Capítulo 1

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El peso del pasado

La lluvia golpeaba implacablemente contra los cristales de mi ventana, creando un ritmo monótono que parecía resonar con los pensamientos más oscuros de mi mente. Sentada en mi acogedor salón, abrazada por la oscuridad de la noche, me encontraba sumida en un mar de recuerdos que se negaban a abandonarme.

El pasado siempre había sido un compañero incómodo y doloroso para mi, una carga que parecía seguir cada uno de mis pasos y incitándome a ir tras el camino de sus pisadas. Desde muy joven, había experimentado pérdidas y decepciones que me habían marcado profundamente.

La muerte prematura de mi padre, la ruptura dolorosa de una relación amorosa y la traición de un amigo cercano que habían dejado cicatrices en lo más profundo de mi alma. A pesar de todos mis esfuerzos por seguir adelante, el pasado siempre encontraba la manera de colarse en mi presente y recordarme de dónde venía.

La imagen de mi padre, un hombre amable y cariñoso, apareció en mi mente. Recordándome su sonrisa reconfortante y las palabras sabias que solía susurrarme al oído cuando las cosas se ponían difíciles. Siempre me sentía abrumada por la tristeza de su partida y por todo lo que mi padre no había tenido la oportunidad de ver en su vida.

Cerré los ojos y deje escapar una lágrima solitaria que amenazaba con salir desde hace un largo rato, y así permitiéndome un momento de duelo.

De repente, el timbre de la puerta interrumpió el mar de tristeza que había en lo más profundo de mi corazón. Con curiosidad y con algo de miedo me levanté y me dirigí hacia la entrada algo recelosa de lo que me encontraría allí esperándome en la inmensidad de la oscuridad de la noche .

Al abrir la puerta, me encontré con un hombre alto y delgado, con una mirada penetrante y una sonrisa enigmática. Era Daniel, un amigo de la infancia que había perdido el contacto después de la traición que había sufrido en manos de mi amigo más cercano,Matteo. En ese momento me quedé sin habla, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para recibirlo.

Daniel me miró fijamente con ojos llenos de arrepentimiento y sin saber que hacer para saludarme. Sabía que había cometido errores en el pasado y que había lastimado a las personas que más me importaban, pero, no quería que me mirará como si fuera alguien rota sino como alguien más fuerte por haber aguantado y superado todo lo ocurrido.

Durante años, había llevado conmigo el peso de mi pasado, deseando poder volver atrás y enmendar mis errores. Pero ahora, frente a Daniel, veía una oportunidad para hacerlo y recuperar todo el tiempo perdido por tener miedo a las criticas y miradas que rodeaban mi mundo.

Con cautela de su reacción lo invité a Daniel a entrar.

-Buenas noches Daniel, no pensaba verte el día de hoy.-le dije con una sonrisa bien fingida para no hacer más incomoda la situación.

-Siento molestar a estas horas, pequeño terremoto-me sorprendí al escucharle decir eso como si nunca hubiera pasado nada.

-Tú nunca molestas, Dani-le sonreí esta vez de verdad. Insistiéndole a entrar

-Wow, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que estuve aquí.- dijo mirando a su alrededor con nerviosismo.

-Sí, es increíble. No pensé que volveríamos a encontrarnos después de todos estos años.-le sonreí más alegremente.

-Supongo que la vida nos tiene algunas sorpresas guardadas, ¿verdad?-expuso rascándose la nuca, ese era un gesto que hacia cuando estaba nervioso.

- Definitivamente. Aunque ha pasado mucho tiempo, algunas cosas todavía se sienten familiares.-le afirme.

- Sí, estoy de acuerdo. He estado recordando momentos que compartimos y preguntándome cómo has estado todos estos años.-respondió mirando al suelo con una mirada triste.

- Bueno, aquí estamos, teniendo esa oportunidad. ¿Cómo ha sido tu vida desde la última vez que nos vimos?-pregunté intentando animar un poco el ambiente.

- Ha sido un viaje emocionante, algunas decisiones acertadas, otras no tanto. Pero aprendí mucho en el camino.-dijo mirándome fijamente esperando de mi una reacción que no iba a obtener.

- Suena como si hubieras crecido mucho desde entonces. Yo también he tenido mis propios desafíos y logros. Es interesante cómo la vida nos moldea.-le respondí aguantando las ganas de llorar al recordar nuestros momentos en el pasado cuando todo eran risas.

-Sí, ciertamente lo es. Aunque han pasado años, estoy contento de que podamos tener esta conversación ahora.-Daniel me dijo esto con una sonrisa tímida al ver como intentaba no reaccionar.

-Yo también. No importa cuántos años hayan pasado, algunas conexiones simplemente siguen siendo especiales.-le guiñé un ojo para que notara que no me molestaba su presencia.

-Definitivamente. Y esta es una de ellas.-Dani afirmó con una gran sonrisa.

A medida que conversábamos, las palabras fluyeron entre nosotros como si nunca hubiésemos estado separados, desentrañando los secretos del pasado y exponiendo las verdades ocultas. Aunque las heridas aún estaban presentes y desenterraban recuerdos en esos momentos junto a él, comencé a darme cuenta de que Daniel había cambiado genuinamente. El remordimiento en sus ojos y su sincera disculpa de estar tan lejos de mí tocaron algo profundo en mi corazón.

Juntos exploramos los caminos tortuosos que habíamos recorrido desde que nos separamos. A medida que compartíamos nuestras historias, nos dimos cuenta de que el pasado no era solo una carga, sino también un tesoro de lecciones aprendidas y experiencias que habían forjado nuestro carácter,en esos momentos comenzamos a comprender que, aunque no podíamos cambiar lo que había sucedido, sí teníamos el poder de sanar y avanzar para poder tener una amistad futura.

A medida que avanzaba la noche,nos encontramos liberando lentamente las cadenas que nos habían mantenido atados al pasado. Nos abrimos el uno al otro, encontrando consuelo y comprensión en nuestras palabras. Juntos, descubrimos que el peso del pasado podía aliviarse cuando entre las dos personas se compartía y se aceptaba tanto los errores como las risas.

Cuando el sol comenzó a despuntar en el horizonte, nos despedimos con un gran abrazo, pero esta vez con la promesa de mantenernos en contacto y continuar con nuestro camino de sanación. Sabíamos que el pasado no desaparecería por completo, pero ahora teníamos la certeza de que podremos enfrentarlo juntos, transformando nuestro dolor en crecimiento y aprendizaje.

Mientras cerraba la puerta detrás de Daniel, sentí un rayo de esperanza iluminando mi corazón. Sabía que el peso del pasado ya no sería una carga insoportable, sino una parte de mi historia que me había llevado a convertirme en la persona que era en ese momento. Con una sonrisa en el rostro, me adentré en casa con la fuerza de poder comenzar un nuevo día, lista para enfrentar cualquier desafío que el futuro me deparara.

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⏰ Última actualización: Aug 13, 2023 ⏰

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