quindici.

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El poco entusiasmo que sentía ante la idea de pasar un día con Felix me hacía sentir en extremo culpable. Lo único que aliviaba un poco ese detestable sentimiento, era saber que no estaría cerca de Hyunjin. Me removí entre las sábanas de mi cama hasta que la luz del sol, apenas cálida, logró inmiscuirse entre las cortinas de la ventana.

— ¡Bestia! — los golpes en la puerta fueron mucho menos intensos, pero de igual forma molestos.

— Ya estoy despierto. — farfullé lo suficientemente alto para que Felix pudiera oírme y salí de la cama antes de que se le ocurriera entrar. Cuando abrí la puerta de la habitación, su gran sonrisa me recibió y el sentimiento de culpa volvió a invadirme. — ¿Cuáles son los planes para hoy?

— Conseguir un traje elegante. — dijo.

— ¿Elegante? ¿Qué celebramos? — inquirí, confundido.

— El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas. — rodó los ojos. — Gastan hasta el último centavo por todos los lujos.

— ¿El señor Vittore? — traté de pronunciar el apellido con el mismo acento que Felix había utilizado.

— Sí, el dueño del hospital, Roberto Vittore, y mi jefe.

— Ah... ¿y?

— Estamos invitados. — sonrió ampliamente.

— ¿Quiénes, exactamente?

— Tú, Hyunjin y yo. Quien, por cierto, ya debería de estar aquí. — divagó, mirando el reloj en forma de gato.

— ¿Hyunjin? ¿Él nos acompañará hoy? — Hice un mohín.

— Claro, ¿quién más va a decirnos lo lindos que lucimos con los trajes? — Bromeó. — Él tiene un excelente gusto en moda.

— Podemos decírnoslo el uno al otro, no es necesario que Hyunjin haga cosas que posiblemente le parezcan aburridas. — intenté encontrar una excusa porque quería estar el mayor tiempo lejos de él.

— Él las hará, sé que haría cualquier cosa por mí. — dijo y su confianza me lastimó.

Enseguida el timbre sonó y mi corazón latió con estrépito, ansioso y angustiado.

Felix corrió animoso hasta la puerta, mientras yo me quedaba de pie ahí con ganas de correr en la dirección opuesta. Después de la extraña discusión que Hyunjin y yo habíamos tenido ayer, no sabía cómo actuar o qué decir, no sabía incluso qué sentir.

Pero entonces, Felix abrió la puerta y mis ojos se encontraron con él, tan deslumbrante como siempre, vistiendo una camisa a cuadros en color azul, desabotonada sobre una camiseta lisa blanca que se ajustaba a su cuerpo del mismo modo glorioso en el que lo hacían sus jeans oscuros. Luego, hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.

— ¡Amor! — exclamó Felix, sin duda feliz de verlo. Pero en lugar de besarlo en los labios, como era su costumbre, depositó un casto beso en su mejilla.

Estuve agradecido por ello, aunque la fierecilla que en ocasiones sentía demasiado viva dentro de mí, fue inundada de igual manera por los celos.

— Hola. — musitó Hyunjin.

Lo saludé con la mano, incapaz de articular alguna palabra.

— Ve a cambiarte de ropa, Jeongin. — me instó Felix y sólo entonces caí en cuenta de que llevaba el pijama aún puesta. — Nos espera un largo día.

Sonreí y sin decir nada fui a la habitación a hacer lo que me había ordenado, haciendo una mueca mental ante el adjetivo que Felix había usado para describir el día, porque no tenía ninguna duda de que, de hecho, sería un día bastante largo.

꩜ manual de lo prohibido ; hyunin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora