Capítulo 6

1.1K 47 2
                                    

Sí... -Contesté sin estar segura de lo que yo misma decía.

En ese momento, sin esperármelo de forma tan rápida, Natasha me besó y metió su lengua en mi cavidad bucal, buscando la mía. Cerré los ojos instintivamente y le seguí el juego.

Sin darme cuenta, ya estaba con mis manos posadas sobre el escritorio con ella detrás de mí, acariciándome las nalgas por encima de la ropa.

¿No lo vas a pedir? -Preguntó burlona.

No... -Dije excitándome más imaginando todo lo que me podría hacer.

Tendré que buscar que me lo pidas.

Subió mi falda y bajó mis bragas lentamente, para luego pasar la mano, primero por mi coño, acariciándolo y luego, acariciar mi culo.

¿De verdad no quieres que te castigue? -Dijo exhalando su aliento en mi oreja y mordiéndola suavemente.

Gemí con sólo sentir su vaho impactando contra mi piel.

No contesté, dejé que hiciera conmigo lo que quisiese, intentando aguantar para no darle lo que quería. Aunque instintivamente, sacaba mis nalgas quedando expuesta totalmente para ella.

Una vez sentido su mano volviendo a acariciar mi coño de nuevo, abrí mis piernas para dejarle paso y dejar que explorase a su gusto.

Empezó a darme placer paulatinamente. Pronto mi cuerpo empezaba a notar esas sensaciones de acaloramiento repentino. Cuando ya estaba a punto, paró como aquella vez en la habitación y volvió a posar su mano sobre mis nalgas.

No, por favor, sigue... -Dije jadeando.

No hasta que me pidas lo que deseo.

Por favor...

¿Qué deseas pequeña Mía? -Dijo con voz sensual.

Que me castigues, por favor...

Ya te estoy castigando.

En ese momento dejó de tocarme y me di la vuelta.

Ese, era tu castigo. -Volvió a decir.

¡Y una mierda!

Natasha me abofeteó, pero en seguida giré mi cara y me abalancé sobre su boca empujándola sobre el sillón donde yo había estado sentada. Me subí sobre ella agarrando su rostro con mis manos. Ella respondió igual de forma impulsiva, agarrando mi pelo con una mano y sobando mi culo con la otra, empujándome más contra ella.

Mordí su labio inferior, a lo que escuché un gruñido excitante por su parte. Empecé, mientras nos besábamos, a desabrochar su camisa. Cuando lo conseguí, empecé a bajar hacia sus pechos y besarlos de forma delicada. Le desaté el sujetador y me metí uno de sus pezones en mi boca, el cual, succioné, lamí y mordí sin brusquedad.

Natasha se puso en pie y se desabrochó el pantalón y bajó su tanga. La empujé contra el escritorio, presa de la desesperación y el deseo. Volví a besarla con locura y pasión, y me envalentoné en dirigirme con mi mano hacia su coño, perfectamente cuidado, para tocárselo. Natasha echó la cabeza hacia detrás una vez hube hundido mi dedo en su cavidad y yo, ni mucho menos, me iba a contentar con eso, sino que volví a lamer sus pezones desatadamente.

Mommy, el cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora