undici.

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El haz de luz que se infiltró por la puerta ahora abierta iluminó un poco la habitación. Parpadeé confundido y sobresaltado. Estaba seguro de que aún no eran las ocho de la noche como para que Felix estuviera aquí, ¿o lo eran?

— ¿Por qué está tan oscuro? — preguntó y luego las luces me cegaron por completo.

Parpadeé de nuevo, atolondrado y mucho más confundido que antes.

— Estábamos viendo una película de terror. — explicó Hyunjin y su voz sonó mucho más lejana que hacía unos minutos. Cuando lo busqué con la mirada, me di cuenta de que, en efecto, él ya no estaba a mi lado, sino que ahora se encontraba en el sofá continuo, sentado a la mitad de éste.

Me pregunté en qué momento se había alejado tan rápido.

— ¿En serio? ¿Cuál? — cuestionó Felix, tratando de ver hacia el televisor para descifrar a qué filme pertenecían las escenas.

Hyunjin me miró, esperando que respondiera.

— Ah... espera un segundo. — le dije a él y pausé la película para buscar su título. —  Shutter.

— ¿La película taiwanesa?

Asentí.

— Yo no sabía que eras masoquista, Jeongin. — bromeó Felix, y sólo entonces, cuando mencionó mi nombre, pude espabilarme un poco más. —  Esa película es aterradora. — musitó haciendo un mohín. — ¿Por qué la elegiste?

— Estaba aburrido. — me encogí de hombros. —  y el día era perfecto para una película de estas. — dije y eché un vistazo al reloj de gato.

Él soltó una risotada.

— ¿Qué haces en casa tan temprano? — quise saber, porque aún faltaba media hora para su habitual hora de llegada. — No es que me esté quejando, quiero aclarar. — expliqué, pero sentí como la fierecilla se removió incómoda ante lo que me hacía sentir que era una mentira.

— Hoy salí temprano. — fue su turno de encogerse de hombros, luego se acercó al sofá para sentarse a lado de Hyunjin y besar sus labios. Me giré instantáneamente, de pronto mucho más aterrorizado por esa escena que por la película entera.

Oí el chasquido de sus labios al unirse y quise taparme los oídos o volver a poner la televisión y subir al máximo el volumen.

La fierecilla en mi interior se movió inquieta y enfurruñada. Podía sentirla tan nítidamente que parecía como si de verdad existiera materializada dentro de mí, pidiéndome que levantara mi trasero del sofá y huyera pronto. Aún así, miré por la colilla del ojo y pude verlos aún besándose, la fierecilla refunfuñó incómoda y la sentía rasguñar mi interior. Era un sentimiento casi palpable que se extendía desde mi estómago hasta mi pecho, como punzadas dolorosas que agobiaban mi corazón con latidos agónicos y pesados. Sabía a ciencia cierta que mirarlos no debería de hacerme daño, pero lo hacía.

Me levanté del sofá, impulsado por apagar las emociones que estaba teniendo y el control remoto de la televisión cayó de mis piernas hasta el suelo, produciendo un sonido seco sobre la alfombra. Hyunjin y Felix se detuvieron y finalmente me miraron.

— Perdón. — farfullé. — Ya me iba.

— ¿No vas a terminar de verla? — preguntó Felix.

— No, recordé que tengo que arreglar algunas cosas. — dije, mientras que con movimientos torpes levantaba el control y volvía a colocarlo sobre el sofá.

— Ay, por favor, Jeongin, tú nunca arreglas tu habitación. — me acusó y sentí vergüenza.

— No me refería a eso, Felix. — lo miré. —  Lo que quiero decir es que mañana saldré con Minho y me llevaré la cámara. — no sabía de dónde había salido la mentira, porque eso era lo que era. Minho y yo no teníamos planes en lo absoluto. — Y por cierto, yo sí arreglo mi habitación, aunque no muy seguido.

꩜ manual de lo prohibido ; hyunin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora