NATASHA:
Hace un año que no sé nada de Mía y de Sandra. Pensar que están juntas, me mata por dentro, pero más me destroza el hecho de recordar que aquel día pude haberle hecho pedazos más su vida por querer forzarla. Agradezco que Sandra la hubiera defendido, pero las extraño, a pesar de todo.
Me juré que no volveré a beber más porque me convierto en alguien que no soy yo. Me siento un monstruo por dentro.
He intentado olvidarla, haciendo otras cosas como navegar con mi yate, pero nada de lo que hago hace que la saque de mi cabeza. Pronto será su cumpleaños y cumplirá los diecinueve. Me gustaría estar presente y darle todo mi amor, pero sé que ella me odia o me tiene miedo. ¿Cómo he podido ser tan estúpida? Los celos me quemaban por dentro y, no sólo le hice daño a ella, sino a mi hermana después de haberla recuperado... Soy un completo desastre.
Últimamente, también me voy de compras a los centros comerciales que me parece, voy viajando de un lado a otro, ni siquiera me centro en mi trabajo. Hoy me fui al pueblo de al lado, hace años que no voy a visitarlo, es muy bonito y casi puedo decir que crecí ahí, hasta que mis padres decidieron mudarse por completo, aunque convivíamos entre la ciudad y el pueblo. Sé que mi madre quería vivir en el pueblo, a ella le gustaba la naturaleza y la tranquilidad, pero mi padre se empeñaba en mantener su estatus dentro de la ciudad...
Estaba tan enfrascada en mis pensamientos que ni siquiera oí su voz acercarse por mi lado. Cuando me di cuenta, estaba pasando justo a mi altura con Sandra. Giré mi cabeza creyendo que era una ilusión, pero allí estaba ella, sonriendo, se veía tan feliz... En ese instante en que la miraba y ella tenía puesta esa sonrisa perfecta en sus labios, se cruzaron nuestras miradas al ella querer mirar al escaparate. Pronto sus ojos de felicidad, se tornaron oscurecidos por el miedo.
- Mía... -Dije con apenas un hilillo de voz.
Alcé la mano queriendo acariciar su carita, para comprobar que era real y no me estaba volviendo loca.
- No te acerques. -Dijo Sandra oponiéndose entre ella y yo.
- Sandra... -Mis lágrimas saltaron sin darme tiempo de contenerlas.
- No te acerques... -Advirtió ella con las lágrimas también saltadas.
- No os quiero hacer daño.
- Eso no parecía la última vez que nos vimos, hermana.
- Por favor, hablemos...
- No, Natasha.
- Mía... háblame...
De sus ojos asomaron también sus lágrimas y giró la cabeza hacia un lado.
- Sólo quiero saber cómo estáis y cómo os la estáis arreglando para vivir. -Dije preocupada.
- Estamos bien, mejor que contigo.
Sus palabras me hirieron, pero me lo merecía. Miré a Mía que, en ese momento, agachaba su cabeza. Estaba más delgada, no lo estaban pasando bien, eso se notaba, ninguna de las dos. Sandra también había perdido peso.
- Natasha... déjanos ir. Ya tuvimos suficiente con la última vez que nos vimos, queremos estar tranquilas.
- Por favor, Sandra, dime dónde estáis viviendo. Sólo quiero ayudaros, estoy muy arrepentida por lo que pasó.
- Es tarde para eso, tuviste tu oportunidad, Natasha.
Sandra cogió a Mía de la mano y se la llevó, no sin antes volver a mirar una vez más hacia donde yo estaba.
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Mommy, el cambio
Short StoryMía y Sandra vuelven a casa de Natasha obligadas por el contrato. Natasha da un giro casi radical sobre su comportamiento, pero es esta vez Mía, la que no quiere saber nada de ella. ¿Podrá Natasha volver a conquistar a Mía? ¿Sanará la relación entre...