AH | "Muchas veces sentimos que estamos absurdamente muertos, o absurdamente vivos, otras veces absurdamente felices, o absurdamente perdidos; es la esencia de ser adolescente, de ser humano, vivir al limite todas tus emociones"
Cuando sientes q...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La vida nunca será fácil para alguien que no desea vivir, o al menos, que le cuesta buscarle un sentido a nuestro existir; una forma de auto sabotaje, en donde al no haber experimentado esa emoción de sentirse lleno, de tener un objetivo, y que ese objetivo te haya impulsado a ser alguien, no puede encontrar esa emoción de llenura que todos queremos tan desesperadamente, algo que lo haga poder enfrentar las dificultades que se nos ponen como seres humanos día con día, una manera de reprimir ese sentimiento de insuficiencia es simplemente asumir que existes, y dejarlo ahí, un pensamiento vacío y apático donde no hace más que buscar que lleguemos a un punto tan bajo de nuestro pequeño mundo lleno de incertidumbres y simplemente hacer que nos quedemos ahí, sufriendo las consecuencias de ser completamente miserables.
Ser alguien pesimista nunca es bueno, pero no es algo que se pueda elegir, aunque no es un trastorno o algo que este mal, es la actitud persuasiva de una persona ante el constante pensamiento de que todo lo que sucede a su alrededor saldrá mal, por lo que no es fácil sacar esos incontables pensamientos negativos que hacen que puedas llegar a algo mucho peor a que solo sea un rasgo más de nuestra personalidad. Las circunstancias que te da la vida pueden ser un detonante para desarrollar este tipo de pensamientos, el no poder tener un fin al que llegar, un lugar que alcanzar en esta sociedad llena de expectativas y normativas arcaicas.
—Buenas noches, ¿Tiene té de manzanilla? —Habló con una voz leve y temblorosa, buscando que el empleado de la tienda no notase su verdadero tono de voz.
—Si, espere un momento—El muchacho, de quizá unos diecinueve años, caminó hacia una pequeña estantería llena de tés y algunas otras especias. Busco por unos segundos hasta que tomo una pequeña cajita azul con el distintivo dibujo de la flor de manzanilla—. Serían un dólar con setenta y ocho.
—Gracias...—El joven puso el efectivo en el mesón y rápidamente tomó la caja de té, esperando a que el empleado le diera el vuelto de la compra.
—Aquí tienes niño —El chico con la caja de té en manos se sobresalto al escuchar ese pronombre específico que salió de los labios del empleado, entrando en un pequeño estado shock momentáneo.
Tomó lo que sobro del efectivo y con un asentimiento hacia el cajero salió rápidamente de la tienda, aún con la cabeza nublada y llena de dudas.
"Me dijo niño..." Fue lo que pensó al salir de la pequeña tienda con una sonrisa en su rostro, pasando desapercibido por la gran multitud de gente que se aglomeraba en las concurridas calles de Nueva York, algo completamente normal en una de las ciudades más diversas y pobladas del planeta.
Sin embargo, pequeñas cosas como esas pueden llegar a iluminar aquella oscura habitación que conocemos como mente, y llenarla de un poco de esa felicidad que nos falta, una manera de alegrar una mente cansada y en busca de un propósito por el cual vivir, porque así somos los seres humanos, criaturas en busca del significado de nuestra existencia, de nuestro sentir y de nuestra identidad, buscamos tipos de flores específicas en un campo lleno de una inmensa diversidad de estas, buscamos una aguja en un pajar, buscamos llenarnos con un sentimiento que nos haga sentir cómodos en este pequeño mundo que está flotando en una inmensidad de planetas, galaxias, universos.
