El sonido de un papel olvidado hacía tiempo resonaba en el desván, que guardaba entre sus paredes muchos, muchos pecados. El niño de brazos y piernas delgados, piel pálida y pelo oscuro y resbaladizo, estaba sentado en el polvoriento suelo de madera, embelesado por un libro que iba más allá de su tiempo. Con páginas amarillas y la cubierta rasgada, una reliquia, un superviviente de la "purga" que una vez se celebró en su casa. Una de las pocas cosas que la madre del niño pudo salvar.
No pudo salvar muchas cosas de la ira de su marido, observó el chico con tristeza. Entre ellas estaban su varita más preciada, varios libros, su kit de pociones y otros objetos mágicos. Recuerdos de una vida mejor, se atrevió a pensar, todos quemados y destruidos. Nada sobrevivió excepto este libro y su legado, que su padre nunca pudo borrar.
El niño, un niño de cinco años que, aunque lo intentaba, no podía entender mucho del libro que tenía en sus manos. Quería leer, quería aprender. Se ganó el derecho a saber, pensara lo que pensara su padre. Y su madre, su querida madre, tenía prohibido compartir casi nada, aunque lo intentaba. Así pues, el joven e ingenuo Severus Snape se sentó solo en la gélida noche de octubre en el desván, leyendo un libro sobre el antiguo folclore mágico, sin entender nada y mirando las imágenes sangrientas y aterradoras.
Sin embargo, no estaba asustado. Ya sabe lo que puede esperar de estos monstruos. Garras y dientes enormes, el daño corporal propio de los animales que son.
No, no. Los verdaderos monstruos son los que no podemos distinguir. Los que miramos y no vemos nada que temer, ni lo que podrían hacer. Los que llevan los animales dentro, listos para salir arañando y hacer daño a cualquiera que esté cerca.
Su padre era así. A su monstruo le gustaba salir a jugar después de unas copas.
Severus fue sacado de sus pensamientos por un suave golpe. Levantó la vista y vio la figura de su madre abriéndose paso entre las cajas de cartón, ordenando la que había dejado caer. Ella lo miró con una suave sonrisa, la que le reservaba cada vez que él le preguntaba sobre el mundo mágico o cualquier otra cosa por el estilo.
Se sentó a su lado sin decir palabra, mirando el libro que tenía en las manos con tanto anhelo que Severus tuvo que apartar la mirada. Sus ojos bajaron hasta los brazos magullados de ella, ahora más prominentes que nunca, y se estremeció con culpa.
Su padre se había ensañado con ella por algo que Severus había dicho. Este año quería salir a pedir caramelos con los niños del barrio, incluso lo habían invitado. Pero Tobías, su padre, no quería saber nada.
-Déjalo ir con esos niños ahora, Eileen, y pronto volverá con un canalla en un brazo y una ramera preñada en el otro-.
-¿Cómo puedes decir eso?- Preguntó Eileen en completo y absoluto shock. -¡Sólo tiene cinco años! ¡Son todos unos críos!-.
-Te escapaste de casa bastante joven, ¿no es así, querida?- Se burló.
-¡Para casarme contigo...!-
-¡Para aprovecharse de mí! ¡Mi vida, mi dinero, esa oh llamada libertad! Usando excusas para retenerme, ¿recuerdas? ¡Venir llorando a mí con una hernia alegando ser un niño...!-.
-¡Tú lo pusiste ahí!- Gritó indignada.
-¡No me eches eso en cara! Fuiste tú la que se abrió de piernas, puta...-
Y el resto fue historia.
Huyó al ático antes de que pudiera volver a él.
Miró su expresión preocupada y su sonrisa se suavizó aún más. Severus no sabía cómo podía hacerlo su madre, sobre todo después de otra paliza. El propio Severus había dejado de llorar de dolor hacía muy poco para no instigar más a Tobías.
![](https://img.wattpad.com/cover/344366705-288-k937594.jpg)
ESTÁS LEYENDO
SEVERUS SNAPE - THE ONE WHO WALKS IN THE SHADOWS
FanfictionSeverus falleció en el piso de la Casa de los Gritos solo para encontrarse en el espacio en blanco entre el mundo de los vivos y los muertos, conversando con un Maestro de la Muerte, Harry Potter. Se le ofrece la oportunidad de regresar unos años at...