Hotel Oasis

Solos en la habitación

Andrea esperaba en la habitación del hotel, su corazón latía con fuerza y sus manos sudaban. Había recibido un mensaje de Leonardo que decía:

"En el hotel Oasis a la hora de las brujas...entra, no enciendas las luces y espera".

Andrea había conocido a Leonardo hacía unos meses en un bar, habían flirteado y habían quedado para salir más tarde. Varios encuentros después, había llegado a obsesionarse con él. No quería ser sólo una aventura, quería algo más. Y esa noche, sentía que iba a conseguirlo.

La puerta se abrió a las doce en punto, la claridad del pasillo inundaba parte de la habitación, sin encender las luces entró y cerró la puerta.

"Andrea, siéntate en el sillón", la voz sonó cálida y sensual.

¿Dónde estás? - preguntó Andrea.

"Shhhh siéntate."

Andrea se sentó en el sillón que había cerca de la ventana, era de cuero, algo frío, pero cómodo. La voz sensual le ordenó coger la linterna que tenía al lado derecho del sillón.

"Por favor no la enciendas todavía, espera a oír la música."

Andrea escuchó una canción de música electrónica que sonaba en la habitación. Leonardo apareció en el cuarto, estaba vestido con una camisa blanca y unos pantalones negros. Caminó hacia ella y le quitó la linterna de las manos.

"Sólo quiero verte, no quiero que te veas a ti misma".

Leonardo se quitó la camisa y se acercó a ella, Andrea podía sentir el calor de su cuerpo. Comenzaron a besarse, un beso lleno de pasión y deseo. Andrea sintió las manos de Leonardo en su cuerpo, acariciándola, recorriendo cada centímetro de su piel. Ella gemía de placer, mientras sentía cómo sus cuerpos se fundían en uno solo.

Leonardo se movía encima de ella, con un movimiento sensual, provocativo, pidiéndole más, pidiéndole que lo amara. Andrea lo acarició, lo besó, lo deseó. Leonardo siguió moviéndose hasta que llegaron al clímax juntos, agarrando los cuerpos del otro.

Andrea se recostó en el sillón, Leonardo estaba a su lado, recostado en su hombro.

"Te amo, Andrea".

Ella sonrió, era justo lo que quería escuchar. Estaba segura de que ese encuentro había marcado el inicio de algo más profundo entre ellos.

Y así comenzaron, una relación apasionada llena de amor, lujuria y éxtasis. Nunca volvieron a encontrarse en la habitación del hotel, pero los recuerdos y experiencias vividas quedaron grabados en sus mentes para siempre.