Capítulo 4

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Arya caminaba por los extensos pasillos blancos en busca de su medico asignado las ultimas semanas.

Logró verlo cuando dobló una esquina dirigiéndose a un extenso pasillo hasta finalmente llegar a una puerta del mismo color que las puertas del área para los niños.

Se oculto de manera cautelosa en una de las plantas que adornaban cada esquina del hospital, para después verlo salir del mismo sitio de donde lo vio entrar.

En un principio pensó seguirlo y simplemente preguntar por el dichoso peluche, pero entonces algo en su cabeza le dijo que eso probablemente no era una muy buena idea.

Se había ido sin el permiso de su padre, y lo que menos quería ahora era que alguien llegara a delatarla con algún personal y llegara a oídos de su padre.

—Ya no lo tiene consigo —susurro por lo bajo al examinar de forma detallada cada uno de sus bolsillos. —Supongo que tendré que entrar y buscarlo.

Miro por todos los pasillo y de puntillas tomó el pomo de la puerta para abrir, se metió tan pronto como abrió la puerta.

Su mirada examinó a detalle todo el lugar, y encontró su peluche arriba de una vitrina con diversos instrumentos médicos.

—No lo alcanzo —respondió —Esta muy alto.

Su mente divago por ligeros minutos hasta que vio una silla con ruedas cerca del escritorio de la oficina del doctor Cullen.

La tomó y la llevó hasta la vitrina, para después subirse en ella y estirar la mano, el peluche estaba a escasos centímetros de su alcance.

Por su parte Carlisle estaba en uno de los pasillos deshabilitado, por lo cual podía tener una conversación tranquila y hablar de ciertos asuntos "privados" con la joven que estaba frente suyo.

—Nos reuniremos esta noche para ir de caza —argumento una chica de cabellera corta

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—Nos reuniremos esta noche para ir de caza —argumento una chica de cabellera corta. —Esme dice que haz estado trabajando mucho y quiere tiempo de calidad en familia.

—Sí, la semana ha estado laboreoza y más con el personal limitado del hospital —dio su respuesta. —Aún así no me parece mal, una convivencia me parece bien para fortalecer los lazos familiares.

—Bueno, entonces te espero, me dijiste que ya casi terminabas el turno —contestó —Así que podríamos irnos juntos.

—¿Realmente lo haces porque quieres compañía o solo para asegurar que no me quede tiempo extra?

—Sabes que cuando se trata de tus pacientes, es muy difícil sacarte de aquí —contestó la joven. —Solo me aseguro de que esta vez llegues a casa. Carlisle.

Carlisle sonrió conmovido, pues a pesar de no compartir lazos sanguíneos, cada uno de sus hijos adoptivos lo respetaba y le guardaba un cariño único.

—¿Que fue eso?—preguntó la joven cuando escucho el estruendo.

—Viene de mi oficina —informó Carlisle dando media vuelta.

La Pequeña De Los CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora