Capítulo 7

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Ser secuestrada era horrible, por supuesto, pero yo había tenido suerte. Katia quería una amiga y eso estaba haciendo que me trataran como una princesa de la mafia más. No debía ser muy divertido formar parte de todo eso, quiero decir no parecía haber más que hombres armados por todos lados.

Me llevaba por toda la mansión y el no poder salir se hacía más ameno con cine, piscina, gimnasio y un montón de comodidades más. No me esperaba para nada estar en la cena junto a la familia de Katia, por supuesto parecía que tanto Lewonski como Giussepe eran bastante cercanos o al menos tenían un rango importante en aquella casa porque basicamente ambos hombres estaban sentados cada uno a un lado de mi ¿Eran sus asientos de normal?

El padre de Katia no parecía muy diferente al mío, le reñía a un niño pequeño que había al lado de su mujer, que por lo que pude escuchar era el primo de Katia, después de que sus padres fallecieran la familia se había encargado del pequeño y prácticamente era uno más.

-Y dime Mara- Sonrió Kristina, la madre de mi nueva amiga- ¿A parte de leer que sueles hacer?

-Bueno... No mucho, Roberto ayuda en la empresa y Abril y yo simplemente nos quedamos en casa.

Mikhail soltó una risa con desdén y Giussepe le pegó en el hombro por detrás de mi, seguro que para que el hombre se callara pero él no parecía de esos y yo quería que si quería decir algo que me lo dijera a la cara.

-¿Qué pasa?- Fruncí el ceño.

-No dejan que tu hermana y tu salgais de casa y sigues pensando que tu padre no tiene negocios turbios- Se encogió de hombros- Simplemente me parece gracioso. Mara, que has salido por primera vez después de hace años... ¿Eso no te da pistas? ¿Al menos sabes qué cojones hacías en esa fiesta?

-Mikhail...- Le advirtió  Giussepe.

-Que mi padre os deba dinero no tiene porque tener negocios turbios, imbécil.

-No cualquiera le debe dinero a la mafia rusa, niña pija-Bufó Mikhail haciendo que yo le mirara con odio.

-Lewonski- El padre de Katia habló y Mikhail paró de hablar- Nosotros no tenemos que darle explicaciones, es su padre el que debería hacerlo. Por el momento, me encanta que tengáis tanta confianza el uno con el otro- Sonrió el hombre- Así que Mikhail he decidido que seas tu el que te encargues de Mara mientras esté con nosotros.

- Si, mira. Soy adulta y no soy gilipollas, no puedo salir de aquí así que dejadme en paz y ya.

Nadie me hizo caso.

-¿¡Qué!?- Mikhail se levantó de golpe haciendo que el niño le imitara haciendo que Katia le señalara con el tenedor y que este se callara al instante- Soy el puto mejor asesino del mundo, no me puedes poner de niñera.

-Asesino- Susurré- Te pega.

-No necesitamos que nadie sea asesinado y necesitas relajarte así que ¿Qué mejor cuidar de una chica que le gusta leer? No será difícil cuidar de ella, parece calmada.

Mikhail me miró y le sonreí haciendo que rodara los ojos.

-¿Tranquila? ¿Mara Ramirez te parece tranquila?

***

-Del uno al diez ¿Cuántas ganas tienes de dispararme?- Dije mientras seguía a Mikhail por los pasillos, era mucho más alto que yo así que me era difícil seguirle el ritmo.

-Ya te lo dije, Mara. No le hago daño a inocentes- Miró por encima de su hombro para observar cómo le intentaba seguir el paso, Katia me había dejado unos zapatos pero yo usaba una talla más que ella y me dolían los pies una barbaridad.

-Si, si, si- Rodé los ojos- No le haces daño a mujeres a no ser que ellas te lo pidan- No debería preguntar pero es que la curiosidad me podía- ¿Qué tipo de daño?

Lewonski se paró de golpe y yo me di de bruces con su espalda, cuando me empecé a frotar la nariz me agarró del brazo derecho para ponerme contra la pared. Luego sin mucho esfuerzo me agarró ambas muñecas con una sola mano para ponerlas sobre mi cabeza ¿Cómo tenía las manos tan enormes? Acercó sus labios a mi oido y me dio un escalofrío cuando susurró.

-Mara, si te tuviera que enseñar todo eso tardaríamos toda la noche- Tragué saliva- Y estoy seguro de que a tu padre le gustaría menos que te muestre esas cosas a que te hagamos castigos que parezcan sacados de la Edad Media. En ambos usaría tu cuerpo- Con la mano que no sujetaba mis muñecas empezó a deslizarla de arriba abajo por mi cuello- Pero solo en una de esas opciones lo disfrutarías.

-No has respondido a mi pregunta- Intenté que mi voz no saliera entrecortada pero por supuesto no funcionó.

-¿De verdad quieres saberlo?- Siguió susurrando.

-Te sorprenderías de las cosas que he llegado a leer, Mikhail.

-Pero esto no es un libro, Mara. Estás en un sitio del que no sabes salir, tu padre nos debe dinero y me tienes a mí como vigilante.

-¿Tan malo puede ser? Básicamente has dicho que daño no me ibas a hacer- Solté un grito ahogado cuando con su mano agarró mi cuello y lo apretó un poco, no sé como explicarlo pero no me desagrado.

-No te voy a perder de vista, Ramirez. Ahora vete a la cama- Me soltó y si no fuera porque prácticamente su cuerpo sujetaba el mío contra la pared me habría caído de culo al suelo.

-¿Qué?

Señaló con la cabeza la puerta de mi habitación ¿Cuándo habíamos llegado allí? no me había dado ni cuenta.

-Descansa- Se agachó y con gran delicadeza me quitó las zapatillas de Katia- Mañana te conseguiré unos zapatos de tu talla, te han tenido que hacer daño.

-¿Cómo...?

-Solo había que ver cómo andabas para ver que no estabas cómoda. Te tendré vigilada, no te pienses que por estar en tu habitación no sabré que estás haciendo.

-¿¡Me quieres decir que hay cámaras!? ¡Me he cambiado ahí!

-Nadie te ha visto- Bufó- Te lo aseguro, yo mismo me he encargado de ello, pero si te sientes más cómoda. Cambiate en el baño de la habitación, ahí no hay cámaras.

-Desde luego que lo haré- Me acerqué enfurruñada hacia la habitación y la abrí de golpe mientras Lewonski esperaba al lado de una puerta que deduje que sería la de su habitación- Entonces ¿Cuando me enseñas a disparar?

-No quedé en que lo haría.

-Me dijiste que me enseñarías lo que haces.

-Si- ¿Me había sonreído?- Pero no que fueras a aprender a hacerlo. Descansa, Mara. Mañana va a ser un día curioso.

Entré en mi habitación dando un portazo. Quise divisar la cámara que habrían puesto a aquel cuarto y aunque no vi ninguna estaba segura de que el ruso no me había mentido. Le saqué el dedo corazón a la cámara que no sabía donde estaba, esperaba que Mikhail Lewonski hubiera tenido un primer plano perfecto de aquel gesto que evidentemente estaba dirigido a él.

La chica del Dark RomanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora