Extra. Danza de amantes.

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Nota de la autora: ¿Recuerdan cuando dije que no iba a escribir una continuación de esto? ¿Sí? Bueno, pues aquí estoy. Espero les guste.


...

Extra. Danza de amantes

Las cigarras chillaban pegadas a los árboles. Gusu siempre fue un lugar frío pero en verano lograba calentarse lo suficiente para que una o dos cigarras les dieran serenatas en sus ratos libres. Lan Xichen no estaba muy acostumbrado al calor que hacía, que tampoco era mucho, pero para alguien que vivía en las montañas era como salir a la costa y rostizarse en el sol.

Seguía en su reclusión autoimpuesta. A veces, como ese día, no le daban ganas de seguir cultivando su núcleo y simplemente abría la puerta trasera de su habitación, se sentaba en el suelo de cara al sol y como un niño, disfrutaba de la tranquilidad. Arrancaba flores que había por ahí o en ocasiones alguno de los conejos de Lan Wangji lo visitaba.

Era muy bueno que eso último pasara.

Su hermano era muy estricto y por lo general cuidaba que los conejos no molestaran a otras personas. Pero para ese punto ya eran demasiados, su tío alguna vez había dicho que eran como una plaga. Xichen también pensaba lo mismo, eran más conejos que personas las que vivían ahí.

Eso no quitaba que cuando decidiera salir a tomar al sol, siempre estaba esperando a que un conejito de orejas moteadas y cuerpo blanco viniera a verlo.

Era su amigo.

Xichen practicaba inedia por dos razones: la primera es porque con la inedia se logran mejores resultados en la cultivación y la otra es porque no le daba hambre. Claro que una servía de tapadera de la otra. Aun así hizo un trato con las personas de su clan para que una vez a la semana le dejaran una comida afuera de su puerta.

Eso ocurría en las tardes, poco antes de que el sol se metiera. Por lo que Xichen guardaba la comida para el día siguiente. El pequeño conejo ya sabía cuál era su rutina, así que siempre iba ese día para comer en las mañanas cuando el sol todavía no salía pero los Lan ya estaban despiertos.

El conejo disfrutaba de la comida con los ojos cerrados y las suaves caricias del humano. Era una relación de conveniencia.

Lan Xichen se quedaba fuera hasta que el sol se metía. La vida de ese modo era agradable, pacífica.

Casi podía olvidar que el heredero Jiang estaba por nacer.

No duele, se decía, solo es extraño que nadie mencione el tema a su alrededor. Ni siquiera su tío decía palabra alguna. No sabía si era por orden de Wangji o porque se había dado cuenta de algo. Llegados ahí, no importaba de todos modos.

Jiang Cheng estaba por tener un hijo al lado de su esposa, quién decían que era una mujer dedicada y devota al líder Jiang. También decían que era muy hermosa y aunque se parecía al líder, no era tan renuente a sonreír, una bella sonrisa, decían. Buenos modales, amor incondicional y una personalidad inteligente. Murmuraban que el líder Jiang le daba rienda suelta sobre la secta y las decisiones importantes, que tomaba en cuenta su opinión y que incluso embarazada tenía excelentes habilidades en las artes marciales y en la espada. Una en un millón.

Su relación, decían, era buena. Se llevaban bastante bien, reían juntos, comían juntos y al líder de secta nunca se le había visto tan feliz. Sobre todo ahora que sabían que su heredero sería una bonita niña.

Jiang Cheng siempre estuvo muy preocupado de repetir los errores de sus padres respecto a su matrimonio, por lo que saber que lo estaba haciendo bien y que había logrado enamorarse de ella, era un alivio.

O algo así pensaba, Lan Xichen.

Solo había escuchado rumores de cuando se escabullía por el pueblo.

Y ese día era especial porque, decían, era en el que nacería la hija de Jiang Cheng. La madre y la niña no podían salir y dejarse ver por los demás hasta un mes después, cuando se hacía una ceremonia en la que se invitaban a todos los líderes de secta, familiares cercanos y amigos de la familia.

Lan Xichen estaba en reclusión así que no tenía que ir. Todos lo podrían excusar luego de tantos incidentes que le pasaron con el problema de su núcleo, de hecho, un solo año en reclusión era muy poco tiempo. Otros cultivadores no pensarían en volver a salir hasta después de unos cinco años. Mínimo.

Y Lan Xichen pensaría lo mismo si tan solo no fuera masoquista y le gustara escuchar conversaciones ajenas.

Si hubiera seguido las reglas de una reclusión como tal, ni siquiera se habría enterado de que fuera de sus puertas la vida seguía un curso sin él. Lo cual, representaba algo fundamental en el cultivo a puertas cerradas, considerando lo que le había pasado a Xichen, un demonio de corazón podría ser una de las opciones más lógicas.

Y que aún no tuviera uno, solo podía significar que su mente tenía más claridad que eso.

Wangji golpeó la puerta dos veces seguidas. Lan Xichen sabía que era él por su forma de tocar, no dio una respuesta y al instante su hermano entró.

Caminó con sus silenciosas pisadas y se paró a un lado de Xichen, contemplando el panorama y echando un vistazo rápido al conejo entre sus manos.

"¿Qué sucede, Wangji?"

"Vine a visitar a Xiongzhan."

Wangji era, probablemente la única persona que sabía que Xichen no cultivaba todo el tiempo, que era negligente en eso aunque el bache en su núcleo dorado fue superado hace mucho tiempo. Si quisiera podría salir de su reclusión en cualquier momento.

Con eso en mente, no era de sorprenderse que ahora estuviera vagando con una bola de pelos en su regazo.

Xichen le sonrió y palmeó el lugar a su lado. "En ese caso, siéntate conmigo."

Lo bueno de las visitas de Wangji es que eran silenciosas. Xichen no quería ser grosero con las personas y pedirles que se callaran, como con su tío, no quería oír que le preguntaran cómo estaba. Ni él mismo sabía. No quería que le preguntaran qué avances había en su cultivo o si era posible que saliera pronto para hacer frente a sus responsabilidades de líder. Al diablo con eso. No quería saber nada sobre las noticias del mundo exterior.

Pero eso era una mentira.

No por nada se había escabullido para escuchar rumores.

Lo que no quería era tener a alguien más en la misma habitación que él cuando escuchaba las noticias. Quería estar solo. No confiaba en esa buena cara suya para poder escuchar y permanecer estoico. Como si no le afectara. Xichen solo quería estar en silencio y disfrutar de la compañía de alguien que no fuera un conejo, Wangji en ese aspecto era perfecto.

Sin hablar estuvieron sentados cerca de dos sichen. Por un segundo, Xichen se preguntó si Wangji había ido a verlo porque intuía que Xichen sabía que hoy era el nacimiento de la hija del líder Jiang. Su hermano era muy inteligente y perceptivo, tal vez hasta sabía que Xichen de vez en cuando se escabullía por el pueblo.

Jiang Cheng se casa [Two Shot][ChengXi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora