R: Hange pasa más tiempo con Pieck que contigo y te carcomen los celos.
[cabe recalcar que a Hange en este libro la traduzco como mujer, ok?ok.]
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Te sentaste sola en el patio viendo la puesta de sol, picoteando tu comida. Bife, arroz y agua. Lo mismo de siempre. Te sentaste y pensaste, ¿qué me trajo aquí? Sentada sola con nada más que ira burbujeando en mi pecho.
Normalmente estarías sentada con Hange, escuchándola divagar mientras comías y asentías. Un escalofrío recorrió tu cuerpo mientras la cálida brisa de verano te atravesaba, apartando unos pequeños pétalos de flores a un lado de tu pie. Escuchaste a las cigarras nocturnas cobrando vida.
Estabas celosa, celosa de la amiga de tu novia, Pieck. No confiabas en su relación, estabas bien con que Hange tuviera amigos, pero Pieck te hacía sentir algo más. Posesividad. No eras posesivo, o al menos pensabas que no lo eras.
Ha pasado bastante tiempo desde que Hange y Pieck han sido amigas. Unos 3 meses para ser exactos, hace 3 meses que miras de lejos con celos. Sabías que era horrible para ti estar celoso y no tener confianza en Hange pero no podías evitarlo.
Pieck tenía algo que tú no tenías y eso es lo que a Hange le gustaba de ella. Verías cómo se le iluminaba la cara al hablar con ella. No pudiste evitar pensar qué tendrías que hacer para que ella te apreciara más, porque no ibas a dejar que esto pasara como si nada. Te despertarías más temprano para tener tiempo de arreglarte y lograr verte aún mejor, tal vez eso llamaría su atención.
Usaste tu cabello de diferentes maneras, trataste de usar ropa más agradable, incluso habías probado un poco de maquillaje. Hubo momentos en los que incluso intentaste parecer más provocativo en el hangar. Metiéndole las tetas en la cara o poniéndote a cuatro patas para recoger algo, con la esperanza de que te mire el culo. Ella lo notó y te elogió, pero no de la manera que tú querías.
Empezaste a sentirte más celoso y amargado por eso. Siempre te decías a ti mismo que si Hange quisiera a Pieck, ya te habría dejado, así que te mantenías tranquila. Pero aín así no pudiste evitar odiarla.
Te mirarías en tu espejo antes de acostarte, murmurando y riéndote de tí misma “Ella no es mejor que yo, tengo mucho más que ella. Soy mucho más deseable". Luego te ponías tu camisón rosa de seda y te ibas a dormir. A veces llorando hasta quedar dormido por lo mucho que te cabreaba.
Aunque un día las cosas fueron diferentes. La primera vez que las viste acercarse mucho, y sin duda la última. Hange se acercó mucho a ella, atrayéndola en un fuerte abrazo, saltando arriba y abajo.
