Pete, siete años.
Finca Saengtham.
Phuket, Tailandia.—Él es raro.
Agarré mi muñeca en mi mano mientras miraba a Vegas Theerapanyakul sentado en la hierba. Estaba vestido con camisa y pantalones negros... Y extrañamente, una chaquetilla negra con bolsillos. Nunca había visto a nadie, excepto un adulto, llevar una de esas. Su cabello era negro, corto por los lados, pero largo en la parte superior. Seguía cayendo en sus ojos. Ojos que parecían caramelos en la trayectoria del sol. En realidad, eran café claro.
—Pete —Arm me tomó del brazo. Me sacudí de su agarre.
—Es nuevo. Y no conoce a nadie —me acerqué a Arm, mi mejor amigo y vecino de al lado. Su sombrero tipo policía protegía sus ojos. Siempre llevaba un sombrero de ese estilo. Decía que algún día quería ser policía como su tío. Pensaba que sería bueno en eso—. Escuché a mi papá hablar con mis tíos anoche. Salí de mi habitación y escuché a través de la puerta de la oficina de papá. Lo escuché decir que la mami de Vegas ya no lo quería. Dijo que la asustaba. Entonces se lo entregó a su papá, el señor Theerapanyakul, el encargado de los terrenos —sacudí un poco mi cabeza—. Escuché que él tampoco lo quería, pero que no tenía otra opción. Su mamá no está en ninguna parte. Ella huyó y lo dejó solo.
Los ojos castaños de Arm se abrieron. —¿Su mami lo abandonó? ¿Qué hizo para asustarla? —miré hacia Vegas a través de la hierba. Tenía una lupa en sus manos. Estaba quemando hormigas. Me encogí de hombros en respuesta a la pregunta de Arm. No sabía lo que había hecho.
—Él no me da mucho miedo —declaré, estudiándolo con fuerza—. Creo que es mayor que nosotros. Escuché a uno de mis tíos decir que ya tiene nueve años —Arm tenía ocho. Yo tenía siete.
—Cuando lo conociste ayer, estaba matando a una mariposa —Arm miró por encima del hombro a Vegas—. Está matando hormigas ahora mismo. Es muy raro, Pete. ¿Por qué sigue matando cosas? —hizo una pausa—. Creo que es demasiado extraño como para que seamos sus amigos —él respiró profundamente—. Mi tío dice que me mantenga alejado de niños como él. Que ellos serán los que terminarán metiéndote en problemas algún día. Sabes que no puedo meterme en problemas si quiero ser un policía.
—Quiero ir a hablar con él —empujé a Arm y corrí por la pendiente de hierba caliente. Corrí hasta quedarme sin aliento y me detuve junto a Vegas. Me aseguré de que mi broche para el cabello todavía estuviera en su lugar y mi cabello estuviera liso.
Vegas no me miró, así que miré por encima del hombro lo que estaba haciendo. Un montón de hormigas muertas yacía debajo de la lupa en sus manos. El humo se elevaba de sus pequeños cuerpos negros rotos. —¿Viéndolas morir también? —pregunté, y su espalda se apretujó debajo de su camisa.
Un pájaro cantó en el árbol cercano mientras esperaba que respondiera. —Murieron más lentamente que la mariposa ayer —dijo finalmente—, trataron de sobrevivir, trataron de escapar, de huir... pero no pudieron. Las tenía atrapadas. Lucharon duramente... pero tuve que matarlas.
Quería mirar más de cerca. Me agaché frente a él y sonreí cuando apartó la lupa de las hormigas muertas. Estaba mirando mi rostro, podía sentirlo, así que levanté los ojos y sonreí realmente grande. —Soy Pete Phongsakorn. Nunca pude decir eso ayer. Yo también vivo aquí —señalé la casa principal. Mi casa. La finca de mi papá.
Vegas no me devolvió la sonrisa. No se movió, no dijo nada. Solo me miró. Sus ojos se movieron al pequeño broche negro en mi cabello, luego a mi traje azul y largos calcetines blancos hasta mis zapatos negros. Por último, miró la muñeca en mis manos. —Esta es Alicia —anuncié y la sostuve para que la viera. Estaba vestida exactamente igual que yo, sólo que en versión mujer.
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Sick Fux [VegasPete]
Teen FictionCuando Phongsakorn Saengtham y Kornwit Theerapanyakul se conocieron siendo niños, ellos no podrían haber sido más diferentes. Pete era fuerte y hermoso, con cabello negro, risas y sonrisas brillantes. Vegas era oscuro, melancólico y obsesionado con...