nada que decirme?
Frunzo las cejas y muerdo una pera.
—No.
—No me mientas, Kinleigh.
—¿O qué? —cuestiono, sentándome junto a él en el sofá antes de acomodarme poniendo mis pies sobre sus muslos y él inmediatamente los masajea.
—Corazón, el desenlace que esto puede tener no es posible en este momento.
Muerdo mi pera y entrecierro los ojos en su dirección.
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Querido Profesor
RomanceUna estudiante. Un profesor. Mucha tensión. Amor prohibido. Infidelidad. Corazones rotos. Secretos. Verdades. ¿Felicidad? Kinleigh es una joven estudiosa, tranquila y reservada que a veces, no piensa muy bien lo que dice. Un accidente cambia su vid...