Maia
Ser la chica nueva. Ser aquella persona que no conoce a nadie y es excluida por lo mismo, aquel sentimiento es el que temía estar a punto de experimentar.
Hace apenas un par de meses, mis padres tomaron la difícil decisión de mudarnos de la bulliciosa ciudad a un pequeño pueblo alejado de todo lo conocido. Debido al trabajo de mis padres este cambio de aire era beneficioso para ellos por el hecho de evitar el gasto excesivo y necesario que tenía mi padre al tener que viajar de aquí para allá cada vez que debía cubrir una guardia gracias a su empleo de policía y mi madre no dudo en acompañarlo en esta decisión, pues para ella también era una oportunidad encontrar una bacante de enfermera en el hospital del pueblo ya que había quedado desempleada por algunos inconvenientes en su trabajo anterior. Sin embargo, a pesar de sus veneficios, era imposible no pensar en todo lo que debíamos dejar atrás. O mejor dicho lo que yo debía dejar : mi familia, mis amigos, mi hogar y esos rincones secretos donde solía encontrar paz y tranquilidad. Todo había quedado allí.
Debido al poco tiempo que llevábamos viviendo aquí aún no conocía a nadie. Llegué en plenas vacaciones de verano y solo me dediqué a desempacar y acomodar mi nueva habitación para que no se sintiera tan extraña, pues de muchas opciones no disponía. Pero hoy, las vacaciones terminaron y comenzó mi nueva vida en el colegio. Estaba sola, sin amigos y rodeada de desconocidos. ¡Qué emoción! (es sarcasmo).
Cuando llegué al colegio, mis padres me dejaron en la entrada y se despidieron de mí. Mientras tanto, los adolescentes se agolpaban para entrar rápidamente por la puerta de la institución y al ingresar se formaron para escuchar algunas palabras de quien suponía era el director, quien nos daba la bienvenida a este nuevo ciclo escolar y luego nos pedía que nos retiremos a nuestras respectivas aulas.
Me sentía totalmente desorientada y me daba vergüenza hacer preguntas con respecto a donde se suponía debía ir, pero si quería sobrevivir a mi primer día, tenía que superar ese sentimiento y encontrar a alguien de mi edad que pudiera orientarme. No muy lejos de mí, vi a una chica rubia que parecía tener la misma edad que yo, así que decidí acercarme y preguntarle si es que sabía en dónde quedaba mi salón de clases.-Hola- dije con una sonrisa-lo siento estoy un poco perdida y me preguntaba si podrías decirme cual es el salón de cuarto, es que soy nueva. - la chica a quien le había preguntado me miro curiosa, parecía estar tratando de descifrar de donde había salido, pero luego contesto:
- ¡Claro! no es problema suele pasar el primer día ¿en qué diversión te encuentras?
-Según me dijeron, estoy en la división "b"- ella me miro con una sonrisa.
-¡Estamos en el mismo curso! - Contestó alegre - seremos compañeras, me presento soy Aidana Eiza, un gusto. ven sígueme nuestro salón es por acá
-Un gusto, Aidana yo soy Maia Torres -conteste algo emocionada (socializar estaba saliendo bien) Alana volvió a sonreirme y continuó el paso mientras yo caminaba en su dirección a lo que ella me mostraba el camino.
Ella volteo de nuevo a verme. - No eres de aquí ¿cierto? - yo negué con la cabeza -lo suponía, no te había visto nunca en el pueblo, y ya sabes, aquí se conocen entre todos. ¿De donde eras?
- vivía a unas cuantas horas de aquí, en Belmont, me mude en vacaciones hace dos meses y aún no conozco mucho de este lugar.
- Portobelo te gustara, es tranquilo y para ser un pueblo tiene bastantes cosas como una ciudad. - dice para luego detenerse. - Es aquí.
- Gracias por guiarme- digo para luego fijar mi mareada dentro de aquella aula, sin saber donde debería sentarme, puesto que de seguro todos ya tenían su propio compañero.
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¿Muy pronto para decir "Te amo"?
RomanceQuien diría que una simple conversación por una red social daría inicio a toda una historia, una que comenzó como una amistad. Aaron y Maia, esta es su historia. Dos adolescentes quienes fueron descubriendo sus sentimientos y aceptandolos aun a pes...