Capítulo 3 𓍊𓋼

12 3 5
                                    

Aaron

Luego de haber llegado a casa aquel día, intentando no pensarlo demasiado, devolví aquella solicitud.
Unas semanas luego de seguirnos sin darnos cuenta habíamos comenzado a hablar. Como si nada ella había contestado una de mis historias y la conversación fluyó por si sola. Ahora no podría decir de un día en el que no esperase su mensaje.

De un momento a otro tres años ya habían pasado y Maia se habia convertido en mi mejor amiga. Mi mejor amiga de quien estoy enamorado pero soy muy cobarde para confesarlo.

Hoy como mi rutina diaria me dirijo a su casa a pasar la tarde. Los martes siempre nos juntamos a merendar en su patio en las vacaciones de verano, tiene un hermoso jardín con flores y amo verla rodeada de ellas.

Toco su timbre para que sepa que estoy aquí y sin que el tiempo logre pasar ella aparece al otro lado de la puerta, sonriendo.

—¡Llegaste! Pensé que hoy no venias, me dijiste que estabas ocupado...

— Hola también a ti Pulga—digo entre risas. —me hice un tiempo para venir a verte.

— Ya te he dicho que no me llames así... — ella ríe tambien para luego abrazarme como siempre hace— ¿como empezó tu semana? — Me pregunta mientras ambos ingresamos a su casa y ella cierra la puerta.

— Te llamo así por que eres igual a una pulga, chiquita y molesta —digo revolviendo su cabello castaño y ella bufa cansada por mi acto.— ¿Y mi semana? Normal, ayer estuve practicando una nueva canción en la guitarra, pero aun no la saco del todo.

— ¿En serio? Y¿qué canción te estas aprendiendo? —La miro y una pequeña sonrisa escapa de mis labios.

—Es sorpresa, metiche —Hablo para volver a despeinarla, es divertido molestarla.

— ¡No otra vez! ¡Deja de despeinarme! ¡Ronnie! —Dice mientras saca mi mano y acomoda su pelo nuevamente, este verano se lo corto al hombro y le queda precioso.— Que manía tienes de hacer eso.

Enrtre risas nos dirigimos a su cocina a preparar nuestra merienda, mientras ella es una fiel consumidora de cafeína yo prefiero un ligero té de manzanilla qué ella prepara sin siquiera preguntarme.

—¿Agarro galletitas dulces o saladas? —Pregunto.

— Ninguna, hoy cocine algo, quiero que me digas que tal salio— contesta con una sonrisa tierna que arruga ligeramente su nariz.

—No tiene veneno ¿verdad Mai? —Ella me mira mal y yo rio sin poder evitarlo — Esta bien, seré tu catador oficial ¿qué preparaste para mi? —Pregunto agachandome hasta que nuestros rostros quedan a la misma altura y sin previo aviso su rostro toma un color rojizo. Mierda, que linda es.

—Hice brownies — Ella aparta la mirada y me da un golpecito al hombro. —Más te vale decirme que están ricos o voy a llorar — Avisa y yo me incorporo nuevamente.

—No he probado nada que hayas hecho que no me haya gustado, seguro ha de estar muy rico —ella vuelve a voltear la mirada y yo le sonrió— Bueno... A excepción de esas galletitas que hiciste una vez, casi pierdo una muela. —Ambos reímos y Maia me golpea levemente el brazo — ¡Hey! Deja de golpearme, mal tratadora —Digo aun riendo, ella me ignora y se dirige al microondas sacando una pequeña bandejita de ahí dentro.

—Toma, lleva los brownies yo llevare las tazas, tu eres propenso a tirarlas
— la miro ofendido tomando la bandeja.

— ¡Eso fue solo una vez! Y fue por que Sandy se cruzó entre mis piernas.

— Ajá, deja de intentar culpar a mi pobre gata, Aaron, vamos.

Una vez habías organizando todo lo que llevaríamos a fuera, nos dirigimos a su patio, colocando todas las cosas en una pequeña manta qué siempre solemos utilizar para poner en el suelo en estas ocasiones.

¿Muy pronto para decir "Te amo"? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora