Capítulo 3

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Notas del autor:

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Faltaba poco para el alba, en el horizonte se lograba ver como el cielo oscuro aclaraba lentamente, Rin sollozó al sentir como Sesshōmaru le mordía la base del cuello cerca de la clavícula. La mordedura no era tan fuerte como para hacerla sangrar, pero el pinchazo de los caninos del daiyokai se marcaban como puntos rojos en la nívea piel de ella.

¿Desde cuándo él se dejaba llevar por sus ínsitos primitivos con ella? sabía muy bien que podía llegar a lastimarla, pero algo en él, muy dentro como una necesidad arrolladora le pedía más, necesitaba poseerla en todas las formas posible.

Las muñecas de Rin cruzadas sobre su cabeza se encontraban atadas por la mano diestra de Sesshōmaru, sus caderas no paraban, eran un constante va y ven como un cuenta gotas. Liberando a su querida, él la ayudo a voltearse para que le diera la espalda. Rin coloco las rodillas sobre el pasto mientras hundía su rostro en mokomoko, aquella postura era vergonzosa, pero la diversidad traía consigo un placer distinto.

Ambos lograron percibir la remarcable distinción del cambio, ella mordió a mokomoko para evitar gemir tan alto, mientras Sesshōmaru degustaba ver algo distinto de ella, desde aquella posición la entrepierna de ambos era más fácil de observar, lo que hizo que la sangre le subiera al rostro, ella era hermosa, desde la raíz de su cabello hasta las plantas de sus pies.

Ella emanaba un efluvio que, con el sudor y la agitación, pervertía la cabeza del daiyokai. Él era de mente fría, siempre compuesto, pero ahora envuelto en el olor de Rin su mente y hasta su forma de ser comenzaban a doblegarse.

Ahora que lo pensaba un poco, quizás el que ella estuviera tanto tiempo en el árbol sagrado hizo que su cuerpo olvidara lo embriagante que era su presencia para él. Estar juntos de esta forma, impregnando cada sentido de Sesshōmaru con su fragante aroma y su sabor, hizo que su boca bajara hasta la parte baja del cuello de ella y comenzara a lamerla. Sus caderas seguían repiqueteando mientras el daiyokai ocultaba su rostro entre los cabellos azabaches de Rin para lamer desde donde comenzaba a sobresalir la columna vertebral.

Aquel hueso que se dejaba ver como una suave protuberancia cuando ella inclinaba la cabeza hacia abajo, el mismo que mantenía oculto detrás de su cabellera porque se consideraba esa parte del cuerpo de una mujer un punto exótico y hermoso. El sabor de su esposa embargo la boca del hombre, como un naufrago sediento, él lamio el hombro de ella, siguiendo la delicada línea de su cuerpo.

Rin no lograba entender qué le sucedía a su amado Sesshōmaru, nunca se portó de tal forma y no era que se le desagradara la atención, pero sentirle penetrarla y a su vez lamerla de aquella manera, le causa una elevada fiebre de conmoción hasta el punto de hacerla olvidar su propio nombre.

La mano surda de él apretó el seno de ella, Rin mordió aún más a mokomoko, su rostro estaba rojo como una rosa, en su vientre se acumulaba una presión imparable. Usando sus sentidos para vaticinar lo que ocurriría, él aumento las embestidas y apretó aun más la aureola del seno de ella. Este sería el ultimo clímax que ambos alcanzarían por este día. Aunque él como un ser inmortal tuviera la estamina para continuar, su delicada amada debía descansar.

Las paredes vaginales de ella comenzaron a contraerse, apretando el grueso miembro de él, aquella fricción y palpitación arranco el primer gruñido de los labios de Sesshōmaru. Su rostro por inverosímil que fuera, estaba teñido de un sueve rosa, rubor a causa del esfuerzo y placer que recibía. Rin al escucharlo arqueo la espalda hacia arriba para dejar escapar todo lo que venía acumulando, soltando así un resuello desde el fondo de su pecho. El semen de él se percibía tibio dentro de ella.

Después de una larga espera  - SessxRin (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora