Capítulo uno

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Para Lan Xichen el líder de Secta Jiang era su sol.

Tan fiero, tan inigualable, tan deslumbrante e imponente, ¿cómo no iba a ser el sol para Xichen? ¿Cómo podría no admirarlo cada vez que lo veía o escuchaba hablar de él?

Desde que Xichen recuerda, siempre ha sido así, viendo a Jiang Cheng desde la posición de un amable líder de secta que de vez en cuando da una opinión casual y durante las charlas importantes, roba miradas inocentes que se desvían tan rápido como llegan.

Hay que confesar que el método de conquista de Xichen no es el mejor, de hecho no se le puede llamar conquista, porque esa ni siquiera es su intención. Él solo disfruta de intercambiar unas cuantas líneas corteses y algunas miradas simplonas con Jiang Cheng. Nada que lo delate.

Ha estado bajo el yugo de miles de reglas de su secta por toda su vida, lo que se podría considerar como que su ferocidad y valentía han sido rebajados a los de un perro domesticado. En el fondo todavía tiene su espíritu rebelde pero la soga en su cuello le recuerda una y otra vez que tampoco es necesario ser tan atrevido.

Eso pensó por muchos años y eso ha tenido efecto en él por los mismos años.

Sin embargo, en su tiempo de reclusión pudo meditar más sobre el asunto. Llegó a tal conclusión que lo hizo querer salir de inmediato, y de hecho, eso hizo. Después de un año de estar confinado era necesario hacer algunas visitas a los demás líderes de sectas para ponerse al día, así que esta vez no necesitó excusas para volar directamente al muelle de loto.

Al principio hablaron sobre todo tipo de cosas oficiales que se suponía que les interesaban a los dos, pero Xichen no prestaba atención y solamente respondía y preguntaba cosas cuando creía necesario, la verdad es que no había otra cosa en su cabeza que admirar la belleza ajena.

Aquellos ojos azules que siempre lucían enojados y letales, las cejas como espadas que estaban ligeramente inclinadas hacia abajo en el entrecejo dando la ilusión de que su dueño estaba descontento, había una débil sombra en sus altos pómulos de sus largas y gruesas pestañas que parecían ser lo más inocente e inofensivo en esa hermosa cara, la nariz recta y aquellos labios delgados que solo se abrían para maldecir a alguien antes de apretarse y contenerse porque de repente recordaba que estaba en frente de otro líder de secta.

Su cabello como la tinta tan inmaculadamente peinado donde no había ni un solo cabello fuera de su lugar. Su traje púrpura solo servía para dos cosas: resaltar su blanquecina y limpia piel como la porcelana y añadir un toque de peligro en su aura.

Los ojos de Xichen recorrían una y otra vez la apariencia contraria, buscando cualquier defecto, cualquier símbolo de que aquel hombre no era tan estricto y severo como se veía, pero no encontró nada.

De repente pensó cómo sería ver su apariencia destrozada, su mirada llena de deseo y lujuria y esa boca, debería estar gritando todo tipo de maldiciones, entre más obscenas mejor. Su cabello y vestimenta no tan ordenados, más bien, si no tenía ese último Xichen podría dar rienda suelta a todas las demandas de su espíritu de lobo sediento que estaba ridículamente amarrado.

Ah, Xichen era todo lo que decían de él en el mundo de cultivación y más. En las profundidades de su corazón mortal había tantos deseos tiránicos sobre someter a los demás y dominarlos a su antojo.

Estaba la irreparable necesidad de morder, marcar, chupar y repetir ese proceso una y otra vez. Todo aquel que pensaba que el primer jade no tenía ni un deseo mundano, estaba muy equivocado, porque tenía todos ellos y deseaba más que nada sumergirse en el vasto mar de las obscenidades y el dominio con aquel hombre que lo provocaba y seducía sin que se diera cuenta.

Jiang Cheng se casa [Two Shot][ChengXi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora