eres mi tortura [Chloenette]

cap 5

chloe bourgeois estaba roja como un tomate

- aunque no me molestaria tener otro sobrino o sobrina - dijo zoe

kagami estaba igualmente roja que su esposa

zoe se rie 

- con tres no te alcanza - pregunto Kagami

- oh vamos estoy segura que estan buscando otro, porfavor dejen el orgullo de lado por esta vez - se rie la rubia mayor

- porque no te vas a descansar hermana

- para que lo hagan de nuevo claro - se va corriendo antes que su propia hermana la siga 

se fue a la habitacion que le correspondia y luego se dispuso a dormir 

chloe se habia levantado ya que kagami se lo pidio, cuando quedaron cara a cara, la japonesa le sonrie

- no niego que me gustaria tener un mini ejercito tsurugi-bourgeois - dijo con una sonrisa coqueta

a kagami le gustaba hacer que la rubia se pusiera roja 

- sabes una de las cosas que me facino de ti y me gusto descubrir fue que podias ser tan dulce entre otras cosas - sonrio con un leve rubor - entonces tendra que suceder mas seguido para lograrlo no lo crees - dijo con un tono coqueto y abrazando a la mas alta del cuello

kagami sonrio con sus ojos ambar brillando, no por lo que harian sino por la grandiosa mujer con la que se caso

- estoy toda sudada del asco - se rie la japonesa

- mmm ya me acostumbre hace mucho al sudor - se rie - es sexy cuando usas una musculosa y se te marca el abdomen - dijo la rubia tocando el abdomen de su esposa, para luego su mano empezar a bajarla por el cordon del pantalon de esta desatando el nudo de este mismo 

kagami no perdio el tiempo y cargo a su esposa besandola, sus besos siempre fueron apasionados y ambrientos, siempre habian ganas de mas y mas y jamas entendio el porque, era posible aun pasar tantos años con una persona y conocerla tanto, desearla mas que antes, eso les pasaban a ambas, cuando llegaron a trompesones a su habitacion la ropa termino por cualquier lado de esta y las dos terminaron en la cama besandose y tocandose como si no hubiera un maldito mañana

la japonesa siempre trato a la francesa como si esta fuera una diosa, siempre como si fuera lo mejor del mundo, sus besos viajaron desde el cuello hasta el valle de sus pechos, jugo con ellos y los trato como se los merecen, los gemidos de su mujer siempre eran musica para sus oidos, y eso lograba ponersela mas dura si eso era posible

los ojos ambar siempre miraban con adoracion a los ojos azules de su compañera de vida

luego empezo a bajar sus besos por el abdomen de esta hasta llegar al monte de venus uno de sus lugares favoritos 

toco con su pulgar el delisioso boton de su esposa y con su lengua jugo con los contornos antes de meterla adentro, los gemidos de esta eran siempre la mejor parte, era mentira saber cuanto tiempo estuvieron asi pero lo que si supo fue que disfruto cuando ella se corrio, luego de eso se levanto y la beso, mientas se acomodaba entre las piernas de esta, cuando entro en ella contuvo el gemido de ella misma y el de su esposa en el beso, con cada embestida era la gloria, si alguien le preguntaba alguna vez cual es su deporte favorito, no dudaria de decir que era el hacer el amor con su esposa.

el tiempo se paso de largo, no sabe si estuvieron una hora, mas o menos tiempo, pero cuando acabaron se taparon y se abrazaron, ese dia ya lo habian hecho unas dos veces antes, pero habia beneficio despues de tantos años de entrenar penso la azabache

luego de dormirse abrazadas 

varias horas despues... aproximadamente las 10 de la mañana, la primera en despertar fue la japonesa sentia como su cuerpo le dolia, no sabe cual de las actividades de ayer le proboco eso, lo que si sabe fue que hizo el amor con mucho entusiasmo y ahora su espalda estaba roja y algunas partes se podia ver un poco de sangre, se fue dar un baño, cuando salio se puso un boxer blanco, un jean negro, un brasier blanco y una remera verde, las medias fueron blancas y las zapatillas verdes, se desenredo el cabello y lo peino, cuando se giro a ver a su esposa, la vio frotarse los ojos, asi que le dio un beso de buenos dias que nunca rechazaba