01

330 13 0
                                    

Igor Samhad

Escapando de los periodistas me meto en un callejón oscuro. Ahí es donde me escondo.

Me quedo ahí por un largo tiempo, veo a los periodistas pasar desesperados buscándome, yo solo puedo pensar en librarme de ellos.

Siempre quise la fama, pero jamás me imaginé llegar a odiarla.

No puedo descansar ni un solo minuto y es tedioso no poder hacer ciertas cosas tan normales. Cosas que para mí era tan fácil como ir de compras ahora para mí es imposible por mis fans.

Cada rumor que se genera, es un dolor más de cabeza. Inventan cualquier cosa contal de tener visibilidad, se meten demasiado en mi vida.

Toda la gente lo hace por el cochino dinero.

Se podría decir que los periodistas saben hasta cuando voy al baño.

Hay ojos en todos lados. Por eso me he encargado de que ninguna chica con la que salgo sea vista.

Obviamente, lo único bueno de ser un actor famoso es el dinero. Y se podría decir que una que otra fanática loca que está bien buena.

Ese aspecto es el que más me gusta.

Pero todo lo demás lo odio.

Ya está oscureciendo y aún no salgo de este callejón.

Creo que ya se han cansado de buscarme. Con pasos largos me dirijo a la salida.

Cuando el aire fresco de la noche me golpea la cara, puedo respirar con tranquilidad.

Esta completamente vacío.

Es perfecto.

Hace frío, pero prefiero dejar el abrigo tirado para que la gente no me reconozca o que sé yo.

Corro directamente hacia donde se encuentra una cafetería.

Necesito un café.

La cafetería por suerte está vacía, solo se encuentra los que atienden.

Como dije antes.

Es perfecto.

Ahora me gustan mis momentos de soledad.

La soledad es igual a tranquilidad.

—Hola, buenas noches—digo al estar adentro.

—Hola buenas noches, señor, que va a desear.—responde una chica.

Me quedo analizándola para ver si me reconoce.

Pero al parecer no lo hace, únicamente me mira sin ninguna expresión en su cara.

Se debe estar haciendo la loca.

—Hay alguna otra persona que pueda tomar mi pedido.—Hablo apenas me entra la idea en la cabeza de que ella me conoce y solo quiere acercarse a mi.

No es que sea un cabrón, solo soy cuidadoso, cualquier persona puede sacar alguna foto y generar un gran revuelo.

—¿Tiene algun problema con que lo atienda yo señor?—Me mira mal.

Habla con una voz tan aburrida que realmente creo que no me conoce...

Pero, ¿y si lo hace y le pone algo a mi café?

—No pero preferiria evitar algún mal entendido, si me ven aquí cerca de usted pensarán que estamos...—su cara de incredulidad me hace callar.

—Ja, ni que fueras famoso—Rueda los ojos.

Débil por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora