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narra Elizabeth

Con Tomás seguíamos viendo nuestras películas favoritas en el sofá. De repente, sentí una sensación extraña en mi interior, y un líquido caliente empezó a mojar el sofá. Me levanté rápidamente y corrí al baño, donde me di cuenta de que había roto fuente; estaba por dar a luz.

- Tomás, ¡llévame al hospital ahora mismo! – grité, con voz temblorosa.

Mi esposo se levantó del sofá con rapidez y comenzó a empacar unas cuantas cosas para llevar al hospital. Me ayudó a pararme y me tomó del brazo mientras caminaba hacia el garaje.

Pensé que estaba tan emocionado por la llegada de nuestro tercer hijo, que estaría corriendo por el vecindario gritando como un loco.

En el camino al hospital, todo el tiempo estábamos hablando sobre cómo sería nuestro bebé, cuál sería su color de cabello, si tendría nuestros ojos o no.

Había momentos en los que sentía el dolor de las contracciones, pero estaba tan emocionada que no presté mucha atención a eso. Conversamos sobre cómo sería nuestra vida de papás, y lo que necesitaríamos preparar para su llegada a casa.

Cuando por fin llegamos al hospital, estábamos ambos muy nerviosos. Me sentía asustada, agotada y con mucho dolor; no sabía lo que podía pasar en cualquier momento, pero sabía que mi esposo estaría allí para apoyarme y para conseguir que nuestra experiencia de convertirnos en padres fuera lo más maravillosa posible.

- Tomás, ¿cómo sabremos cuál será el momento de dar a luz? – le pregunté, tratando de distraerme del dolor.

- No te preocupes, mi amor. Los médicos evaluarán tu dilatación y sabrán exactamente cuándo llegue ese momento. Yo estaré aquí a tu lado todo el tiempo – me respondió, sosteniendo mi mano suavemente.

Pude ver en sus ojos que estaba preocupado, pero al mismo tiempo, estaba tan emocionado como yo. Cuando finalmente llegó el momento, estábamos preparados para todo. Yo estaba lista para dar lo mejor de mí para recibir al bebé.

Estaba nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Mi tercer bebé estaba por llegar al mundo, y esta vez lo sentía diferente, más intenso.

Tomás me agarró fuerte de la mano y me dijo: - Estoy aquí contigo mi amor, vas a estar bien -.

El dolor llegó y las contracciones eran cada vez más fuertes, no pude mantenerme en pie y me senté en el borde de la cama. Tomás me recostó con mucho cuidado y me ayudó a respirar profundamente.

Pude sentir cómo la presión en mi pelvis aumentó, y supe que estaba a punto de dar a luz. Le dije a Tomás que llamara a la enfermera y sin dudarlo ella apareció en la habitación.

- Respire profundo Elizabeth, su bebé está a punto de llegar -, dijo la enfermera mientras mantenía mi mano.

Sentí una presión inmensa seguida por un grito, el llanto de mi bebé. La enfermera lo recogió y me lo colocó en los brazos. Su pequeño cuerpo tibio y suave al contacto con mi piel fue algo inolvidable.

Tomás me miró con los ojos llenos de lágrimas y me susurró al oído: - Eres una guerrera, mi amor. Gracias por darme a otro hijo hermoso -.

Por fin, después de unas horas juntos, ellos me pasaron a otra habitación en donde me pudiera recuperar. Me sentía agotada, pero muy contenta de tener a mi bebé en mis brazos. Fue un momento muy especial en mi vida, uno que nunca olvidaré.

era una hermosa niña, devuelta una niña, estaba emocionada. La miré perfectamente y sin dudas era de Alejo. Sus ojos, su sonrisa, sus hoyuelos tenía todo de Alejo, todo.

- es hermosa - dijo Tomás.

- sí... - hice una mueca de lastima.

- LLEGUÉ - grito mi hermano al entrar - MI BEBÉ - sacó foto mía con mi hija.

- ay Mauro, cómo si fuera la primera vez que doy a luz.

no fue planeado ser padre. Cro X Eli (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora