Capitulo 1

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Pinceles, he pasado mi vida entera rodeada de ellos, el adictivo aroma a pintura y sus alegres colores han marcado un punto de partida en mi vida.

Desde muy pequeña me han inculcado el arte de los pinceles, no lo puedo negar, me fascina pintar, el arte de poder descubrir nuevos trazos, texturas y colores me hace sentir completa.

El poder expresar mis emociones libremente a través de cada uno de mis trazos es una forma de liberación muy efectiva.

Amo pintar cada loca idea que cruza mi cabeza, he aprendido que desde la más mínima cosa puedo crear una magnifica obra de arte, incluso el cantar de un ave es suficiente para dejar volar mi imaginación y trazar un magnifico cuadro.

El reino de Edenvert, un reino pequeño y humilde situado al oeste del continente oscuro más allá de la cordillera de los Alces, un reino donde las injusticias son mínimas a diferencia de otros reinos.

Gracias a todos los privilegios que me ha otorgado el poblado de Edenvert he podido expresar mi arte con libertad en las calles del pueblo.

Actualmente pinto hermosos cuadros que más tarde son vendidos en la feria del reino, con el paso del tiempo se han vuelto muy populares, hasta el punto de llegar a recibir una invitación del mismísimo rey, para que una simple plebeya como yo pueda retratar a sus reyes.

Después de una agotadora tarde de trabajo con el bolsillo completamente vacio entre a la casa cabizbaja, lo que menos esperaba encontrar era a padre en el salón esperando con una sonrisa en su rostro y una carta en el bolsillo, solo eso eran sinónimo de buenas noticias, lo que jamás espere era que esas noticias eran dirigidas para mi, pues aquella carta no era nada más ni nada menos que una invitación de los reyes con el objetivo de pedir mis servicios.

La citación llego a mi puerta hace tres día y en todo este período de tiempo no he dejado de preguntarme como es tan siquiera posible que los reyes hayan descubierto mis obras, cuadros actualmente vendidos en una feria donde en su mayoría compran plebeyos y algún que otro noble.

—Hija, ¿me estas escuchando?—salí de mis pensamientos al escuchar la melódica voz de mi querido padre.

Su tes blanca reluce bajo la luz de la habitacion y sus ojos claros brillan de emoción al verme, su cabello oscuro con algunas canas ya presentes se encuentra despeinado debido a la corriente de aire.

—Perdón no estaba escuchando papá—me disculpe centrando mi vista nuevamente en él—¿Qué decías?—pregunté avergonzada.

Mi padre me observo por extensos segundos entrecerrando sus ojos justo antes de envolverme en sus cálidos brazos.

—Mi pequeña niña, se que debes sentir nervios por tal invitación, pero quiero que tengas presenté la gran artista que eres—dijo acariciando algunos mechones de mi cabello.

—Estoy completamente seguro que lo aras de maravilla, observa todo lo que has logrado en tan solo pocos meses, eres una artista Teresa, nunca dudes de ello.

—Tengo miedo—confese acurrucada en sus brazos.

—Pues no deberías mi flor, es absolutamente maravilloso todo lo que haces—contestó mi padre utilizando aquél tan conocido apodo.

"Flor" según el, significaba que era tan delicada y hermosa como una, pero incluso hasta la más bella flor posee espinas.

"Las flores son hermosas Teresa y algunas poseen espinas, si no las sabes cuidar puedes salir lastimado en el proceso" Fue una frase que le escuché decir alguna ves.

—Sino estas segura o no quieres visitar el palacio no estas obligada hacerlo, estás en todo tu derecho de rechazar su invitación—rompió nuesto abrazo y justo antes de salir susurró—Debes creer en ti Teresa, eres maravillosa, mi pequeña floresita.

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⏰ Última actualización: Jun 07 ⏰

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