22

42 6 2
                                    

Elisabeth.

— ¡Cariño, no corras!— le gritó a Cameron cuando sale corriendo entre los puestos del centro comercial— !ven aquí o no habrá helado!

De inmediato veo como regresa mi lado, tomándome de la mano con una sonrisa inocente.

Después del incidente arreglaron el centro comercial de inmediato y un par de días después siguió en funcionamiento.

Así que estamos de camino a comprar un regalo para el bebé de Margie y Edwin.

— Mami ¿El bebé es un niño o una niña?— me pregunta Cameron mientras entramos a una tienda de maternidad.

— Es un niño, Cam— le respondo viendo unos diminutos zapatitos rojos— ¿Qué te parecen estos ? Son lindos ¿verdad?

— Son muy pequeñitos— me dice tocando con suavidad los cordones de los zapatitos — ¿los bebés son tan pequeños mami?

— Si, son pequeños. Muy delicados— dejo los zapatitos en su lugar y levanto a Cameron en mis brazos — Tu eras tan pequeño que me daba miedo levantarte en mis brazos, lo mismo le pasaba a tu tío. Se veía tan adorable contigo en sus brazos.

Le sonrío a Cameron dándole un beso en la frente, mientras el me abraza con fuerza.

— ¡Vaya! ¡Hola! Parece que nos encontramos demasiado seguido, Elisabeth— me volteo y veo a Arthur detrás de mi.

— Eso parece Arthur, estoy empezando a creer que nos estás siguiendo— le digo con gracia.

— Podría decir lo mismo— nos reímos— ¿Cómo están?

— Bastante bien, gracias por preguntar — le respondo— Saluda Cameron.

— Hola señor Rothschild— Cameron extiende su manita para darle un apretón de manos, mientras aún lo tengo en brazos.

— Hola, Cameron— Acepta su mano y la sacude un poco.

— ¿Estás buscando un regalo para esta noche?— le pregunto mientras bajo a Cameron.

— ¿Tan obvio soy? — pregunta metiendo las manos a los bolsillos de su pantalón.

— No pareces de los que entran en una tienda de maternidad solo para pasar el rato.

— Claro... Entonces ¿Podrías ayudarme?.

— Por supuesto. Me encantaría.

•••

Narrador omnisciente.

Mientras ellos exploran los estantes de ropa para bebé, una pareja que acaba de salir de una joyería pasa por la tienda de maternidad donde se encuentran.

—¿Qué te parece esa cuna, Jared? A mamá le encantaría una así para su nieto, ¿crees que deberíamos comprarla?

Ante la ocurrencia de su prometida él no hace más que rodar los ojos con fastidio. Todavia falta mucho para su boda y aún así ella insiste en sacar el tema de  tener hijos.

—Es demasiado pronto para considerar eso, aún no me siento listo para...

El se paraliza y calla en cuanto ve dentro de la  tienda a una mujer con un niño viendo las cunas para bebés.

— Si, si, siempre dices lo mismo. Pero debemos estar listos, mi madre quiere un nieto cuánto antes.

Luego de no recibir respuesta por parte de su prometido, sigue su mirada, encontrándose con la misma escena.

— ¡No lo puedo creer! ¡Quién lo diría, la bastarda y su bastardo!

— ¿La conoces?

La sorpresa en el rostro de Jared era notoria, sin embargo, su prometida no lo noto. Estaba muy ocupada riéndose mientras veía a Elisabeth con su hijo.

No Solo Estoy Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora