02

134 11 0
                                    

1 año después.

Gaby

Agobiada por el trabajo, camino por las calles—que están casi todas oscuras— Tengo que caminar por aquí, porque dejé mi auto aparcado aquí cerca, ya que no tenía donde estacionarme.

No tengo buenos recuerdos de estar sola en la oscuridad, pero tengo la seguridad de mi hermano en la ciudad todo lo que me pasó esa noche fue su culpa, y le correspondía ayudarme.

No tenemos mucho contacto, casi ni hablamos, pero siempre que nos necesitamos estamos ahí.
No quiero nada de él, pero tampoco puedo negar la ayuda de la protección, porque es de vida o muerte. Esa noche casi muero, si ese tipo no me hubiese llevado, seguramente me hubiera muerto desangrada y sola.

Mi vida se la debo a ese tipo que se creía famoso. No alcance a agradecerle, puesto que él se fue antes de que despertara.

Fue mi salvación, mi héroe.

No lo estoy romantizando ni nada, tan solo estoy agradecida con él, y le deberé una por siempre, aunque no lo conozca.

Ese día estaba mal, ese día encontré a mi ahora exnovio con mi para ese entonces mejor amiga.

Los encontré en mi propia cama, y desde ahí mi día empeoró hasta acabar en el hospital.

Detengo mi camino cuando escucho un quejido. Proviene cerca de un contenedor de basura.

—¿Hay alguien ahí?—pregunto acercándome cautelosamente.

Quien sea que está por ahí me responde con algo parecido a un "ajá" o algo por el estilo.

No sé si soy muy estúpida o muy buena persona, pero me acerco más para ver si esta persona se encuentra bien, o de lo contrario para llamar a una ambulancia o algo.

Veo un cuerpo recostado en unas bolsas de basura, esta persona se mueve.

Levanto más la mirada y veo a un tipo golpeado y probablemente borracho.

—¿Señor, necesita ayuda?

—Mierda...—se intenta sentar, pero no lo logra—Si, ósea no, me duele todo.

Se ríe y no entiendo lo que le causa  tanta gracia.

—¿Quiere que lo ayude, que llame a alguien?—expreso al ver como le empieza a sangrar la nariz.

La luz de la luna me permite verlo con mayor detalle.

Me quedo pensando un poco para ver de donde me parece conocida su cara.

—¡Oh dios mío, eres el idiota que me salvó esa noche!

Mierda, lo dije en voz alta.

El ríe nuevamente.

—S-siempre causo esa impresión en las chicas cuando me ven... Espera.—suelta un hipo y sus ojos conectan con los míos—Erres la chica de la cafetería.

Ignoro su pronunciación de las palabras y asiento.

—Dios.—se intenta poner de pie, pero veo como sus piernas flaquean haciéndolo caer.—Rayos no me puedo ni poner de pie...

—Vamos, te ayudo.—Me pongo a su altura y con todas mis fuerzas lo hago pararse.

—¿Dónde vamos a ir?—Pregunta con un brazo detrás de mi nuca, que lo usa pera poder mantenerse de pie.

—Te pediré un taxi, ahí tú le dices la dirección a tu casa o a donde sea que quieras ir.—respondo con dificultad por su peso, está arrastrando sus pies para caminar, pero parte de su peso cae en mí.

Débil por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora