Luna Lovegood

57 6 0
                                    

Harry durmió mal esa noche. Sus padres entraban y salían de sus sueños, pero nunca le hablaban; la señora Weasley lloraba sobre el cuerpo sin vida de Kreacher, y Ron y Hermione, que llevaban coronas, la miraban; y una vez más, Harry iba por un pasillo que terminaba en una puerta cerrada con llave. Despertó sobresaltado, con picor en la cicatriz, y vio que Ron ya se había vestido y estaba hablándole.

— date prisa, mamá está histérica, dice que vamos a perder el tren

En la casa había mucho jaleo. Por lo que pudo oír mientras se vestía a toda velocidad, Harry comprendió que Fred y George habían encantado sus baúles para que bajaran la escalera volando, ahorrándose así la molestia de transportarlos, y éstos habían golpeado a Lyra y la habían hecho bajar dos tramos de escalones rodando hasta el vestíbulo; la señora Black y la señora Weasley gritaban a voz en cuello.

—¡ PODRÍAIS HABERLE HECHO DAÑO DE VERDAD, IDIOTAS!

—¡ MESTIZOS PODRIDOS, MANCILLANDO LA CASA DE MIS PADRES, NO LE PONGAS TU SUCIAS MANOS A MI NIETA!

Hermione entró corriendo en la habitación, muy aturullada, cuando Harry estaba poniéndose las zapatillas de deporte. La chica llevaba a Hedwig balanceándose en el hombro y a Crookshanks retorciéndose en los brazos.

—Mis padres me han devuelto a Hedwig.

La lechuza revoloteó obedientemente y se posó encima de su jaula.

— ¿Ya estás listo?

—Casi. ¿Cómo está Lyra? —preguntó Harry poniéndose las gafas.

—La señora Weasley ya la ha curado. Pero ahora Ojoloco dice que no podemos irnos hasta que llegue Sturgis Podmore porque en la guardia falta un miembro.

— ¿La guardia? —Se extrañó Harry—. ¿Necesitamos una guardia para ir a Kings Cross?

—Tú necesitas una guardia para ir a Kings Cross —lo corrigió Hermione.

— ¿Por qué? —Preguntó Harry con fastidio—. Tenía entendido que Voldemort intentaba pasar desapercibido, así que no irás a decirme que piensa saltar desde detrás de un cubo de basura para matarme, ¿verdad?

—No lo sé, eso es lo que ha dicho Ojoloco —replicó Hermione distraídamente, mirando su reloj—, pero si no nos vamos pronto, perderemos el tren, eso seguro

— ¿Queréis bajar ahora mismo, por favor? —gritó la señora Weasley. Hermione pegó un brinco, como si se hubiera escaldado, y salió a toda prisa de la habitación. Harry agarró a Hedwig, la metió sin muchos miramientos en su jaula y bajó la escalera, detrás de su amiga, arrastrando su baúl.

El retrato de la señora Black lanzaba unos furiosos aullidos, pero nadie se molestó en cerrar las cortinas; de todos modos, el ruido que había en el vestíbulo la habría despertado otra vez.

—Harry, Lyra ustedes vienen conmigo y con Tonks —gritó la señora Weasley para hacerse oír sobre los chillidos de « ¡SANGRE SUCIA! ¡CANALLAS! ¡SACOS DE INMUNDICIA!»—. Deja tu baúl y tu lechuza; Alastor se encargará del equipaje ¡Oh, por favor, Sirius! ¡Dumbledore dijo que no!

Un perro negro que parecía un oso había aparecido junto a Harry mientras éste trepaba por los baúles amontonados en el vestíbulo para llegar a donde estaba la señora Weasley.

—En serio —dijo la señora Weasley con desesperación—. ¡Está bien, pero allá te las compongas!

— ¿Estas bien? — le pregunto Harry a Lyra.

—Si — contestó — no fue nada

Luego abrió la puerta de la calle de un fuerte tirón y salió a la débil luz del día otoñal. Harry y el perro la siguieron. La puerta se cerró tras ellos, y los gritos de la señora Black dejaron de escucharse de inmediato.

Harry Potter y la Orden del Fénix // Lyra GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora